jueves, 24 de agosto de 2017


LAURA CASIELLES


  

Descentralizaciones (I)



Mientras una mujer en la Provenza
se abrochaba el corsé,
cinco mujeres preparaban sus cuencos de henna
en un harén no muy lejos de Tánger.
Mientras se escribía sobre el Cid,
se escribían también las Rubaiyyat.
Mientras se libraba una guerra entre Prusia y Austria,
miles de tártaros eran expulsados de Crimea.
A la vez que Carlomagno,
Kaya-Magan.
El día en que Gavrilo Princip
asesinó al príncipe Francisco Fernando
se cumplían dos años
del día en que se autorizó la compra del Canal de Panamá.
Y el año en que murió Winston Churchill,
Mehdi Ben Barka despareció en París en extrañas circunstancias
y la India independiente hizo oficial uno de sus más de treinta idiomas.
Mientras Bolívar se subía a su caballo,
los ingleses se instalaban en Tasmania.
Los fusilamientos del 2 de mayo
no son lo mismo que el 2 de mayo de 1812,
cuando los colonos desistieron del sitio a Cuautla.

Si son anécdotas, todas son anécdotas.
Si son hechos importantes, todos ellos son hechos importantes.


De: “Los idiomas comunes”


MARTA JAZMÍN GARCÍA NIEVES





No sé otra forma de decir
antídoto
vuelo
valentía.
Me sale pronunciar
culebra
araña viuda
pájaro muerto
vacío.

Sé muy bien que la realidad sucede
primero que sus nombres.
y que antes de la formación del mundo
ya habitaban los miedos
en la boca.
así en su forma real
de letras no concebidas.
en sus cuerpos sin inventar
fríos
estampados
peludos
cóncavos
gravitantes.

El lenguaje siempre ha sido eso:
una procesión de animales peligrosos
que no nos atrevemos
morder


RICARDO PLATA SOTO





Lluvia interna



Llovió dentro de la habitación
afuera de estas paredes marinas
el día es un nudo rojo y caluroso.
Anoche dormí escuchando música de tortugas.
El techo son nubes de algodón  negro,
las gotas duelen cuando me tocan
lluvia de agujas salvajes,
el agua ataca los archiveros
los libros se vuelven de tinta líquida,
los barcos de papel están destinados al naufragio.
Mi cuerpo se llena de sustantivos mojados,
las extremidades se oxidan y no me muevo,
el silencio tiene un acento azul claro,
mi nombre se llena de agua,
los rostros de las fotografías terminaron por ahogarse,
los gritos de auxilio de la televisión por fin cesaron.
Soy una estatua de carne húmeda,
comienzan los relámpagos,
se incrustan en mis pies,
los muros se electrifican
y el corazón vuelve a latir.


VICENTE ROBALINO




En el último umbral



Somos el ave que cruzó el último cielo.
La pregunta que flota en el aire antes de ser silencio.
Las manos que se cansaron de suplicar al tiempo un poco de
indulgencia.
La mirada que fue una mera espectadora de la crueldad de la
distancia.
La promesa de volver al sitio donde empezó la vida
El fracaso de haber sido desterrados de una felicidad interminable.
La certeza de llevar en la frente el estigma de la desobediencia
La piedra donde se escribió la abominación del pecado.
La sombra que vagó por el desierto cargando su propio pasado.
La hojarasca del miedo arrojada a los felinos de la noche.
El deseo como un mendigo que va de puerta en puerta
y se sienta en el último umbral para constatar su harapienta soledad
sus huesos presentidos por el espejo donde llaman a la muerte.

La huella indeleble del dolor y sus impávidas cicatrices.
Una historia de humillantes verdugos y falsos fabuladores.
Una sed insatisfecha de dioses que nos intimidan con su venganza.
Y un árbol que en su vejez solo hospedó pájaros carniceros.



CHRISTIAN ZURIETA




Día



Hoy te hablo de amor y lo comparto con la llama.
Hablo de los amigos que son de toda la vida.
Es mi oficio hablarte -Un hombre cuando ama
no puede compararse con una llama extinguida-.

Y el lenguaje mudo nunca cesa.

Sigo con el castigo de decir lo que atardece.
Es como el hablar de un redundante camino
y cenar bajo la luna en un rosal que no crece,
recordar las memorias que bailan en el vino.



SANTIAGO GRIJALVA




Retorno

La madurez del hombre consiste en recuperar
la seriedad con que jugaba cuando era niño.
Friedrich Nietzsche



La cometa que volaba cuando niño
escapó una noche, a mano de otra generación.

El rostro de la muerte
pintó acuarelas
con los dedos.

Los nervios quedaron
en la caja de los primeros zapatos,
en la falta de decisión
para gastarlos.

Andamos más y crecimos menos.

Llorar ante lo desconocido me empapó de vergüenza.

Qué retórica absurda
querer ser niño
sabiendo poco
y conociendo tanto.

Entierro mis juguetes
junto a un hueco en mi patio
los dejo bajo tierra
hasta un segundo aviso.

La lluvia me empapa
y el niño que fui
llora hasta por los cabellos.

Decidí no dormir
temiendo despertar más viejo.

Detengo la película,
y me recuesto en las manos tejedoras de mi abuela,
en el momento preciso que boicoteé la infancia
entendiendo que la vida
era una forma de morir.

Llama la primavera
me invita a salir,
pero el día de mi cumpleaños
no es una buena fecha para morir.

Se me pasa la vida
frente a los vidriosos ojos de la muerte
posados sobre mí.

Me quejaría,
pero fui yo quien la llamó.

Por fin al otro lado
todo el mundo me reprocha el trabajo.

Me encontró la parca
y yo no estaba exhumado.

Ahora me encargo de las cosas de la fría muerte:
escribo registros y sello papeles.

Quién diría que hasta en la otra vida
mi destino era ser burócrata.