"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 5 de septiembre de 2022
DORI GÔMEZ
Arrebol
El
cielo rojizo va entrando
en
el alma de mis deseos,
recuerdos
de ocasos de mar,
de
rayos de sol iluminando
tú
ruborizada mejilla.
MI
corazón sereno
camina
por la orilla,
me
vienen suavemente
aromas
a salitre, a sal,
a
tarde ardiente.
Etérea
y leve como un poema,
eres
como de agua
mujer
ingrávida que como
los
rayos de sol en la tarde
iluminas
mi crepúsculo.
COVENTRY PATMORE
El
amante casado
¿Por
qué, habiéndola conquistada, me lamento?
Porque la gracia vestal de su espíritu
me incita a perseguirla incansablemente,
y ella, como un espectro, elude mis abrazos;
tan intensa es su femineidad que verla
es como besar la mano de una Reina,
caricia que no conforma ninguna familiaridad;
sino que marca la justa altura
a la que puede aspirar la negligencia,
así como las damas humildes hostigan
la gracia que confunden con imprudencia;
entonces ella con cálidos favores alimenta
la lealtad de un amor tan grande
que allí la presunción jamás se diferencia
en el acto o la palabra,
tan humildes como la mujer humilde puede ser,
Sus modales al llamarme Señor
me recuerdan la intensa cortesía;
y no menos el consentimiento de su voluntad
que mi orgullo herido afectó,
pero aquel noble estilo todavía
la impulsa a un inalcanzable desierto;
mientras evoco su risa y su aliento,
recuerdo que cuando todo está ganado
aún podemos preguntar,
reflejar la luz de la nieve sin esperanzas
que brilla en el éter de su virginidad,
porque, aunque libre de otros templos,
conservo este santuario bajo los cielos;
ya que, en definitiva,
ella nunca podrá ser mía.
ALICE MEYNELL
Tu
hermosa juventud
Te
importa tan poco tu hermosa juventud...
Ahora
sonríes hacia el cielo, pero no te quedarás aquí
cuando
el tiempo avance y altere tus fantasías más felices.
Conservo
tu hora dorada, y la restauraré.
Si
en algún momento del porvenir exploras tu viejo yo,
cuyos
pensamientos te recordarán a los del año pasado,
mírame;
ningún espejo conserva el aspecto de quien refleja,
pero
con mis infatigables atenciones ahora lo retengo.
Así
protegeré todas tus alegrías del Tiempo que se distancia,
seré
un tesoro donde tu dicha y el pasado
feliz
se conservarán inalterados.
Seré
un jardín afortunado por la transformación,
en
el que tu mes de junio nunca llegó a morir.
Pasea
un rato entre mi memoria.
Versión
de Xandru Fernández y Gonzalo Torné
VÍCTOR ANGULO
Playa
de la Malvarrosa
Una
mañana que no sabía qué hacer,
cogí
el coche de mi chica y me dirigí a Valencia.
Por
el camino,
a la
altura de Teruel,
me
entraron unas ganas terribles de bañarme en el mar.
Me
entró también un hambre atroz,
un
antojo bárbaro de paella de marisco que no lo pude
remediar,
así
que cuando llegué directamente me fui a una terraza
y me
pedí una ración doble.
Mientras
se hacía
le
dije al camarero que me sirviera una copa de vino blanco.
Me
la bebí y luego me puso otra.
Me
acabé el arroz y disfruté de un postre casero.
Me
tomé además un café cortado,
y
después tranquilamente me dirigí a la playa.
Ya
no me apetecía meterme en el mar,
sino
sentarme y contemplar el lugar mientras pensaba
en
Luis Cernuda;
mientras
pensaba en Manuel Altolaguirre, en la juventud
y en
la felicidad,
o al
menos así me gusta recordarlos;
así
me gusta imaginarlos,
corriendo
invictos y relucientes por la playa de la
Malvarrosa
como
en la foto que preside la mesa de mi despacho.
Me
pedí otro gin tónic
y de
pronto sentí que no tenía ganas de volver a casa.
Quería
dormir solo y me cogí un hotel en las afueras.
De
paso aproveché para llamar por teléfono.
Estaba
bien, sí… También el coche… Puedes coger
el
mío…
¿Ropa?…
Llevaba la puesta, pero no necesitaba más.
Simplemente
quería vivir la ausencia, la inquietud;
por
una noche, la mera suposición,
y
después volvería.
De:
“Street View”
LETICIA SALA
Luces
azules
Nos
escribimos durante semanas.
Dibujas
la cara que te imaginas que tengo.
Un
nuevo dibujo. Adivinas una peca nueva.
Chateamos
hasta el amanecer.
Por
la mañana
hay
restos de comida
entre
los huecos del teclado.
Si
alguien nos viese desde lejos,
vería
nuestras caras y dedos iluminados por una luz azul,
somos
dos
faros a medianoche
raspando
las curvas de una colina sinuosa,
el
único movimiento:
esa
luz azul.
De:
“In Real Life”
