En el último umbral
Somos
el ave que cruzó el último cielo.
La
pregunta que flota en el aire antes de ser silencio.
Las
manos que se cansaron de suplicar al tiempo un poco de
indulgencia.
La
mirada que fue una mera espectadora de la crueldad de la
distancia.
La
promesa de volver al sitio donde empezó la vida
El
fracaso de haber sido desterrados de una felicidad interminable.
La certeza
de llevar en la frente el estigma de la desobediencia
La
piedra donde se escribió la abominación del pecado.
La
sombra que vagó por el desierto cargando su propio pasado.
La
hojarasca del miedo arrojada a los felinos de la noche.
El
deseo como un mendigo que va de puerta en puerta
y se
sienta en el último umbral para constatar su harapienta soledad
sus
huesos presentidos por el espejo donde llaman a la muerte.
La
huella indeleble del dolor y sus impávidas cicatrices.
Una
historia de humillantes verdugos y falsos fabuladores.
Una sed
insatisfecha de dioses que nos intimidan con su venganza.
Y un
árbol que en su vejez solo hospedó pájaros carniceros.
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