viernes, 11 de febrero de 2022


 

CARLOS RÍOS

 



Mímesis

 

 

En tus poemas
los modismos
no existen. La puntuación
el juego de repeticiones
por dentro o por fuera
del esquema lógico
sí. Punto y aparte
donde la forma
hace sombra
y mastica
su origen
o como dicen
en la riña de gallos
otro que se muerde
la cola. Fue el modo
de decir tu forcejeo
con lo más clásico
aquella estatua
equis
equis
ele
terminó
por derrumbar
tu proyecto.
Todavía
te leen
yo
ya
no.
Igual
escribo
para vos
palpito la digresión
el cepo mimético
es mi condena
sos mi droga
la curación
mi campo
de batalla
y esa tela
de araña
que sale
de la araña.
Vos entendés
más que nadie
esto que digo
traducilo
para
mí.

 

 

RODULFO FIGUEROA

 

  

Clínica negra (I)

 

 

Sala de un hospital, amplia y sombría,
el doctor ordenaba con imperio,
y de una úlcera, al ver la rebeldía
al practicante le pidió el cauterio.

Enrojecido lo acercó al paciente
sin preocuparse de su suerte aciaga;
el miserable se agitó imponente,
lanzó un rugido, y se extirpó la llaga.

 

 

GUSTAVO TATIS GUERRA

 

 

  

Violín del diablo



Es sabido que el diablo tiene
un violín oculto.
Un violín que cruza el océano en
mitad de la noche.
Quien escuche la voz del agua, la
finura de esos violines
puede salvarse o perderse.
Giusepe Tartini escuchó el violín
y todo fue como la primera noche
del universo.
En duermevela deslizó sus manos
sobre la hoja en blanco como si
alguien le dictara la partitura de su
trino en sol menor.
Gracias al demonio la música sigue
allí fresca y bella en el tiempo.

Siempre habrá un ángel perverso,
un ángel provocador
con un violín en mitad de la
noche.

 

XIMENA ADRIASOLA

 

 

Atrévete



Te traigo la manzana
del paraíso
no la muerdas
cómela entera
no dejemos
huellas.

 

 

LEONARD NIMOY

 

  

Ojos irlandeses

 

 

Ojos irlandeses, allí para mí
risa entre la lluvia
—me llamaste niño—
mi corazón se volvió loco
debo haber sido un dolor
los ojos irlandeses me fueron benévolos
tú dijiste que yo era un niño
el único remordimiento
que albergo todavía
es lo que nunca hicimos
sentados en coches y bares postreros.
Me gustaría que pudiéramos otra vez…
para extenderte en pago
mi gratitud
por lo dado en aquel entonces.
Ellos vinieron a mí demasiado tarde para decir
que te has ido —por ahora—
¡Oh, cómo desearía
haberlo sabido,
y haber ayudado de algún modo!
Yo llevo todavía dentro de mí
la voz risueña oí
cuando los ojos irlandeses
fue que me sonrieron
ahora, vuela
lejos, pájaro mío.

 

 

RICARDO PASEYRO

 

  

Las chispas

 

 

En mis ojos, ocultas
guardé chispas de sol
por ver en la nocturna
profundidad de Dios.

Al mirar los arcanos
reconocí los míos:
los pozos más cerrados
son mis propios abismos.

Retraído en mis sombras
apunto mas no acierto
al blanco donde todas
se cambian en luceros.