jueves, 24 de agosto de 2017

SANTIAGO GRIJALVA




Retorno

La madurez del hombre consiste en recuperar
la seriedad con que jugaba cuando era niño.
Friedrich Nietzsche



La cometa que volaba cuando niño
escapó una noche, a mano de otra generación.

El rostro de la muerte
pintó acuarelas
con los dedos.

Los nervios quedaron
en la caja de los primeros zapatos,
en la falta de decisión
para gastarlos.

Andamos más y crecimos menos.

Llorar ante lo desconocido me empapó de vergüenza.

Qué retórica absurda
querer ser niño
sabiendo poco
y conociendo tanto.

Entierro mis juguetes
junto a un hueco en mi patio
los dejo bajo tierra
hasta un segundo aviso.

La lluvia me empapa
y el niño que fui
llora hasta por los cabellos.

Decidí no dormir
temiendo despertar más viejo.

Detengo la película,
y me recuesto en las manos tejedoras de mi abuela,
en el momento preciso que boicoteé la infancia
entendiendo que la vida
era una forma de morir.

Llama la primavera
me invita a salir,
pero el día de mi cumpleaños
no es una buena fecha para morir.

Se me pasa la vida
frente a los vidriosos ojos de la muerte
posados sobre mí.

Me quejaría,
pero fui yo quien la llamó.

Por fin al otro lado
todo el mundo me reprocha el trabajo.

Me encontró la parca
y yo no estaba exhumado.

Ahora me encargo de las cosas de la fría muerte:
escribo registros y sello papeles.

Quién diría que hasta en la otra vida
mi destino era ser burócrata.



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