jueves, 30 de junio de 2022


 

ÁLVARO ARMANDO VASSEUR

 

 

A la colina del Belvedere

 

 

¡Cómo he llegado a amar esta colina
solitaria, que vela el litoral;
desde la que, se contempla, a lo lejos,
en noches transparentes,
las luces de las naves del estuario,
la capital, ardiente de farolas,
y a las veces, el ojo giratorio
del inflamado Cíclope del Cerro!

Jamás habría creído que el alma
tumultuaria, en ella encontraría,
hospitalario asilo a sus afanes,
gratos mirajes, mecedores sueños,
inspiración y paz.

Cómo he llegado a amar esta colina
donde gusto tenderme a flor de suelo,
sobre las blandas hierbas florecidas
que los grillos monótonos encantan
e iluminan fantásticos insectos;
que acarician las brisas del Atlántico
con músicas distantes, que acompaña
el clamor de las ondas ribereñas,
en la penumbra azul, clara de luna,
o al remoto brillar de las estrellas.

En este sosegado promontorio
suelo pasar las horas de la noche
contemplando, y soñando
En cosas tan remotas e inconscientes
que a menudo me admiran y transportan
si de pronto, furtivas, las sorprendo;
y harían mi memoria inmarcesible,
gloriosa, si pudiera,
-serenando la rueda del ensueño
que hacen girar sus íntimas surgentes -.

Apresar sus imágenes, sus ritmos,
sus juegos claro-obscuros de visiones,
y grabarlos, poéticos y míos,
en medallones de inmortales versos.

Y apoyo la cabeza iluminada
en tu plumón de florecidas hierbas,
tierra del litoral inspiradora,
regazo agreste de la patria nuestra.

Abarcan mis pupilas lo infinito;
divago en los fenómenos eternos
de la vida, del orbe y de los astros.
El numen de los búdicos nirvanas
baña en su miel el corazón enfermo;
una ternura primordial me expande
en suspiros, en ímpetus, en gestos;
y un himno sin palabras, sin ideas,
un himno de ansiedades inefables,
todo emoción, como apoteosis muda,
fluye de mí maravillosamente.

¡Oh, natural y religioso estado,
cómo me reconfortas y me elevas!
Lejos de las intrigas ciudadanas,
y el opio de las tristes bibliotecas!

¡Oh soledad fecunda en poesía!
¡Oh noches! ¡Oh silencios! ¡Oh belleza!

 

 

MAGDA PORTAL

 

  

Obsesión

 

 

Vacío que no acabas de llenarte jamás,
veo que me haces, sin querer, avanzar!

Pero llegaste


para quien mis brazos
se abrieron en cruz
y las arañas del sueño tejieron
la seda infinita de la amnesia


conquistador ilusionado
de mis tribus salvajes de tristeza
donde llevaste la religión de una
alegría nueva como los aeroplanos
sobre las selvas vírgenes

Hoy el traje de nuestras almas
es el arcoíris de la sonrisa

 

JOSÉ SANTOS CHOCANO

 

  

Acuarela

 

 

Soberbio mar. Una irritada ola
abre los abanicos de su espuma;
y palmetea con presteza suma
sobre una peña indiferente y sola.

La arena se abrillanta y tornasola,
al halago de Febo que se abruma,
mientras allá… leve jirón de bruma
ciñe a la cumbre espiritual aureola.

En las ondas elásticas, las yerbas
retozan y se entregan a la orilla,
entre las ansias de la lucha acerbas.

De pie, sobre la peña, álzase un viejo,
que absorto con su anzuelo y su varilla
sólo atina a pescar un gran cangrejo.

 

HUMBERTO ZARRILLI

 

  

Cántico del guijarro que vuelve al río

 

 

Fábula de la brisa que no eludo
porque la tarde se irisó en caireles
y un alternado vuelo de petreles
curvó la playa que cegó tu escudo.

Al llamamiento de esta paz acudo,
duerma el azor y ayunen mis lebreles.
Siento la hora inesperada en mieles
y en mi crucero, deslizado el nudo.

En ociosa pleamar hoy mi esperanza
frente a este mar refluye su ternura
arrullando la antigua desventura.

El pensamiento cruel ya no me alcanza.
Quede Argos cegado en tu cintura
y al tábano feroz deje en holganza.

 

 

MARÍA EMILIA CORNEJO

 

 

 

Soy la muchacha mala de la historia

 


soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.

soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.

soy
la muchacha mala de la historia.

Como tu lo estableciste

sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.

ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.

 

 

EMILIO ADOLFO WESTPHALEN

 

  

Amor eterno

 

 

Da miedo, a veces, encontrarse con que el camino cae a pico y que hay que bajar agarrándose con las uñas de las rocas.
En esta circunstancia, no se puede sino aconsejar que a cien metros del suelo se suelten las manos.
La caída es deliciosa: el cuerpo se ha hecho permeable; lo atraviesan flores, hojas aromáticas; riachuelos, algas,
espuma del mar, hilos de lluvia, cabellos de mujer, copos de nieve. Estos, al fin, se solidifican a su alrededor, para luego
estallar tal una granada arrojada con violencia al rostro de la mujer amada, que aparece sonriente tras las trayectorias
vertiginosas de los granos rojos.