miércoles, 26 de noviembre de 2025


 

DULCE CHIANG

 

 

Ciclo tercero de luna

 

 

La Desnuda sueña.
Duerme un pez girando en los anillos de Saturno.
Ella gravita cerca del techo,
oscila el hilo de plata que la resguarda del interno vacío.

Una gran ola incandescente
a torrentes le baña los pechos intactos
y orbitan sus extremidades rumbo al radiante.

No se puede tocar a La Desnuda.
El sopor viscoso del cuarto en penumbra reza:
“Sólo onanismo permitido”.
Los dedos de La que Duerme Levitando
transpiran un hedor a tres ciclos de Luna.

La han llamado Virgen del Cosmos.
La que Flota junto al Techo.

Se llueve santísima y dormita
la Desnuda Iluminada,
Milagrosa Fluorescente,
Poderosa y Voladora

 

 

MARICELA GUERRERO

 

  

Acumulación

 

 

Un poema es una acumulación que se distiende:
costal de gatos refulgentes en las bóvedas del
tiempo: prisa y nebulosas:
días repletos de cestos de fruta
y de cestos con cáscaras y semillas.
Días colmados de prisa y nebulosas, hijo.

 

 

BEATRIZ SAAVEDRA GASTÉLUM

 

  

Cicuta de tiempo

 

 

Dialogo con los muertos
para ver al otro lado como un ciego,
recorro la senda indescifrable
prisionera de mi cuerpo,
de esta sombra que me busca en la memoria.

De algún modo dispongo mi esqueleto
en el intrincado paso de imágenes y nombres,
pero sueño también
y me revelo
en la desmesura del instante,
en la cicuta del tiempo.

Bajo el sigilo de la acera
escucho el resonar de un diálogo involuntario,
la ociosa espera
para moverme en la vasta noche silente
y olvidar el sueño último,
el polvo de universo intolerable
que acumula el pasado
esa luz que se apaga
trazando voces desde otra puerta.

Son las mismas caras,
rostros fugitivos comiendo el pan de otros
y en su sopor infinito
penetran mi infatigable desnudez
en transparencia.

 

  

DAVID GONZÁLEZ LOBO

 

 

Descanso

 

 

Buscas una rama de encina,
un nido,
o por lo menos la nervadura de una hoja nueva.

En el espejo apenas quedaba un boceto de su piel,
restos del calor de las manos
y un trébol morado bajo la lluvia, el viento y la nevada.

Un mirlo
cruza entre los lirios
y la hierba.

El tiempo se rompe o se congela. Dime.



LEONARDO ALEZONES LAU

 

 

 

Noche de jaurías



al término de la mansedumbre
la fiel dentellada
se hace vil

así sea en un vuelco contra la mano
que guía al can
perro fantasmal
si ya ha sido dormido

(¿es o no este virus un sueño?)

humanidad
cuando no conozca
de amos ni de credos

es entonces
qué los colmillos se astillan
unos contra otros
materialízalos
crispando tus vellos
y ladra fuerte frente a sus cámaras



HORTENSIA CARRASCO SANTOS

 

 

Cada una de mis palabras

 

 

Escucho la voz de una niña latir en mi garganta.
De ella escapan los gritos
que no hice cuando mi infancia se apostillaba
entre las faldas de una mujer pretérita.
Esa pequeña debiera observarme desde un sembradío de cebada
y burlarse de mi presente porque vivo al día y de ese a diario
voy con la carne de mi cuerpo por la casa o por la calle.
Tiemblan los albañales por donde mi sangre pasa
y empujan un ruido de níquel, un ruido de papel, un ruido de tela.
Si la niña encendiera un cerillo para quemar las cáscaras del llanto,
y en esa quemazón murieran los animales del odio,
los botiquines serían usados para curar cada raspón de la niñez
y así yo no escucharía a la yo que grita
y me señala con el dedo dónde colocar cada una de mis palabras.