"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 30 de abril de 2025
VIVIANA PALETTA
El porvenir se cuela por la brecha del entendimiento.
Extraviado
en el hueco del amor. De estas ciudades
que
se apagan de una en una, de dos en dos.
Arrodillamos
la dentadura a su vera.
De:
“Arquitecturas fugaces”.
DAVID HERNÁNDEZ SEVILLANO
La
casa del artesano
Cuando
el amor se fue lo que quedó fue esto:
un
camino alfombrado con virutas
de
abedul y una senda
cubierta
con serrín de álamo negro;
dos
gubias, el serrucho, la escofina
dispersos
sobre el banco de trabajo
y
tres cuadros torcidos
y
unas sábanas rojas de franela
que
ya no son la noche
y un
espejo que da a ninguna parte.
Cuando
el amor se fue lo que dejó fue esto:
un
tarro con las brocas numeradas
y
otro con las promesas por cumplir,
cien
mentiras con guantes de boxeo
y un
domingo sin dulces de domingo
y un
enero sin nieve en el felpudo.
Cuando
el amor se fue me confesó un secreto:
A
nadie pertenezco, a ti tampoco.
Ninguno
de mis nudos y mis vetas
ha
llegado a ser tuyo.
Así cura
también ella su olvido.
La
vida es temporal y ser feliz
es
sólo una cuestión de perspectiva.
De:
“El arcón de los títeres”.
CZESŁAW MIŁOSZ
La
caída
La
muerte de un hombre es como la caída de una poderosa nación
Que tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,
Y ricos puertos y barcos en todos los mares,
Pero ahora no socorrerá ninguna sitiada ciudad,
No entrará en ninguna alianza,
Porque sus ciudades están vacías, su población dispersa,
Su tierra que una vez proveyó de cosechas está saturada de cardos,
Su misión olvidada, su lengua perdida,
El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montañas.
Versión
de Rafael Díaz Borbón
CARLOS SAHAGÚN
Quede
mi nombre
Que
mi reino no sea
la soledad del héroe pensativo,
sino tu fortaleza amurallada.
Hallen en ti refugio los días claros,
roto ya por mil flancos
el combatido cerco de la noche.
Y cuando zarpe el último navío
rumbo a la decepción definitiva,
quede mi nombre escrito sobre el agua,
indefenso, esperando
la hora en que tú desciendas suavemente,
sabiendo ya el camino, a recordarme.
MELCHOR LÓPEZ
Ante
unos cuadros de Mark Rothko
Sí,
usted fue, Mark Rothko,
el
último dios vivo. Sí, el último
dios.
O su enviado.
Sentado
ante sus cuadros, conmovido,
oyendo
ahora en esta sala
la
música que suena, mueve
silenciosa
las cuerdas, los colores,
las
franjas paralelas
de
su pintura,
con
mi espíritu al fin
hallando
su reposo, sosegándose,
ya
aquietada mi carne
en
su pobre materia,
vencidos
los deseos,
las
ansias doblegadas,
postrado
como en una iglesia
levemente
alumbrada
donde
apenas se oyesen en el eco
algunos
pasos, siento
que,
si me concentrara,
si
mi mirada se abriera, cerrándose,
ciega
en sus ojos, hacia adentro,
lograría
llegar
allá
donde usted, Rothko, pintaba,
lograría
pasar
sin
dolor, casi sin esfuerzo, sí,
al
otro lado.
De:
“Según la luz”.
MARÍA LORENTE
II
Fuimos esa mirada,
conjunto indescifrable
de entrañas y silencio.
Estuve tan sin ti,
tan sin mí
e irremediablemente
fuimos más que todo.
De:
“Magia es lo que ves”.