Retorno
La madurez del hombre
consiste en recuperar
la seriedad con que
jugaba cuando era niño.
Friedrich Nietzsche
La
cometa que volaba cuando niño
escapó
una noche, a mano de otra generación.
El
rostro de la muerte
pintó
acuarelas
con los
dedos.
Los
nervios quedaron
en la
caja de los primeros zapatos,
en la
falta de decisión
para
gastarlos.
Andamos
más y crecimos menos.
Llorar ante
lo desconocido me empapó de vergüenza.
Qué
retórica absurda
querer
ser niño
sabiendo
poco
y
conociendo tanto.
Entierro
mis juguetes
junto a
un hueco en mi patio
los
dejo bajo tierra
hasta
un segundo aviso.
La
lluvia me empapa
y el
niño que fui
llora
hasta por los cabellos.
Decidí
no dormir
temiendo
despertar más viejo.
Detengo
la película,
y me
recuesto en las manos tejedoras de mi abuela,
en el
momento preciso que boicoteé la infancia
entendiendo
que la vida
era una
forma de morir.
Llama la
primavera
me
invita a salir,
pero el
día de mi cumpleaños
no es
una buena fecha para morir.
Se me
pasa la vida
frente
a los vidriosos ojos de la muerte
posados
sobre mí.
Me
quejaría,
pero
fui yo quien la llamó.
Por fin
al otro lado
todo el
mundo me reprocha el trabajo.
Me
encontró la parca
y yo no
estaba exhumado.
Ahora
me encargo de las cosas de la fría muerte:
escribo
registros y sello papeles.
Quién
diría que hasta en la otra vida
mi
destino era ser burócrata.
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