domingo, 14 de julio de 2019


ANTONIO ALIBERTI





Sucede, de noche



Sombra que exhala el alcohol de la noche

la carne celebra en los rincones

Mi cuarto es una prisión

La casa de enfrente no existe
el árbol gigante la acuna

Se llena de hojas mi cuerpo
hasta que la luz salpique sobre el alba

Un cuerpo desnudo flota sin destino
su carne, toda dispersión y sueño

Sólo un susurro la noche.



MARIA MERCEDES CARRANZA





Maldición



Te perseguiré por los siglos de los siglos.
No dejaré piedra sin remover
Ni mis ojos horizonte sin mirar.

Dondequiera que mi voz hable
Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.

Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,
Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar


ROBERTO PALENCIA


  


He platicado con la luna



Un arco iris en tu mirada       
fundamenta cada aliento         
de tu nombre.                   
He platicado con la luna       
en el espejo de mis sueños.     
Luciérnagas aligeran el camino… 
centellan las letras           
y el acento de tu voz.         
Un mundo pequeño               
donde incide                   
sólo el sí de tus dedos…       
platicando con el duende       
del trébol de nuestro acierto. 
Noches inmensas                 
tan inmensas                   
látigos del olvido             
despiertan mi conciencia…       
Me paro en el tiempo           
existiendo                     
sólo el eco de un beso.   



IVÁN OÑATE





Estación Cochabamba



Era la tarde de un día
hecho para siempre. Yo venía del Sur
sin resignarme todavía y
con un número en la mano
buscaba una puerta
o una tumba, yo no sé.

Pero di con plazas, con calles
que no conducían a ninguna parte,
Con muros negros como los abismos que salían a detenerme o
a empujarme
hasta dar con los andenes de una estación
de fierros detenidos y tristes.

Y allí
con el papel en la mano
como una llave o un cirio inútil
fue que los vi, a los tres,
Al viejo al hombre y a la niña
o tal vez me equivoco
A la vieja
al hombre y al niño
o tal vez

A los tres viejos o a los tres niños
pero ella era hermosa y el hombre era fuerte
y el viejo pensativo y venían
sucios
agotados
moribundos pero con furia, como si una tormenta
de rayos y polvo
los hubiera humillado en su miseria, o fueran
los ángeles sobrantes
de una caída brutal sobre su propia tierra.

Y pasaron
sin siquiera verme,
pasaron simplemente,

Y yo dejé caer esa llave
que no sonó
porque no hay sonido
cuando algo cae al abismo.


De: “El Ángel Ajeno”




JUAN CALZADILLA


  


Paradoja del circunloco



Yo estoy bastante satisfecho de que
pueda hablarme a mí mismo
y de que, además, pueda ser oído por alguien
que como yo es de mi entera confianza.
Y que me presta tanta tanta atención
como la que yo a mí mismo me presto.



ROBINSON QUINTERO





Extravío



De niño, cuando despertaba con miedo, intentaba tocar con mi mano tendida en la oscuridad la pared junto a mi cama. Adentro los ojos abiertos, temerosos de mirar, y afuera la mano extendida buscando el asidero.

Como si desde el comienzo me hubieran abandonado en medio de la noche; como si viniera desde siempre extraviado de la mano de alguien.