"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 28 de junio de 2025
GLADYS GONZÁLEZ
Orquídeas
envuelta
en papel
dentro
de un cajón
encontré
una carta antigua
que
no había leído
al
salir del hospital
hablaba
de orquídeas deshojadas
que caían sobre el piso de tu casa
sobre
la esperma de una vela
detrás
de los muebles y el polvo
que
no te atrevías a recoger
orquídeas desvanecidas
que cubrían los recuerdos de mi ausencia
luego de la mudanza
la escalera
sin vida
la
ropa interior bajo la almohada
tus
viaje, el murmullo del bosque
el frío de la
montaña
me
decías que me amabas
que
era tu niña
que
aún podía volver
De:
“Calamina”
LUIS CHAVES
El wok
Tibios
en el wok
los restos de la cena.
Comimos sin cruzar palabra
acompañados por el disco
que sigue sonando.
La
mente en blanco
desde hace siete meses
concluye lo que puede:
una canción dice cosas
que en un poema sonarían mal.
SERGIO C. FANJUL
Romance
del freelance y la acacia
Obsesionado
por la finitud,
a mitad de la jornada laboral
–por llamarla de alguna manera–
el freelance se asoma al balcón
y charla con la acacia.
A
veces, cuando la agita el viento,
la acacia parece que está viva,
–porque lo está– y que le hace
señales al freelance, cimbreando las ramas,
para que huya, para que huya
de cualquier cosa hacia cualquier otro lugar.
La
acacia, arquitectura en rama,
está viva desde hace mucho tiempo,
mucho tiempo más que el freelance.
Pero la acacia vieja, valiente hija de acacia,
siempre conserva el silencio. Quizás
se comunica mediante algún tipo
de extraña onda vegetal que el freelance
no es capaz de percibir. Los freelance
no tienen antenas, todavía, y las acacias
guardan todos los secretos de la ciencia.
La
acacia sabe de lo eterno y de lo inmóvil,
de la fotosíntesis; el freelance teme a la muerte
y no se puede estar quieto, surfea grácilmente
el mercado laboral tratando de no descalabrarse,
consume sin cesar carbohidratos y grasas saturadas.
Pero
quizás la acacia esté loca.
Por
las noches, cuando tiene pesadillas,
el freelance sueña que la acacia,
con sus miles de ramas retorcidas
en una geometría fractal, sube a pulso las persianas,
y abre las puertas del balcón
y se estira hasta su cama,
y agarra su cuerpo
y le ahoga sin piedad.
Los
días que tiene dulces sueños,
el freelance sueña que la acacia le arrulla,
le coloca bien la manta y le acaricia las mejillas.
En
cualquier caso, al despertar cada mañana,
sale al balcón y ve a la acacia ahí delante,
tan quieta, y aunque sea primavera
y esté cubierta de explosiones
de hojas verdes reflejando el sol,
le da la impresión de que la acacia
está muerta.
Y
entonces no sabe si aquello le deja más tranquilo
o le provoca una tristeza humana,
espesa y abismal.
Aún
legañoso y despeinado
mira a la acacia, ahí delante,
tan quieta y tan acacia,
tan callada,
y piensa:
esta es mi casa.
De:
“Pertinaz freelance”
CAMINO ROMÁN
6.
Está
bien usar palabras como ‘rosas’
Palabras como ‘claveles’
Palabras ya muy usadas pero que quedan bien
Sobretodo si te las regalan
Cuando estas vivo.
ANTONIO LUCAS
Federico
García Lorca
Y al
mirar qué ves exactamente. Qué crees que ven los
muertos cuando la vida vuelca de su parte. Cómo suena
una bala por la espalda, una esquirla contra el olivo de tu
angustia. Qué ve la nieve si te mira. Qué dicen en verdad
las palabras que tú dices, su séquito de escarcha. En tu
voz aún suena un hombre que llega de vivir con serena
arquitectura, con fuerza deseante. El que trae a los maricas
la primicia de la noche, el informe de la orgía, el destilado
de los negros en Santiago de Cuba. Y un miedo del tamaño
de su bota o su mordisco.
Dónde
viven los poetas una vez asesinados, en qué espejo
sediento, en qué brasa de olvido, en qué morgue del sol. En
tu crimen descubrimos la horma de la historia. Hechizado
de amor, callado de pronto, qué ven tus ojos noche arriba,
qué teatro sin hacer. Qué traiciones y promesas. Qué
agravio de repente. Qué avenida sin pájaros.
Tú
que vas pidiendo paso como agosto. Tú que vienes
temblando de tanta vida innumerable, sabrás que nada es
lo que de ti nos dicen. Ni el reino tan hermoso de tu risa.
Ni la fiesta del niño vendaval. Ni el hechizo del embajador
de las retinas. Yo creo que era otra cosa. Por eso abrazo tu
manera de estar solo y tu condena. Tu angustia hecha de
gente,
pues a favor de los felices nunca crece la verdad. Y
cómo desalojas la tristeza del piano. Y cómo se rebela el
luto contra ti.
De:
“Los desnudos”
GONZALO GRAGERA
Jazmines
Estos
jazmines sobre la azotea
y la pachanga dándonos la tarde
al recoger los platos de la mesa.
Dos
a dos. Queda en tablas el partido
y mi padre murmura y se molesta
de una mala postura en el tresillo.
Un
domingo de exámenes, ya junio
crece calores, año 2005.
Un número lejano y diminuto.
Estos
jazmines, blanco y transparencia
que retratan, sin letras e impolutos,
casi todo lo escrito en tus poemas.