jueves, 16 de abril de 2015

ANTONIO MACHADO


 

Desgarrada la nube; el arco iris...

 

Desgarrada la nube ; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.

Desperté. ¿ Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris...,
¡el agua en tus cabellos!...

Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.

 

 

 

SALVADOR RUEDA


  

La lámpara de la poesía

 

Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento
como un aceite de aroma y de gracia la ardiente poesía,
y a los ensalmos exhala cantando su fresca armonía,
vase llenando de luz inefable la esponja del viento.

Rozan los versos como alas ungidas de lírico ungüento
sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
cual si moviera sus plumas de magia de Dios el aliento.

Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos,
que goteantes de sílabas puras derraman sus trinos
desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.

Y revolando las almas acuden de sed abrasadas
como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
en el temblor de la fuente sube del verso de oro.

 

LUIS G. URBINA

 


Las perlas

 
 
Como al fondo del mar baja
el buzo en busca de perlas,
la inspiración baja a veces
al fondo de mis tristezas
para recoger estrofas
empapadas con mis penas.
Y en cada uno de mis versos
viven, con vida siniestra,
mis deseos, mis temores,
mis dudas y mis creencias
¡Qué mucho que yo los ame!
¡Qué mucho que yo los lea,
si son hojas arrancadas
al libro de mi existencia!

Cuando en mi oscura memoria
la frase brillando queda,
como en un jirón de nube
el reflejo de una estrella,
es porque bajó tan hondo
la inspiración a cogerla,
que en esa frase palpita
el corazón del poeta.

Siempre que a soñar me pongo
encantadoras quimeras,
imposibles ideales,
seres de extraña belleza
que habitan en luminosas
arquitecturas aéreas;
formas que flotan aisladas
y diáfanas, y serenas,
como los ángeles blancos
de la Divina Comedia,
la realidad de la vida,
inflexible, me despierta,
y quedo confuso y triste
sintiendo angustias supremas,
como esas aves que huyen
en busca de primavera
y en alta mar las sorprende
el furor de la tormenta.

Entonces escribo, escribo
con una ternura inmensa,
que sólo cuando hago versos
el alma llora y se queja,
y la inspiración se hunde
en el mar de las tristezas
para recoger estrofas
empapadas en mis penas.
Y sin embargo, en el fondo,

Cuántos dolores se quedan
sin expresión, tan intensos
que no caben en la idea,
porque son, deseos vagos,
aspiraciones inmensas,
alas que exploran espacios,
sueños de cosas eternas,
nostalgias de extraños mundos,
citas de lo que no llega...
La inspiración es un buzo
que no ha pescado esas perlas.

 

 

CHARLES BAUDELAIRE




De Spleen e Ideal:



45. ¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria...

 

¿Qué dirás esta noche pobre alma solitaria,
Qué dirás, corazón, marchito hace tan poco,
A la muy bella, a la muy buena, a la amadísima,
Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?

-El orgullo emplearemos en cantar sus loores;
Nada iguala al encanto que hay en su autoridad;
Su carne espiritual tiene un perfume angélico,
Y nos visten con ropas purísimas sus ojos.

En medio de la noche y de la soledad,
O a través de las calles, del gentío rodeado,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.

A veces habla y dice: «Yo soy bella y ordeno
Que por amor a mí no améis sino lo Bello;
Soy el Ángel guardián, la Musa y la Madona».

 

Las flores del mal:
(Versiones de Antonio Martínez Sarrión)

 

 

BENJAMÍN PRADO


 

La dulce vida entre la hierba verde
                                                                (Garcilaso de la Vega)

 

Hay un silencio, abajo, de estatuas destruidas.
Amanece.
                     Recuerdas
el amor con su ambiente de barco amotinado,
la vida como un sueño con tesoros y mapas,
el rocío y su lava de cristal.

Amanece. Recuerdas.
Los caballos rompieron la lluvia con sus cascos;
las torres eran parte de tu sangre,
tu muerte se añadía a las campanas.

En su memoria azul,
río abajo, las aguas te recuerdan ahora;
te apoyas en un muro matizado de hiedra,
el carbón de la vida
                                         se consume en tus ojos
y la nieve
sofoca el fuego de tus manos.

No preguntaste entonces quién movía las águilas,
quién juntó las tinieblas y los lobos
quién sembró la semilla del árbol del ahorcado.

Cuando ardía el laurel y se quebraba el hielo.
Cuando tu corazón se asociaba a la escarcha.
Cuando la luz fue parte de la noche.

Cuando el sol extendía su óxido por la arena
alguien te vio dejar,
perdida junto al cisne redondo de la luna,
la dulce vida entre la hierba verde.

 

De "Un caso sencillo"1986

 

 

MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA


 

Invitación al amor

 
 
¿Por qué, señora, con severa mano
cerráis el camarín de los amores,
si hay notas de cristal en el piano
y en los jarrones de alabastro flores?

¿Por qué cerrar la habitación secreta
y atar las rojas alas del deseo
a la hora misteriosa en que Julieta
oyó crujir la escala de Romeo?

¿Habré sido tal vez en vuestra vida
rápida exhalación, perfume vago,
sombra de un ave que en veloz huída
se desvanece sin rugar el lago?

¿Nada os habló de nuestro amor perdido
ni el lirio azul ni la camelia roja,
ni la fuente de mármol esculpido
que vuestras verdes parietarias moja?

¿Nada os habló de mí? Ni los carmines
que os salen, si me veis, a la mejilla,
ni vuestra alcoba azul, ni los cojines
que dibujan, hundidos, mi rodilla ?

¿No oía la voz del viento que se estrella
de vuestra reja en los calados bronces?
Muy negra está la noche... como aquella
y desierta la calle..., como entonces.

¡Ah! Vuestro labio sin piedad mentía,
no ha muerto aún nuestra pasión, señora;
no cantan las alondras todavía,
ni se estremece en el cristal la aurora.

Vano temor, escrúpulo cobarde,
nuestras almas desune y nos aleja.
Dejad me, pues, que silencioso aguarde
y que os vele de pie junto a la reja.

Permitid que tenaz y enamorado
contemple vuestro cuerpo de sultana
y admire por sombra recatado
vuestro cutis de tersa porcelana.

Dejadme ver, inquietas y curiosas,
vuestras pupilas a través del velo,
y que me hablen de amor como a las rosas
les hablan las estrellas desde el cielo.

No, no es verdad que nuestro amor ha muerto,
por más que la borrasca nos desuna.
El niño vive aún, está despierto
y nos tiende los brazos en la cuna.

Todo cual antes en la quieta alcoba
mi vuelta aguarda y esperando queda:
desde la obscura puerta de caoba
hasta el sitial de purpurina seda.

Todo os habla de mí: la tersa fuente,
los cortinajes blancos y rojizos,
hasta el peine de nácar transparente
que detiene en la nuca vuestros rizos.

Todo secretas pláticas entabla
y cuenta nuestras citas amorosas.
Todo, señora, de mi amor os habla
con la muda elocuencia de las cosas.

Es inútil huir; la noche cierra;
tiende la sombra su callado velo;
los pájaros se juntan en la tierra
los astros se buscan en el cielo.

¿Por qué luchar cuando el amor suave
cantan los nidos y la estrella helada,
si tenéis, al andar, algo de ave
y mucho de lucero en la mirada?

El parque humedecido por las lluvias,
el agua que aromó vuestros cabellos,
las brisas frescas y las hebras rubias
que tiemblan de pasión en vuestro cuello.

Todo, perfume, claridad o nido,
os habla de mi amor y nos alienta,
hasta las cintas del corsé ceñido
que mis esquelas de pasión calienta.

Todo me aguarda aún: la muelle alfombra,
la puerta franca, el cortinaje espeso;
en un rincón del canapé, la sombra,
y en vuestros labios de carmín, el beso.

No queráis resistir; los sueños míos
conocen vuestros íntimos pesares,
y vos venís a mí como los ríos
corren a confundirse con los mares.

¿Por qué la soledad en torno vuestro?
¿Por qué dejar el comenzado viaje?
¿Por qué la pena y el color siniestro,
de vuestro negro y ondulante traje?

Todo para ayudaros se conjura:
las ondas melancólicas suspiran...
los niños duermen y los astros miran.