lunes, 19 de agosto de 2019


EDUARDO MITRE





12



Te descubro a mi lado
todavía temblando
como recién rescatada
de un naufragio.
O de un incendio.


De: “Húmeda llama”



MARÍA ELOY-GARCÍA





La miss



toda ella era la historia de la estética
radiante y moderna
a menudo se mostraba atravesada por el verbo
como una serpiente moviendo su cascabel
al ritmo del poderoso veneno
teresa transverberada y hortera
fluye por el érebo de la calle
con piernas que son tierra
para un torso que es un mundo
su sostén neoplatónico
ordena a la forma surgir sobre la materia
en virtud de la realidad superior
que son sus tetas absolutas
sus tetas a priori sus tetas inmutables
culo inteligible sólo para agustines de hipona
de tan aplínea resultas dionisíaca
concepto vivo para pantalla gigante
te vistes de platón de plotino de plaitex
para el encendido virtual de tu cuerpo matemático
porque la realidad no está pactada en el sueño
te haces mordiéndote y tan figurativa te ves
que podrías condenarnos si quisieras
a la abstracción eterna


De: “Metafísica del trapo”


MARIO MORALES MONROY




Al pueblo de Guatemala



El pueblo encadenado lloró veintidós años
al golpe del azote de un hombre que sin ley
pasó su poderío oyendo adulaciones,
y luego envilecido creyose un rey.

Y el pueblo subyugado, que al fin alzó la frente,
no pudo ni un momento gozar de libertad,
porque otros más tiranos violaron sus derechos
por miedo de traiciones, intrigas y maldad.

Y han sido desde entonces reinados de ignominia…
la libertad es mito, el pueblo muerto está:
¡Y en esta eterna noche de crímenes horrendos
cual hienas, los sicarios la despedazan ya!

¿En dónde están los bardos de versos trepidantes
y aquellos de verba y de pensar?
¿En dónde están los clérigos de ideas liberales
que el púlpito en tribuna conviertan al hablar?

Hoy surgen periodistas, lacayos de libreas,
que nacen de rodillas y aman la adulación,
y no hay viriles hombres que por la patria luchen,
ni quien antes sus eras le ofrezca el corazón.

Aquellos que tuvieron arrojo y heroísmo
para lograr un día la patria liberar
pagaron con su sangre su intento redentorio
y en tumbas ignoradas les fueron a enterrar.

Aquí hay generaciones con pánico y enfermas
de ver crueles torturas, ¡gestápico terror!
¡y en la nación entera hay una incertidumbre,
que a todos exaspera, que a todos causa horror!

Y en este lapso agónico de penas y miseria
en que es insoportable ya tanta vejación,
se ufanan los verdugos de ser los opresores,
¡mientras en los hogares es grande la aflicción!

Nosotros que del pueblo luchamos sin descanso:
¿habremos sido libres siquiera alguna vez…?
luchamos por la patria y siendo peor que esclavos
vivimos bajo el látigo que infamatorio es.

Hagamos porque el pueblo recobre su civismo,
que no haya más esbirros como un eterno mal…
¡para que en nuestro cielo y en el escudo ostente,
con arrogante orgullo, sus plumas el quetzal!

Ni con palacios de oro, de perlas recamados,
la sangre derramada no la podrán lavar
y esos horrendos crímenes que han sido cometidos
como hechos detestables, tendrán que perdurar.

ARTURO CAPDEVILA





In memoriam



Madre del alma, madre: Es la hora en que pienso
las cosas más amargas. De par en par abierto
está el ensobrecido palacio del recuerdo.

Por las desiertas salas, bajo los sacros techos,
la vieja pompa es humo; toda la casa, un hueco;
y en el hogar, tú sabes, que es ya ceniza el fuego.

Así es la vida: polvo. Menos que polvo: viento.
Menos que viento: sombra. Menos que sobra: un eco.
Acaso un eco inútil. ¡O todavía menos!

¿Qué me quedó siquiera de tus sagrados besos?
¿Qué me quedó de aquellas caricias de otro tiempo?
Polvo en la frente... ¡Vana ceniza entre los dedos!

¿Qué me quedó siquiera de tus postreros besos?
Contigo se callaron. Contigo se durmieron.
—También los enterramos, dirá el sepulturero.

Por el callado alcázar de mi recuerdo, yerro.
Contémplanme las quietas cariátides de yeso,
y hay una que interroga: —¿Qué quiere acá, ese muerto?


RAFAEL MAYA





Seremos tristes



Oye, seremos tristes, dulce señora mía.
Nadie sabrá el secreto de esta suave tristeza.
Tristes como ese valle que a oscurecerse empieza,
tristes como el crepúsculo de una estación tardía.

Tendrá nuestra tristeza un poco de ufanía
no más, como ese leve carmín de tu belleza,
y juntos lloraremos, sin lágrimas, la alteza
de sueños que matamos estérilmente un día.

Oye, seremos tristes, con la tristeza vaga
de los parques lejanos, de las muertas ciudades,
de los puertos nocturnos cuyo faro se apaga.

Y así, bajo el otoño, tranquilamente unidos,
tú vivirás de nuevo tus viejas vanidades
y yo la gloria póstuma de mis triunfos perdidos.


ANDRÉS ELOY BLANCO





Elba



¡Elba, mujer o isla! Tu trenza al viento,
racha del Mare Nostrum sobre una selva,
se tiende, y en tus besos ponga un violento
vino de sus vendimias la isla de Elba.

Lenguas de mar te ciñan, y en tus colinas,
donde muertas sirenas yerguen las ancas,
para sus catedrales y sus Sixtinas
amase Miguel Ángel sus carnes blancas.

¡Bravo islote de carne! Mis barquichuelas,
bajo la noche negra tiendan las velas
y hacia tu playa blanca lancen la prora.

Así en la negra noche, tus ojos claros
serán, si tú me miras, como dos faros,
y si me miras mucho, ¡serán la Aurora!