martes, 13 de julio de 2021


 

ALEJANDRO MASSA VARELA

 

 


 

 

la lluvia abre
la madera en seco,
árboles rítmicos

 

ROYINA ARRÓNIZ

 

 


 

Desaparecida

 


 

I

 

Soy la desaparecida. 
#alertaamber
He lavado con tierra
Para Cynthia C.J.
esta cara pisoteada
diecisiete años, 
por ver si con suciedad
1.65, pelo oscuro,
logro limpiarme.
Pantalón de mezclilla claro,
Ya no tengo cosas, ni hogar,
blusa rosa, blusa rosa
voluntad o consistencia,
vista por última vez
translúcida es mi carne.
en el metro Copilco.

 

Muerta al menos, mi nombre
Ayúdanos a encontrarla.
estaría escrito sobre piedra.
¡Ayúdanos a encontrarla!

 

 

II

 

Diez mil gargantas percuten la tarde
nos rehacen en cánticos y versos.
viajamos de un móvil a una pancarta
como aves migrantes cuyo estigma
quemó pluma y carne a punta de hierro.
Descendemos sobre un muro 
del cual nace un dolor blanco
de margaritas y gardenias,
somos imágenes que penden 
entre ayes perfumados.

 

¡Ayúdanos a encontrarlas!

 

Revienta el crepúsculo.
La Justicia cae
                    se despeña
                                 se aniquila
¡Duele tanto la indolencia!

 

 

III

 

Desgarrada
inerme
deslenguada
impotente

 

ya no siento
enmudezco

 

sola entre extraños   
   muero

 

 

ARELY JIMÉNEZ

 

 


 

 

Para salvarse

 

 

¿Acaso no puede mi poder engañarme?
¿Acaso no puedo vivir en mis poemas?

Leonard Cohen

 

 

Yo sola me haré unos riñones
como si fuesen pasteles de lodo:
con agua, tierra
y algunas flores secas
a manera de nefronas.
También me los trasplantaré sola:
abriré mi tórax con una rama
y meteré cada terruño conectándolo
con otra rama a la arteria iliaca.
Su funcionamiento resultara tan natural
como el agua que corre en un río
y lleva tierra, hojas secas y ramas,
y aun así el agua
no ha dejado de ir y venir.
También haré mi propia muerte,
sola y con las manos desnudas,
para no temerla.

 

 

AZUL SEGURA

 

 


 

Madre y María: yo me consagro en este día, toda a ustedes

 

 

Para mi madre

 

 

María, no pronuncies mi nombre ante Dios
ni le pidas que interceda por mí
Maga, cúbreme con fuego
tómame de la mano
oremos por nosotras.

 

Reina del cielo
reina hastiada
descendiste a pisar tierra
te arrancaste el manto
y en él posaste tu desnudez
al sol descubriste tu pecho
tu estómago tu vulva y tus piernas
regenta del cielo
tú que a nadie gobernabas
por conocerte te poseíste
reina de tu cuerpo
cuídate de todos los males
conságrate a tus ojos a tus oídos a tu lengua y a tu corazón
para que veas cuanto hay en el mundo
para que escuches tus palabras
y las pronuncies
para que reines con ternura
tus lamentos
tus milagros
tus plegarias
y lo que te sea dado        y lo que elijas      y por lo que luches.

 

JUAN CARLOS CABRERA PONS

 

 


 

 



l.

 

 

Para Silvia Sáez Delfín

 

 

Hermosa muerte la tuya, cosa contingente.
Venir a morir acaso a un mundo incierto, venir a morir
y solo, llegar acaso. Y casi al más roce tuyo, innecesaria,
casi al más roce tuyo, te me revientes. Hermosa
muerte la tuya.

Se puso los ajustados jeans casi al más roce
de sus caderas y de tirantes la blanca blusa
aquella tarde en que se perdió. No estaba yo —a mí
cuando la casa dejó ahí me abandonaba—,
pero lo sé, porque la ausencia
es Él que me lo ha dicho, que solo para ensayar
somos aquí venidos, para llegar acaso.

 

En el balcón aquél sembramos flores y plantamos
un barandal en que oscilaba el mundo. En la distancia
la garita del Diablo taconeaba
su líquido compás sobre la roca. Aquel
de los que sufren canto subía reptando las escaleras nuestras,
como en ascenso un río, y colaba las por debajo de la puerta
fauces sediciosas suyas para se venir
a germinar en las del balcón macetas. Yo,
“te lo ruego —dije, por el mal implícito
tras la palabra bondad—, seré bueno contigo”.

 

Llevaba amarillas las del balcón flores sobre la oreja
la en que me dejó tarde, luminosa, porque la culpa
es la más completamente necesaria parte
de la luz. Se postró
las de negra botas gamuza y,
sin yo verla, con ligero medró pie ajustadas
las en la piedras calle, y “para nos si acaso daño hacer
somos —decía me— aquí venidos”.

 

Porque la culpa es Dios, es la mi casa, a mí
con cuando abandonaba nos sin la quedamos. Porque la ausencia
es sí, porque la ausencia. Tomó macetas un de los que sufren
barandal en ascenso el río, rindió
sus las del mundo fauces sediciosas mías y celebró
las con encaje bragas milagrosas y dos el ajustado veces
corpiño tarde la
en que la perdía. Por la maldad implícita
yo le rogaba, por la su contingencia, seré
bueno contigo.

Dejados los fuimos de que sufren canto
y el barandal posaba en generosa mano
y ajustadas las en banqueta piedras su y yo. Y ella
rompió una burbuja de la plaza
de la Barandilla, como diciendo: “hermosa
muerte la tuya. Venir a morir acaso
a un mundo incierto, venir
a morir y sólo, llegar acaso. Y casi al más roce tuyo,
sin tiempo para nombrarte, casi
al más roce tuyo, te me revientas. Hermosa
muerte la tuya, como diciendo:
no te me mueras”.

 

ADA ZOE

 

 

 

 

¿Río azul?

 

 

A "Los Cangilones" de Camagüey

 

 

Gran río azul

de aguas verdes y frías.

Corre tranquilo,

aunque el peso de tu

profundidad te agobie.