domingo, 20 de octubre de 2019

 

ALEJANDRO AURA





El azorado



¿A mí me han escogido?
¿Por qué?
¿Qué música puedo yo tener?
¿Qué he de decir?

A mí me gusta el confort,
la buena vida, el buen vino,
la buena plática, el café
y las flores.

¿A quiénes represento?
¿De qué puedo hablar?
¿Por qué yo?
¿Por qué yo?


De: “Alianza para vivir”


MARINA TSVETAIEVA





Perdón



¡Perdonadme, mis montes!
¡Perdonadme, mis ríos!
¡Perdón, oh mis campos!
¡Perdón, oh mis hierbas!

La madre bendecía a su soldado,
A su hijo que partía para siempre...
Desde el fondo de la pobre casucha,
Estas palabras: “¡Perdón, oh mis ríos!”


14 de mayo de 1918


GEORG TRAKL





Romance a la noche



Bajo una tienda de estrellas, un solitario
Atraviesa el silencio de la medianoche.
Un niño despierta, trastornado por sus sueños,
Su rostro gris se desmorona ante la luna.

Con el cabello suelto, la desquiciada
Llora ante las rejas de la ventana.
En la laguna van flotando
Los amantes en dulce paseo.

El asesino ríe pálido por el vino,
El honor a la muerte consume a los afligidos.
Desnuda y herida, una monja reza
Ante la agonía del Salvador en la cruz.

Una madre canta entre sueños suavemente.
Satisfecho, el niño contempla la noche
Con sinceridad en los ojos.
Las risas tintinean en el prostíbulo.

A la luz de una vela, abajo, en el respiradero,
El muerto pinta con blanca mano
Un silencio malicioso en la pared.
El durmiente sigue murmurando.



SAUL IBARGOYEN





Exilios



Alguien menciona todavía
la tristeza
vuelve a invocar la soledad
la necesita como a una almohada negra
y se equivoca de infancia
y cambia de ventanas
para desviar la luz.
Pero el sonido susurral del carpintero
fermenta las mesas la silla
los armarios
y hay un ruido de ríos ayuntándose
en el estrecho océano del Plata:
hojas muy delgadas conteniendo el agua
neblinosos colores cabalgando el barro
peces partidos playas rotas
deteniéndose en los cauces enterrados.
Alguien vuelve a repetir
que estamos solos
insiste que es mejor no estar
dejar de ser borrarnos.
Pero desde el principio transitamos
un ámbito de hierbas perdurables
y una oscura señora nos señala
que debemos entrar en cada casa
como sencillamente ingresa
una mano en un guante.
Alguien vuelve a navegar
su lágrima
a circular por ella hasta apagarse.
Pero hay una crónica sonora
clandestina rumorosa sangrienta
y una barca de pobrezas naufragadas
y cualquier María del Sur
en una clara tinta de mujer
se hunde
para estar después en su regreso.
Alguien contempla
el humo que viaja a otros países
las estrellas deshaciendo
su sistema celeste.
Qué templos habrá con altas piedras quemadas
qué animales sagrados y flores amarillas
y aguas evaporadas y nocturnos inciensos
y mujeres sometidas amando extrañamente
y navíos disgregándose en mares de violencia
y la sal clavada en la madera
y la amarga humedad de los muelles
bajo el viento?
Alguien cumple la raíz
de su viaje:
cuando declinan los trenes y los puertos
qué gastada lágrima
qué hilo visceral
qué monedas
se interrumpen o acumulan?
Alguien eleva su alabanza
a la anchura a la claridad
de otros aires otros soles otros cielos.
Hay manos que incansablemente
escriben
nombre por nombre
la señal
de aquellos todos que se fueron.



LÍBER FALCO





Noche



Vuelto a tu casa por la madrugada,
con un portazo descortés y frío
dejas la noche afuera,
y te acuestas solo con tu pensamiento.

"Qué grande el mundo, y qué pequeño,
qué lejos los amigos y qué cerca"

Y sigues solo con tu pensamiento.
Pero para dormir no lo precisas.
Y puesto que es así, ¿por qué no duermes?
¡Duerme!



JUAN GUSTAVO COBO BORDA





Poética



¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué heridas cura?