lunes, 7 de junio de 2021


 

EUGENIO MONTEJO

 


  

Islandia

 

 

Islandia y lo lejos que nos queda,
con sus brumas heladas y sus fiordos
donde se hablan dialectos de hielo.

Islandia tan próxima del polo,
purificada por las noches
en que amamantan las ballenas.

Islandia dibujada en mi cuaderno,
la ilusión y la pena (o viceversa).

¿Habrá algo más fatal que este deseo
de irme a Islandia y recitar sus sagas,
de recorrer sus nieblas?

Es este sol de mi país
que tanto quema
el que me hace soñar con sus inviernos.
Esta contradicción ecuatorial
de buscar una nieve
que preserve en el fondo su calor,
que no borre las hojas de los cedros.

Nunca iré a Islandia. Está muy lejos.
A muchos grados bajo cero.
Voy a plegar el mapa para acercarla.
Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras.

 

JOAO MAIMONA

 

 

 

El vid sentinel

 

 

El centinela era. Cruzó los pies en la puerta

mi jardín.

 

La puerta Sentinel

las puertas de mi jardínera

la hora temprana.

 

Alcanzado. Escupir en mi césped.

Cómo pagar tributo

mi sangre. Es tan fácil

hacer retrospectiva!

 

El centinela era. Cruzó los pies en la puerta

mi jardín. Escupir en mi césped.

Enumeró las puertas del jardín.

Perdido en declamaciones que terminaron

la puerta de las puertas del jardín

No recuerdo las de sus hijos. Su oscuridad.

Sus caminos.

 

 

ROSSANA ARELLANO HASSON

 


 

Enlutados    

                          a Carlos Morales del Coso

 

 

 

Hacía frío en Treblinka...

 

Aún intentan descifrar

mi apellido y nuestros nombres

en firmamentos de ceniza.

 

Sangre helada, primaveras enterradas...

 

Dónde el ahora escarlata de tu letra

desplegándose esencial

en la ruptura de mi descendencia.

 

Desolación en sendero de hilvanes...

 

Parábola de soledad,

silencio que agarrota las alas,

muerte que usurpa almas a destiempo.

 

Colocamos al viento los llantos...

 

Oh! rosa sin ojos, mundo en vela,

en el púrpura del ayer

buscas una sombra... que no hallarás.

 

Acaricia la tierra toda humedad de sangre...

 

Flor funeraria que nos llenó de luto,

pecho condecorado,

tefilim al brazo, duelo eterno.

 

 

SALVADOR NÉLIDA

 

 


Asombrado vivir

 


Con este idioma actual
hecho de imprecaciones,
de arrebatos,
de insólitas ternuras,
quiero dejar constancia
de mi hora,
de mi altivo durar,
de esta violencia
que irrumpe
como un vínculo de fiebre,
de asombrado vivir
que se desata
y atropellando voces
cede a la algarabía:
torreón iluminado,
presurosa desnudez
de la sangre,
flecha tendida
de un espacio
a otro espacio.

 


De: “Al acecho”

PHILLIS WHEATLEY

 


  

A la Universidad de Cambridge

 

 

Mientras que un ardor intrínseco incita a escribir,
Las musas prometen ayudar a mi pluma;
Hace poco que salí de mi tierra natal
La tierra de los errores y la oscuridad egipcia:
Padre de misericordia, fue tu mano gentil
Me trajo a salvo de esas moradas oscuras.
Estudiantes, a ustedes se les ha dado la posibilidad de explorar las alturas
Arriba, para atravesar el espacio etéreo,
Y marca los sistemas de los mundos giratorios.

 

Aún más, hijos de ciencia recibís
La dichosa noticia de los mensajeros del cielo,
Cómo fluye la sangre de Jesús para tu redención.
Verlo con las manos extendidas sobre la cruz;
La compasión inmensa en su pecho brilla intensamente;
Oye a los maldicientes, y no resiente su desprecio:
¡Qué incomparable misericordia en el Hijo de Dios!
Cuando toda la raza humana por el pecado había caído,
Se dignó morir para resucitar,
Y compartir con él en los cielos más sublimes,
Vida sin muerte, y gloria sin fin.

 

Mejorar sus privilegios mientras se quedan,
Vosotros discípulos, y cada hora redimiste, que lleva
O buen o mal informe de ti al cielo.
Que el pecado, ese mal pernicioso para el alma,
Por medio de vosotros os fuisteis, ni os remitiereis;
Suprimir la serpiente mortal en su huevo.
Ye floreciendo las plantas de la raza humana divina,
Un Etiopía te dice que eres tu mayor enemigo;
Su dulzura transitoria se convierte en dolor sin fin,
Y en inmensa destrucción hunde el alma.

 

FERMÍN VILELA

 

 

  

Interferencia

A Paul Celan, y disculpas
si lo salpiqué de tierra

 

Este bosque de antenas oxidadas
fue el horizonte en donde se perdió
mi pequeña transmisión. Y quien veía
cómo te alejabas hoy escribe,
distorsión y pala en mano.

 
Había tierra en nosotros.
Las bocas llenas por dentro.
Cavamos. Tierra en nosotros.
Cavamos y cavamos hasta llegar
al pozo sensible de la herencia.

 
Una mañana dejamos las palas
tiradas en el suelo. Me abrazaste
y te traje hacia mí, escuchando
el silbido del viento entre los pinos,
entre las pausas de este enorme cablerío

 
seguías cavándome– a través de la interferencia.