lunes, 24 de junio de 2013

JOSÉ CARLOS BECERRA



  
El deseo concluido



Las imágenes que emergen de tu cuerpo desembocan en esta noche que no eres tú ni soy yo quienes conversan en el cuarto de al lado y a quienes escucho completamente solo.
Concibiendo esta noche como algo inmóvil, bien podríamos ser tú y yo los que están al otro lado,
tu voz es un receptáculo indeterminado que no ha terminado nunca,
aunque en última instancia este espacio nos haya suprimido juntos y estemos allá hablando, esperándote yo rendido en la cama tibia
mientras tú regresas del baño quejándote del frío.

Porque el amor lleva consigo su propio espacio,
porque el muerto no sentirá nunca su desaparición;
la fosforescencia que se mueve sobre la superficie del deseo que ha concluido.



JAVIER EGEA





Te trajeron de golpe los violines...



Te trajeron de golpe los violines
y eras algo más rubia de lo que yo esperaba
pero bella y letal como veneno.

Y era una especie de traición tu cuerpo.

Mientras ibas tomando mi casa pieza a pieza,
para alcanzar los últimos rincones
te adelgazaste en besos, pasos, ecos.


THELMA NAVA




Las señales




¿Acaso era necesario decir que las señales del amor

eran tan evidentes como el sello que llevaba en la frente

el acusado

como la ola invisible lamiendo el ala de nuestro corazón?

¿Acaso necesitábamos preguntarnos qué era lo que nos

acercaba y nos hacía rechazarnos,

serpientes agonizando en nuestro propio laberinto?

Todo nacía de madrugada, con la avidez del que espera

uno y otro día

en silencio la partida, la ruptura del círculo,

el imposible beso de la figura de barro que nos llama.


Todo nacía en verano, donde la realidad y el sueño

se confunden

cogidos de la mano del absurdo, de lo que no es jamás

regreso de la siempre partida hacia otra parte.


Día que aguardas el silencio de la luz construyéndote

y llegas atónito ante las puertas que te fueron negadas.


MARCO ANTONIO MONTES DE OCA




Soy Todo Lo Que Miro



Bañarse bajo la luz de un álamo
Ser todo cuanto miro
En el pozo del sol.

Sorpresa blanca
Que te acuclillas y saltas
Y me lames la mano con tu llama
Y mueves cabellos
Pegados al rostro con lágrimas:
Vete de aquí
Quema la selva de arpas
Y al viento que la hace gemir
Porque es su amante consumado.

Siempre no te vayas
Sorpresa
Déjame ser todo lo que miro
Tus pavos irreales me interesan mucho
Tus nubes que bajan sin convertirse en lluvia
Me interesan a ojos vistas.

Entre la inmensidad y mi estupor
Tus flancos incandescen
Coro de las anticipaciones
Tupida amarillez:
El mundo que nos prohíbe volar
Nos debe su propio vuelo.


JAIME AUGUSTO SHELLEY




El Cerco



Habrá niebla en los tejados
Caerá como nunca sobre largas formas líquidas de luna
Tardaremos en llamarle invierno
entretenidos en el grisarse de árboles y cosas
Será ?diremos? el tiempo que se viene como otoño
Pero el año se dará redondo y perfecto
como previsto en nuestros viejos libros

Aprendiendo a estar aquí
nos dejaremos llevar por los eneros uno
por los agostos viernes

Volverá la paz será la lucha
Y en algún corazón recién acariciado
la espina del tiempo toda

Se harán más viejos los ruidos y la noche
Vendrá el sexo sobre el sexo a fecundar la dicha
Se perderán tus ojos tus palabras
Tomando el cuerpo como mazo
desearás golpear la tierra que te niega

Será la risa
Será el deseo
La mancha de tu cuerpo
doblada en las paredes
meando oscuras golondrinas vaporosas

Será la noche que te abrigue
entre guitarras y hombres en mangas de camisa
  dados a no olvidar pequeñas cosas

Será el toque secundado
de alguna campana colmada de sorpresas
autorizando el flirt de las muchachas
a la hora del rosario
Será el rostro reluciente del chiquillo
  paseando un caramelo entre los dientes
Habrá ciertamente niebla corriendo
entre estas torres
y estos pinos perdidos casi en la blancura
Será Xalapa o San Cristóbal
Seremos tiempo anudado a nuestros huesos


CARMEN MATUTE




Punto G



Un desangrarse lento
remontable
hasta la más pérfida belleza
hasta el misterio de la carne inerme

un ciego encadenarse
a la vida
en medio de secretas humedades
fingiéndose criatura marina
o tal vez demonio
cómplice de un ángel
goloso y triste 

un desangrarse
un encadenarse
un agonizar feroz
entre la luz imprecisa y virgen
de un eclipse
cerrados los labios y los ojos
pero abierta
extraviada
florecida.