"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 4 de febrero de 2019
EDITH SÖDERGRAN
Primero
quisiera escalar el Chimborazo...
Primero quisiera escalar el Chimborazo
en mi propia tierra
y pararme allí sin aliento
con la corona del triunfo.
Luego quisiera escalar la montaña de la fama
a la que sonríen los dorados trigales del mundo
y pararme allí feliz
contemplando las rosas.
Y al final he de escalar la montaña del poder,
aún no conquistada,
desde donde las estrellas sonríen más dulces
bendiciéndolo todo.
Primero quisiera escalar el Chimborazo
en mi propia tierra
y pararme allí sin aliento
con la corona del triunfo.
Luego quisiera escalar la montaña de la fama
a la que sonríen los dorados trigales del mundo
y pararme allí feliz
contemplando las rosas.
Y al final he de escalar la montaña del poder,
aún no conquistada,
desde donde las estrellas sonríen más dulces
bendiciéndolo todo.
MARITZA CINO ALVEAR
2
Desde
que hablamos el mismo idioma
la
ciudad es lejana y desaparece,
tu
fuego y mi tierra se precipitan
a una
marea imperceptible.
Hasta
que pueda imaginarte nuevamente,
conservo
tu leyenda interrumpida
como la
insignia de un nuevo idioma
/que me somete.
LUCILA NOGUEIRA
El puñal en la cintura
Gitana,
si, el puñal en la cintura
Todo
abandono al ímpetu más súbito
Leopardo
o león, fulguro en el peligro
Águila
que descansa en las alturas
El
mundo es una carta de baraja
La sé
pasar como atravieso el fuego
Y al
enemigo cruel convierto en piedra
Con mi
simple mirar de salamandra
La luz
del sol encaro desde niña
En una
rotación salvaje y ávida
Soy
nómade y pagana y desafío
A los
perros domésticos y urbanos
Gitana,
sí, garras de terciopelo
Cargo
la suerte en mi carromato
Y yo sé
tu secreto y tu futuro
Bailarina
andaluza en velo de llamas
JUAN SANCHÉZ PELAEZ
Al principio al
final
Si ella premedita dureza o ternura (O lucha en vacuas
direcciones),
Si me obsequia o niega,
Apago el conmutador.
Me veo con mansedumbre en el lecho,
Me toman el pulso, me hallo lejos,
Pruebo a la mujer de ceniza,
Única de fruto, de cortar las venas e irrigar el vientre,
Oquedal de un badajo a rastras,
Al principio al final
Insomne en la misma constelación,
Hambre en nuestra holgura y unigénito sueño.
Si ella premedita dureza o ternura (O lucha en vacuas
direcciones),
Si me obsequia o niega,
Apago el conmutador.
Me veo con mansedumbre en el lecho,
Me toman el pulso, me hallo lejos,
Pruebo a la mujer de ceniza,
Única de fruto, de cortar las venas e irrigar el vientre,
Oquedal de un badajo a rastras,
Al principio al final
Insomne en la misma constelación,
Hambre en nuestra holgura y unigénito sueño.
De: "Filiación oscura"
MANUEL SCORZA
La casa vacía
Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.
Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.
¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.
Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.
Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.
Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo
Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.
Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.
¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.
Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.
Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.
Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo
De: "Los adioses "
HERNÁN LAVÍN CERDA
¿Otra vez el premio Nobel?
Discúlpenme, pero no quisiera recibir el
Premio Nobel por segunda vez. Pienso que sería muy peligroso para mi pobre y a
veces lúcida inteligencia emocional. Mi estilo perdería su equilibrio tan
lógico desde la cuna, sí, desde siempre, y yo acabaría por perder no sólo el
estilo que aún me caracteriza, sino además esa tranquilidad privada y pública.
Como ustedes saben, yo soy gnóstico de
ficción, aunque gnóstico al fin. Medio conceptista y sorpresivamente barroco
por si las pulgas o las moscas, esas criaturas celestiales que también obedecen
al Destino y son muy trascendentes, aun cuando los miembros de la Academia
Sueca no lo vean así, de ese modo, y estimen que ideológica o artísticamente no
es posible comparar a las moscas con las pulgas. Sea como fuese, no quisiera
irme por las ramas o en puro vicio verbal, como gritaba Enrique Lihn jalándome
las orejas.
Discúlpenme, señores del jurado, pero no me
gustaría recibir el Premio Nobel en segundas nupcias. El haberlo recibido una
vez, basta y sobra en demasía, para decirlo al estilo de don Miguel de
Cervantes Saavedra, el de Alcalá de Henares, abuelo y nieto de Sancho Panza
simultáneamente. Se los agradezco en el alma, pero no me hagan sufrir como si
yo fuera un católico delirante o un musulmán endemoniado. Si me otorgan el
Nobel por segunda vez, sin duda que sería una muestra de crueldad insoportable.
Hemos sufrido mucho desde la primera noche del Génesis, con algo de júbilo y
entusiasmo. ¿Me creen? ¿Por qué se burlan de mí? ¿Ya no me creen?
No me obliguen a felicitarlos públicamente,
sacándoles la lengua desde la torre más alta del Castillo de Chapultepec, al
mediodía, y con la mejor intención del mundo.
El poeta sonríe, mueve el cuello sin mucho
entusiasmo y da por concluida la conferencia de prensa con las palabras de su
amigo Monsiváis: “No sé si ya no entiendo lo que pasa en México y en el mundo,
o más bien ya pasó lo que entendía”.
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