viernes, 30 de mayo de 2025


 

NOVALIS

 

 

 

Consuelo del universo – ¿dónde te ocultas?

 


Consuelo del universo – ¿dónde te ocultas?
Ya está encargada hace tiempo – tu habitación,
Anhelan todos bien pronto ya verte
Y abren el pecho ya a tu bendición.

Arrójale de ti, Padre – violentamente;
Que de tu brazo al mundo – venga a caer.
Largos siglos su amor y su inocencia
Lejos del mundo hiciéronle esconder.

Despréndase de los tuyos – a nuestros brazos,
Que de tu aliento divino – cálido esté;
Mandale dentro de grávidas nubes
y al fin nuestro suelo huelle su pie.

Mándale en frescos raudales – al mundo estéril
Fulmínale cual un fuego – deslumbrador;
Aire y perfume, música y rocío,
Embébase la tierra de su amor.

Así serás dirimida – ¡oh, santa lucha!
Así serás aplacada – ¡rabia infernal!
Y siempre en flor nos sonreirá de nuevo
El antiguo paraíso terrestre.

Ya la tierra se remoza – ya reverdece;
Llena a todos del Espíritu – el sacro ardor
De gozo henchido dispones el pecho
A acoger amoroso al Salvador.

Ya se retira el invierno; – un nuevo año
Hoy se llega del pesebre – cabe al altar:
El primer año es que el mundo mismo
El Niño se ha atrevido a reclamar.

Al Salvador que se acerca – ya ven los ojos,
Esos ojos ya tan llenos del Salvador
Entre las flores que ciñen su frente
Miran los suyos con sin par dulzor.

El es el sol y la estrella – para nosotros;
Es él de la vida eterna – fuente gentil,
En la mar, en la luz, plantas y piedras
Brilla y sonríe su faz infantil.

En parte y en cosa alguna – jamás descansa
Su amor inconmensurable – su obra de paz
A todo pecho, sin que éste lo advierta,
El se pliega y adhiérese tenaz.

Todo un Dios para nosotros – para sí un niño,
Ámanos con la más tierna solicitud;
Nuestro alimento es él, nuestra bebida;
Fieles hemos de serle en gratitud.

La humana miseria crece – de día en día;
Un clamor alza el hombre – en su estrechez:
Oh, Padre, deja partir al Amado
Y entre nosotros veámosle otra vez.

 

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

 

  

 

Pago que da el mundo a los poetas

 


Dícese de Quevedo que fue claro
y que en algunas coplas está obsceno;
Góngora puede ser que fuese bueno,
pero ya sus comentarios le hacen raro.

El Calderón, que nos lo venden caro,
sólo de lo amatorio fue muy lleno
y nos dejó en la cómia un veneno
que nos hemos bebido sin reparar.

La idea de Juan Pérez fue abatida,
de Solís intrincada, ¡infeliz suerte!
¡Ay, ciencia pobre! ¡Facultad perdida!

¡Mundo borracho, que al varón más fuerte
después de ajarlo, miserable, en vida,
predicas estas honras en su muerte!

 

PABLO VERLAINE

 

 


 

Mujer y gata

 


La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar me provocó maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón… y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

 

 

FRANÇOIS VILLON

 

 

 

Balada de las mujeres de París

 


Tienen las boquitas finas
florentinas, venecianas,
bien pueden ser celestinas,
sobre todo las ancianas;
frente a lombardas, romanas,
genovesas -lo advertís-,
piamontesas, saboyanas,
el buen pico es de París.
De buen hablar tienen fama,
dicen, las napolitanas,
cacarear las inflamas,
alemanas y prusianas;
sean griegas, egipcianas,
de Hungría o de otro país,
españolas, catalanas,
el buen pico es de París.
Bretonas, suizas, quien cuente,
ni gasconas, tolosanas:
dos pescadoras del puente
las callan. Ni lusitanas,
inglesas y calesianas,
(¿cité muchas?, ¿qué decís?)
o picardas, valencianas,
el buen pico es de París.

Envío

Príncipe, papá a las parisinas
el premio del bien decir;
no obstante las italianas,
el buen pico es de París.

Cuarteta

Yo soy François, lo que me pesa,
nací en París, junto a Pontesa,
y de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.

 

Nota: Poema escrito en prisión, cuando Villón fue condenado a la horca.

 

OSCAR WILDE

 

  

 

Impresión de viaje

 


Era un mar de zafiro y el cielo
ardía en el aire como ópalo candente;
izamos nuestra vela; soplaba bien el viento
hacia tierras azules situadas en el Este.
Desde mi proa alta divisé a Zakynthos:
cada bosque de olivos, cada cala,
las escarpas de Ithaca, el blanco pico de Lycaon,
y flores esparcidas en colinas de Arcadia.
El batir de la vela contra el mástil,
el rumor de las olas contra el casco,
rumor de risas jóvenes en la popa,
todo lo que se oía, al comenzar a arder el Oeste.
Y un rojo sol cabalgó por los yeguas.
Pisaba, al fin, el suelo griego.

 

 

ODYSSÉAS ELÝTIS

 

 

 

Del Egeo

 


I
El amor
El archipiélago
Y la proa de sus espumas
Y las gaviotas de sus sueños
En la vela más alta el marinero hace ondear
Una canción

El amor
Su canción
Y los horizontes de su viaje
Y el eco de su nostalgia
En la roca más mojada la novia espera
Un barco

El amor
Su barco
y la despreocupación por sus vientos etesios
Y el foque de su esperanza
En su más suave oleaje una isla acuna
La llegada.

 

 

II
Juguetes las aguas
En los sombríos vados
Anuncian con sus besos el alba
Que despunta
Horizonte –

Y las palomas torcaces un eco
Hacen resonar en su cueva
Despertar azul en la fuente
Del día
Sol-

Da el mistral la vela
Al mar
Las caricias de los cabellos
A la indolencia de su sueño
Relente –

Una ola en la luz
Hace renacer los ojos
Donde la Vida boga hacia
La contemplación
Vida-

 

 

III
Murmullo beso en su arena acariciada – Amor
Su libertad azul la gaviota
Entrega al horizonte
Olas vienen y van
Espumosa respuesta en los oídos de las caracolas
¿Quién se llevó a la muchacha rubia y quemada por el sol?
La brisa con su soplo transparente
Inclina la vela del sueño
A lo lejos
Amor su promesa murmura – Bisbiseos.