viernes, 18 de octubre de 2013

MARWAN



  
Entre nosotros



Siete paradas de metro
treinta y cinco minutos
diez calles.
Te llamo
y marco en el teléfono
el número de besos que caben en tu cuerpo.



SILVIA CARBONELL




Tu, en un día de abril



Todo este silencio que te contiene se desborda,
hace ríos en la piel mientras la eriza llenándola con tu nombre,
y mis ojos, se encienden, te delatan y te escriben 
en  este paisaje vestido de hojas.

Mientras la tarde cae, tú la recoges en tus brazos y la apañas,
la haces nube, versos y hamaca.
La haces viento mientras bebes sus colores 
y me dejas un cielo plagado de estrellas y de noche.

Mientras, te susurro todos los cuentos de luna.
Donde los faroles se encienden para escuchar mientras alumbran,
así tus ojos atentos, parecen encender también los míos
mientras un interminable día más se nos apaga.

Dentro, tu mundo girando hacia mi centro,
mientras los latidos lo mantienen caminando.
Tú, jugando...
Con los dedos de los pies y de la las manos.
Yo, callando, mientras cierro los ojos y te abrazo.

El día despierta buscando tus sonidos
para comenzar a pintar el sol con tus rubores.
Yo, te llamo, suavemente por tu nombre para irte despertando.
Tú, pateando, un nuevo día que levantas y sostienes con tus manos.



ALEJANDRA PIZARNIK





Hija del viento



Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.



ALFONSINA STORNI





Presentimiento



Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.

Esta cabeza mía se parece al crisol,

purifica y consume,

pero sin una queja, sin asomo de horror.

Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,

bajo el límpido sol

nazca de un gran jazmín una víbora blanca

que dulce, dulcemente, me pique el corazón.




YANINA MAGRINI





Había una vez un hombre



Ayer estaba leyendo un libro de cuentos, esos
en donde la princesa besa al sapo
y se convierte en calabaza.

No, no era así.

Donde el sapo besa a la calabaza
y se convierte en princesa.

No, no creo que el sapo haya querido
el lado femenino,

más bien, el sapo, podría ser casi justo
y llamarse a sí mismo hombre verde.

Pero esa es otra historia. Sí.

Esa es la historia del Increíble Hulk :

               - “Había una vez, un hombre nervioso que se ponía verde cada vez que
                   le hacían notar que una transición no se rebuzna,
                                                                                                                se concibe...”


(de “avuso”)

GLORIA OSCARES




Mujer que medita



En el fondo de la noche
una mujer piensa en su trabajo
En la otra habitación duermen sus hijos
A medida que la sombra pasa
lava su pena
suaviza la frescura del sueño
su dolor