sábado, 7 de diciembre de 2013

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA





Madrigal


En el dulce reposo de la tarde
cuando al ponerse el sol en occidente
su luz dorada, de la vida fuente,
como una hoguera en los espacios arde,
o de la noche en el silencio umbrío
cuando la luna con fulgor de plata
alumbra a trechos el sonante río
y en sus límpidas ondas se retrata,
entre las sombras de la vida hay horas
en que la realidad que nos circuye
a detener el ímpetu no alcanza
de nuestra alma que a lo lejos huye
y a la región de lo ideal se lanza...

Y entonces cuando pienso en tus amores
nuestras dos vidas deslizarse veo
no cual la realidad que aja sus flores
sino cual la ilusión de tu deseo.

No por las conveniencias separados,
soñando tú conmigo, yo en tus sueños,
sino juntos los dos en los collados
de la Arcadia risueños;
asidos por las manos a lo lejos
buscando el fin de la campiña amena
a los pálidos rayos de la luna.

O del ardiente sol a los reflejos,
dejando transcurrir una por una
las no cantadas horas venturosas
que no mancha la sombra de una pena
libando amor... y deshojando rosas...

Del verdor y del musgo en lo sombrío
ocultos en lo ignoto del boscaje
radiante aún de gotas de rocío
de virgen fuerza y de vigor salvaje;
sentados a la orilla del torrente
tú escuchando los ecos del follaje
yo acariciando -trémula la mano-
tus rizos al caer sobre tu frente...

Otras veces trayendo a la memoria
los fantasmas de un tiempo ya pasado
junto con ellos cual sencilla historia
los ideales de tu amor soñado.

Y es entonces un gótico castillo
de altivas torres de musgosas piedras
en cuyo muro gris crecen las hiedras
teatro de nuestro amor santificado.

Y en reducida y perfumada estancia
cuyos tapices abrillanta y dora
el fuego de la antigua chimenea,
juntos los dos oímos a distancia
diciéndonos protestas de ternura
la voz del agua que al perderse llora
y el viento que en los árboles cimbrea
entre el silencio de la noche oscura.

O en frágil barca en plácida mañana
de lago azul flotando en los cristales
con la mirada errantes contemplamos
el cielo, la ribera, los juncales,
y las nieblas que inciertas, vaporosas,
van a perderse en la región lejana
como se pierda la esperanza humana
o el postrimer aroma de las rosas.

Mas cuando el alma en sus ensueños flota,
la realidad asoma de improviso
no más resuena la encantada nota...
Brotan espinas do la rosa brota,
y en crüel se torna el paraíso.

Vuelvo a mirar... y pienso que nacimos
para vivir por siempre separados,
que no es una la senda que seguimos
y que la lumbre que cercana vimos
fue visión de tu amor y tus cuidados.

Y al comparar la realidad penosa
con los paisajes de ideal que miro
en el fondo del alma lastimosa
para tu dulce amor -niña piadosa-
para tu dulce amor surge un suspiro.


MARÍA MERCEDES CARRANZA



  
Maldición



Te perseguiré por los siglos de los siglos.
No dejaré piedra sin remover
Ni mis ojos horizonte sin mirar.

Dondequiera que mi voz hable
Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.

Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,
Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar.



LEÓN DE GREIFF




Soneto


No te besé la boca sino cuando
me decías que el viento te besaba...
Si te gocé, ello fue si te gozaba
también Eros....: con él te iba gozando.

Yo sólo se decir como es "amando"
ni supe ni sabré como es "amaba"....
Más libre soy si tengo el alma esclava:
y esclavo soy, joyoso, duro y blando.

No te besé la boca, alta Fonoe
reticente, si no porque venusta
quemada del deseo, la ofrecías:

si te gocé, Belinda ( o Nice, o Cloe
o Altacira ) fue cuando combusta
pira de Eros, lujuriante, ardías...




MEIRA DELMAR




Todavía


Amor de amor aquel que nos uniera
una vez en el tiempo ya distante.
Amor en que tú fuiste amado, amante
y yo amante y amada también fuera.

Otro amor sin igual no conociera
nunca el haz de la tierra. Fulgurante,
más que el sol del verano delirante,
toda sombra su lumbre destruyera.

Amor de amor. Tan alto y extremado,
que el mismo cielo al serle comparado,
cosa fútil y vana parecía.

La vida canceló su encendimiento...
Y sin embargo en el recuerdo siento
que me quema la sangre todavía.


PIEDAD BONNETT




Señales


La luna brilla con ese furor ciego
que es señal inequívoca
de que ha llegado el tiempo fértil del sacrificio.
Huele a la piel rayada de los tigres,
a orquídea que se abre,
al humus que comienza a oscurecer la lluvia.
En un sueño de ríos y serpientes
naufraga la muchacha envuelta en llanto
y sus pechos recientes se estremecen
con un temblor antes desconocido.
La muñeca que abraza tiene los ojos muertos.
Y el ángel de la guarda
marca una cruz con sangre sobre sus muslos blancos.



GUILLERMO VALENCIA





Cigüeñas blancas


De cigüeñas la tímida bandada
recogiendo las alas blandamente
paró sobre la torre abandonada
a la luz del crepúsculo muriente;

hora en que el mago de feliz paleta
vierte bajo la cúpula radiante
pálidos tintes de fugaz violeta
que risa con su soplo el aura errante.

Esas aves me inquietan: en el alma
reconstruyen mis rotas alegrías;
evocan en mi espíritu la calma,
la augusta calma de mejores días.

Afrenta la negrura de sus ojos
el abenuz de tonos encendidos,
y van los picos de matices rojos
a sus gargantas de alabastro unidos.

Vago signo de mística tristeza
es el perfil de su sedoso flanco
que evoca, cuando el sol se despereza,
las lentas agonías de lo blanco.

Con la testa de mágica blancura
con el talle de lánguido diseño,
semeja en el espacio su figura
el pálido estandarte del ensueño

Y si huyendo la garra que le acecha,
el ala encoge, la cabeza extiende,
parece un arco de rojiza flecha
que oculta mano en el espacio tiende.

A los fulgores de sidérea lumbre,
en el vaivén de su cansado vuelo,
fingen bajo cóncava techumbre,
bacantes del azul ebrias de cielo...