lunes, 17 de abril de 2017


CÉSAR DÁVILA ANDRADE




Cacería del búho



Cuando abro la cabeza
mis ideas se posan en un millón de noches
espaciales.
¡Mi gloria está en no podrirme en los salones!

Ahora duermo ligeramente
mientras en el Oxígeno del Templo
preparan el caballo
que me trae las ostras del abismo.

¡Gran Chaco, qué bien huelen tus sepulcros!

Yo me acuso de haberte creado,
Padre de los volátiles y de los abedules; pero
cada noche te obligo
a entregarme la mosca digerida en el jilguero
más fresco del otoño.

¡Oscura Noche, vuelo ya hacia el Amor!

¡Planto mi árbol entre los altos huevos del palacio
y me río bajito
de las pequeñas tumbas emplumadas!

Yo decreto las ranas que ya no croarán.



FRANCISCO GONZÁLEZ DE LEÓN




Contagio



Melancólica lejanía de la mañana
donde se enfría
un melancólico son:
Tin
Tin
Tin...

Son los martillos sobre de un yunque,
es el repique de alguna fragua
que de algún barrio se halla al confín:
Tin... Tin...

Golpe que suena de pronto a fofo
sobre algún hierro caldeado al rojo;
pero que al fin,
un timbre afianza, pule y alterna
con ritornelos:
Tin... Tin…
Tin... Tin...

El cuentagotas de los instantes
mide la vida.
Va por los cielos un amplio azul.
Media diciembre.
Ya la saeta de la veleta
ve al Septentrión.

En un contagio, rumbos del alma
juntos volaron cuervo y vencejos.
Abro la celda de ensueños viejos
de mis tristezas con el llavín,
mientras perdido se oye a lo lejos
vuelto un perfume:
Tin... Tin...
Tin... Tin...


De: “Voces de órgano”


ALFREDO R. PLACENCIA




La enmienda



Díjele a la peña muda, estoica y fría,
que el mar golpeaba: "¿No sabes odiar?
Yo, en el caso tuyo, juro que odiaría.
¿Por qué el mar te azota? ¿no más por ser mar?"

Y dijo la peña que el mar golpeaba:
"Cállate boca, no vuelvas a hablar.
Deja que me azote, ¿no ves que me lava?
El mar que no azota, no sabe lavar."

Y dije a la peña: "Gracias, peña mía,
que a pensar me pones lo que ya sabía.
Si el dolor me tiene que purificar,
voy a ser un alma muda, estoica y fría.
No volveré a hablar."


ISABEL FRAIRE





yo creía que la muerte era una forma más de ser
y no la otra cara de las piedras presentes
busqué debajo de tu rostro la sonrisa de mi infancia
y hallé el guante enlutado de tu madre
tus palabras botaban como canicas por las escaleras del
silencio
hasta los pies de mi alma momificada por tu gesto
se abrió la tierra y se tragó los pájaros del alba que
contenían tus manos
y una marea de miedo inmóvil te cubría
la muerte se asentaba en los poros del día
y yo, vigilante impávido, presenciaba
la desintegración del universo



ELSA LÓPEZ





Mascarones de proa

Me hundo y luego vuelvo a renacer de nuevo.
No pueden las tormentas con mi rostro y su pena.
Derivo mar adentro.
Me tragan los abismos
y resurjo de nuevo sobre el mar y las olas.
Yo soy insumergible.
Como esos mascarones de los barcos antiguos
que navegan soberbios del tajamar en lo más alto.

2002


De: "Mar de amores"


VICENTE NÚÑEZ





21. Salve, Regina (escúchame,
necesito de nuevo
abrazarte esta noche),
Mater misericordiae
(detrás del cobertizo
del campo de deportes),
vita, dulcedo (cállate,
no te inmutes y canta:
nos está vigilando el Padre Errandonea).



De: "Teselas para un mosaico"