martes, 26 de abril de 2022


 

HEBERT ABIMORAD

 


 

El grito de Edvard Munch

 

 

una pasarela, tres figuras y dos barcos
la primera figura adelantada

sus ojos y su boca
son órbitas sin contenido
que pueden ver y sorprenderse
pero qué ve
¿es un grito de horror?
¿es un grito de sorpresa?
es el grito
es el yo primitivo
o eres la transformación de sorpresa en horror
no es lamento
titubea una luz en el remolino de los barcos
dos sombras azuladas
preguntan por ti
para llevarte a algún lugar
al lugar de los barcos
allá a lo lejos
es otra luz
un remolino reluciente
te espera

descubriste sus intenciones
y ellos se acercan y tu cuerpo bambolea
y tus manos aprietan tu cara
qué horror
ausencia de exclamación

la humanidad ante tus ojos
una mujer contempla a lo lejos
pero no interviene
consternación
no te ayudará
se queda tiesa
fuera del cuadro

y ellos se aproximan
por la pasarela
sólo te separa el azul
que lentamente se oscurece
queriendo conquistar el verde

y a tu espalda la luz reluciente
roja de tu salvación
corre
libérate de tu rigidez
de tu cuerpo oscuro
moribundo
de tu rostro pálido alterado
tu soledad no infunde piedad
tú lo provocaste
y ellos se acercan
zambúllete en le verde
salva el resto

el del sombrero parece más decidido
le lleva un paso a su compañera

tres barandas te separan

no me mires
si es que me miras
estoy fuera de ti
no te puedo ayudar
estoy fuera
del lienzo

de adónde viene la pasarela
en la que tres figuras
son un destino

¿adónde va la pasarela?
¿al final qué encontrarás?

a lo lejos
la esperanza es rojiza
a lo lejos los barcos
esperan
pero ellos allí
siempre allí
obstaculizando el camino
obstaculizando la mirada

quieres cabalgar sobre un caballo
desbocado
y huir
pero no puedes
el terror paraliza
eres un S que quiere escapar
del lienzo
con dos brazos
y dos manos que soportan el peso
de una mirada que ya no es
tu cabeza es una sola imagen
que quieres triturar

son todos los gritos acumulados
es tu grito
gritas
tus ojos quieren ver
descubrir algún indicio de mentira
están vacíos
ondulaciones de colores
por doquier
tu cuerpo ondula
tu grito es la pesadilla
de todos
tu palidez
es la palidez de nuestras conciencias
vaga el mar
el anaranjado soleado a lo lejos
no oye el grito
no oye nuestro grito.

 


LUIS CARLOS LÓPEZ

 

  

A mi casa

 

 

¡Pobre casa de mis antepasados!
Si pudiera comprarte, si pudiera
restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera

subir a tus salones empolvados,
para en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera…

Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,

¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
de un biznieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa!…

 

 

CECILIA VICUÑA

 

  

Luxumei

 

 

Necesito decir
que mi atavío natural
son las flores
aunque me vestiré
de un modo increíble
con plumas
dientes de loco
y manojos de cabellera
de Taiwan y Luxumei.
Cada vez que estornudo
se llena el cielo de chispas
hago acrobacias
y piruetas endemoniadas
cada noche
me sale una espalda adyacente.
Soy de cuatro patas
preferentemente,
las ramas
me saldrán por la piel,
estoy obligada a ser
un ángel con la pelvis
en llamas.

 

JOAQUÍN CIFUENTES SEPÚLVEDA

 

  

Un puñado de tierra

 

 

Que me den esas manos agua bendita y fresca,
que me den, Madre mía, agua fresca y bendita;
que un albor de azucena en mi carne florezca
y que sea dulzura en el alma proscrita.

Me alentará la fuerza de la tierra olorosa
y el lagrimear ingenuo será flor de ilusión;
buenos brazos serpientes serán nudo de rosa
en el lanzamiento de la transformación…

Que me den un puñado de la tierra, que al cuerpo
transformara en simiente y lo hará germinar,
y cubrirá el recuerdo de nuestro ensueño muerto
tierra de sepultura que se hará eternidad.

 

 

LUIS ROGELIO NOGUERAS

 

  

 

Defensa de la metáfora



El revés de la muerte (no la vida)
el que clama por agua (no el sediento)
el sustento vital (no el alimento)
la huella del puñal (nunca la herida)
Muchacha antidesnuda (no vestida)
el pórtico del beso (no el aliento)
el que llega después (jamás el lento)
la vuelta del adiós (no la partida)
La ausencia del recuerdo (no el olvido)
lo que puede ocurrir (jamás la suerte)
la sombra del silencio (nunca el ruido)
Donde acaba el más débil (no el más fuerte)
el que sueña que sueña (no el dormido)
el revés de la vida (no la muerte)

 

FRANCISCO MADARIAGA

 

  

Pasajera mulata

 


Mulata, lo radioso está totalmente entregado al
movimiento.
Amor es tu piel de pus de vidrio repartiendo
los dones calientes de la vida,
Dando a cada mundo su parte,
a cada hombre su parte.