"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 20 de junio de 2025
FÉLIX MOYANO
Radial
Mi propio corazón una ciudad con un terrorista
atrincherado en el despacho del alcalde.
STEPHEN DUNN
Lo
has comprobado. Sabes que ahora es cierto.
He intentado escapar de los pronombres.
Crear un artefacto menos subjetivista,
pero yo no he podido.
Y digo yo [quizás el término más neutro
y más ambiguo al mismo tiempo]. Digo
el yo, repito el yo, me balanceo.
El péndulo golpea mi columna (el cabecero
nunca agrietó las paredes por ti).
Y digo yo, lo digo ahora, sabes
que nunca me gustó
estar en este lado del tablero.
AUDRE LORDE
Padre
Hijo y Espíritu Santo
No
he visto nunca la tumba de mi padre.
No es que sus ojos judiciales
hayan sido olvidados
ni las huellas de sus grandes manos
en nuestros pomos crepusculares
media vuelta cada noche y venía
empapado de asuntos del mundo
inmenso y silencioso como el deseo de todo el día
preparado para redefinir una a una nuestras figuras
sino que ahora los pomos crepusculares
esperan, y no nos reconocen cuando pasamos.
Cada
semana una mujer distinta,
tan regular como su copa rápida de cada tarde,
arranca la hierba su silencio crece
llamándola matojo. Cada semana
una mujer distinta tiene la cara de mi madre
y él, que tiene tiempo,
sin cambio,
debe de estar asombrado,
pues conocía y amaba sólo una.
Mi
padre murió en silencio, amando la creación
y las respuestas bien definidas.
Vivió juicios quedos de asuntos familiares
y murió conociéndome un 15 de enero de ese año.
No
he visto nunca la tumba de mi padre
no vaya a ser que me convierta en polvo.
JUAN BONILLA
Los
días heterónomos
Pasan
en procesión
los
días heterónomos
y
los recuerdos no funcionan,
se
nos disuelven
como
episodios
de
los que sólo quedan titulares,
los
detalles se pierden,
y se
borran los gestos,
persisten
sólo sensaciones generales,
grandes
palabras como cuevas húmedas
en
las que hubo mucha vida
de
la que sólo quedan pintarrajos
en
la pared.
Uno
tras otro pasan
los
días heterónomos.
No
somos ley de nuestro propio estar,
somos
mundo sujeto al mundo,
se
nos imponen ciegas,
con
una fe epidural,
leyes
de fuera
dictadas
en despachos donde nadie nos conoce.
Y
son entonces
las
voces puntiagudas de la prisa,
los
vagones de metro
atestados
de gente con el voto decidido.
En
días heterónomos
no
nos bastamos,
necesitamos
un certificado, un pago, un no sé qué,
nos
exilia el espejo
con
zafios epitafios,
los
recuerdos se ahogan en placenta,
la
sensación de haberlo ya vivido todo
nos
quema
no
sólo por haberlo ya vivido todo
–hemos
amado hasta el desastre,
nos
han amado hasta el agotamiento,
hemos
matado, sí,
nos
hemos incrustado en un arcoíris,
hemos
visto un eclipse,
varios
amaneceres en distintas lenguas,
hemos
reído tanto
que
hemos llorado poco–
sino
también por no tener
más
ganas de vivirlo otra vez…
Ah
quién pudiera
saber
vivirse en la repetición,
tararear
el estribillo pegadizo
de
estar aquí,
sin
voto decidido,
buscando
sólo
un
día autónomo en el que nos bastemos,
seamos
mundo no sujeto al mundo,
seamos
ley que vuele en los pasillos del ahora…
un
pájaro sin nombre.
Un
pájaro que no pueda abatirse con un nombre.
De:
“Los días heterónomos”
RUMI
Acuna
mi corazón
Anoche,
recostado sobre el techo
Pensaba en ti
Y vi una Estrella especial,
La llamé para que te lleve un mensaje;
Postrándome ante ella le pedí que lleve mi gesto
A aquél Sol de Tabriz
Para que con su luz
Pueda tornar mis oscuras piedras en oro.
Descubrí mi pecho para mostrarle mis cicatrices;
Le pedí noticias
De mi Amante sediento de sangre.
Mientras esperaba,
Iba de aquí para allá
Hasta que el niño en mi corazón quedó silencioso
Y durmió como si estuviera meciendo su cuna.
Ay Amado, amamanta al niño del corazón
Y no detengas nuestro cambio.
Has cuidado a cientos
No dejes que se detenga conmigo.
Al final, el pueblo de la unión es el lugar para el corazón
¿Por qué retienes este corazón desconcertado
en el pueblo de la desintegración?
Me he quedado enmudecido,
Pero para librarme de esta sequedad
¡Oye Tabernero! pásame el narciso del vino.
HỒ XUÂN HƯƠNG
Su
barco solitario destinado a flotar sin rumbo
Su barco solitario destinado a flotar sin rumbo
en medio de la corriente, cansado, triste, a la deriva.
Su
dominio abrumado de deber y sentimientos
el bote sacudido por tormentas, sin rumbo, errante.
Ella
continúa remando sin importarle quién intente atracar
sigue navegando, sin importarle quién desafía las corrientes.
Quien
quiera venir a bordo estará satisfecho
mientras ella toca su guitarra, triste y sin rumbo.