jueves, 2 de agosto de 2012


LINA ZERÓN





Antes de amarnos



¿Qué fuimos antes de amarnos?
¿Quién eras tú?
¿Y yo quien era?
Fría lumbre en los labios contenida,
rígido corazón opaco,
áspero fruto mi vientre,
ligero ropaje de verano tu mirada.

Ahora que nos amamos...
fuego somos donde mariposas se suicidan,
cuerpos de luz,
piel ardiendo en rojas llamas,
hechizo inacabable.

Unidas en el mismo cuerpo sombras somos,
sueños revelados en poemas,
atraídas mareas por la luna,
enormes olas de amores fatigadas.

Ahora que te amo...
un insecto que nace en las mañanas
y muere por la tarde entre tus muslos soy,
suspendidas gotas de placer,
suspiro de Sol en el cenit,
sirena de agua dulce,
develada estrella bajo tu cuerpo.

Ahora que tú me amas...
eres símbolo de alianza entre los dioses,
amuleto colgando de mi cuello,
turbulenta agua con que mis flores riego,
lámpara que guía a los ciegos soy.

Ahora que nos amamos...
somos raíces cálidas de la tierra.


SERGIO GARCÍA






Di agua…



Di agua
Y me evaporo
Al suave
Contacto de tus labios

Di agua
E inundo
Tu piel a besos

Di agua
Y me vierto
Sobre tu territorio
Ruborizado

Di agua
Y me condenso
Sobre la aureola
De tu pezón rosado

Di agua
Y me derramo
En la oquedad
De tu vientre

Di agua
Y reverdece
Mi corazón
Por tu amor
Enajenado



DULCE MARÍA LOYNAZ





Si me quieres, quiéreme entera



Si me quieres, quiéreme entera,
No por zonas de luz o sombra.
Si me quieres, quiéreme negra
Y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Y morena.
Quiéreme día,
Quiéreme noche.
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!

JUDITH SANTOPIETRO





Invocación



El día que saliste de mí
el sol era un círculo manso,
inundabas las rendijas
de esta húmeda pocilga
con un llanto prolongado

Tus ojos,
grandes en esta habitación de grillos
para mirar una casa de pequeños muros;
y mi vieja razón,
esa piedra de filos indeseables,
preguntaba a dónde ir

Con el vendaval,
las chozas se balanceaban
y eran menos que toda la miseria
de la gente astillada en la ciudad

Te fuiste un día de soplos
y el resquemor sobrevino
para siempre;
las casas parecían no soportarlo
bullían de luz las tiendas
el desierto era frío
después el sol doró las ramas y la arena,
el calor fue espada ardiente
que acuchilla la piel

INGRID VALENCIA






Días




Dejaba de pertenecerme

La inabarcable sombra en la ciudad

El permanente exilio de los pájaros azules

La ventana rota de una garganta
a punto de encajarse
en un mar que se ennegrece

El infinito
descansando en el borde
de una pregunta

El sabor de un paréntesis

Dejaban de pertenecerme
las cosas muertas

Los días
Las cosas muertas.
Preanestesia en el piso 11

La mujer de blanco
me observa zurcir el precipicio
de aguja y vena

Los segundos gotean
hacia la sangre

Bajo sábanas
escucho el rumor del tiempo
casi ajeno

La luz levanta un muro
de siluetas húmedas

Hay un anciano
que aferra a su piel
la delgada línea del sol
como una espada
que lacera al cuerpo inerte

Sólo intento
tocar un ojo
antes de

Desaparecer.