"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 31 de mayo de 2022
GERTRUDIS PEÑUELA
Amor no es…
Ya
ni versos escribo, sólo queda
este soñar de lágrimas teñido,
y una queja distante en el olvido
azul lejano de tu voz de seda.
Amor no es, es algo que remeda
la desmembranza del rosal caído,
donde ya ni las sombras hacen nido,
ni el viento en rondas de cristal enreda.
Algo que ayer fue lirio de mi fuente,
frescura de mi noche, y suavemente
luminar en mi senda florecida.
Algo que en mi agonía aún retengo,
porque es la única verdad que tengo
y no puedo arrancarla de mi vida.
MARIO BENEDETTI
Ustedes y nosotros
Ustedes
cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros
cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual
ustedes
cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez
nosotros
cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien
ustedes
cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom
nosotros
cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud
ustedes
cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón
nosotros
cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función
ustedes
cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal
nosotros
cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar
ustedes
cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros
cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.
LUIZA ROMÃO
paris
nadie te avisó i’m so sorry
nadie se acordó de decírtelo
un hombre que escoge el amor
jamás será redimido
que frote con acetona
los dientes de su hermana
que prenda fuego a cuarenta y tres
araucarias en extinción
que clave en el salón
la carcasa del último búfalo de agua
y
todo esto voilà
todo esto es comprensible
pero un hombre que elige el amor
eso es imperdonable
De: “Também guardamos pedras aquí”
Versión de Sofía Crespo Madrid
RAMÓN COTE
Para empezar el año
Llevas
dieciséis años escribiendo
al lado de la misma ventana y en todo este tiempo
has venido rasgando con tu codo la tela del sofá
que ahora cubres con un modesto paño
para que las visitas no adviertan enseguida
el daño continuo que le has hecho al mobiliario de la casa.
Dos
hijas, varios libros publicados, un matrimonio
y una biblioteca, la compañía del whisky, cientos de noches
y miles de cigarrillos. Así, igual que entonces,
empiezas otro año con la misma costumbre,
considerando la posibilidad de llamar al tapicero
pero en ningún momento de cambiar de lugar
ni mucho menos de oficio.
Algo
de todo esto habrá que valga la pena,
piensas, ya de noche, con un vaso en la mano repleto de hielo
al lado de esa ventana que te ha visto tantos años
hacer lo mismo en soledad, sin molestar
a los vecinos, escuchando las notas del piano
de las variaciones Goldberg –gran Glenn Gould-
lector de cuello inclinado, fantasma entre el humo,
silencioso suicida.
SAMUEL VÁSQUEZ
No sé
No
sé que una muchacha llora en su cuarto
cerca de mi casa. No sé que un niño cabalga en su
potro de madera y nos deja rezagados en la carrera
de su sueño. No sé que una mujer esconde un
cuchillo de temor bajo la almohada de su abandono.
No sé que un músico se ahorca en el sol temperado
de su contrabajo. No sé que alguien roe el muro que
divide la luna para conocer la justicia de sus manos.
No sé que un hombre resbala en su propio miedo.
No sé que otro es desarraigado de su tierra como un
árbol sin sombra. No sé que alguien apaga las luces
y choca contra su propio cuerpo. No sé que en un
atezado crisol se muta plomo en oro. No sé que el
asesino da de comer a las palomas. No sé que un
espejo miente. No sé que un taimado provoca un
derrumbe de rocas para ocultar el peñasco. No sé
que tú me deseas en un secreto que acrecienta mi
soledad. No sé que alguien calla en otra lengua
palabras hechas con la sustancia del sueño.
No sé que en una tarde que no llega, muere un sabio solo,
lejos. No sé que un poeta llega al misterio y huye
enajenado por su fulgor. No sé que usted lee ahora
estas palabras:
JORGE ZALAMEA
Narcisiana
Ésta
era otra casa.
La de los muchos patios:
el patio de las ceremonias y los grandes;
el patio de los huéspedes bienvenidos;
el patio de los niños;
el patio de las criadas;
el patio de los lavaderos y los bebederos;
el patio de las caballerizas;
el patio de las aves de corto vuelo;
el patio de las legumbres suculentas.
Y ahora estaba solo,
solo en la casa de los muchos patios,
solo el muchacho.
Comenzó
a recorrer el feudo ceremonial.
Espejos
en el cuarto del piano,
Espejos en el salón de las reverencias, las hipocresías y las palabras vanas,
Espejos en el comedor artesonado,
crujiente de porcelanas y cristales,
llameante de cobres y de azogues de plata;
Espejos en la alcoba de la madre,
Espejos en la alcoba de la hermana mayor, la muy mimada…
Espejos,
espejos
en laberinto de traidoras aguas.
Las
aguas agrietadas de lunas venecianas,
como rostros de ancianas;
las aguas cristiazules de Alemania;
las aguas de Holanda, vermerianas;
las aguas nacaradas de Francia;
las implacables aguas de España.
¡Nadar,
nadar
en esas aguas!
Con
candidez de lirio
se desnudó el muchacho:
enhiesto como un grito,
limpio como una espada,
enjuto como un eje,
blanco como una hostia
de amor sacrificada…
Se miraba,
se multiplicaba,
se sumergía,
giraba,
danzaba
una danza horizontal
en la altamar de los espejos.
