"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 9 de julio de 2020
RUDYARD KIPLING
El vampiro
Un
idiota había que rezaba
(igual que tú y yo)
a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos la mujer despreocupada)
pero el idiota te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y yo)
(igual que tú y yo)
a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos la mujer despreocupada)
pero el idiota te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y yo)
Oh,
los años perdidos. las lágrimas perdidas
y el trabajo de nuestra cabeza y mano
pertenece a la mujer que no sabía
(ahora sabemos que no podía nunca saber)
y no comprendíamos.
y el trabajo de nuestra cabeza y mano
pertenece a la mujer que no sabía
(ahora sabemos que no podía nunca saber)
y no comprendíamos.
Un
idiota había que sus bienes gastaba
(igual que tú y yo)
honor, fe, una tentativa segura
(y no sólo era eso lo que la señora quería decir)
pero un idiota debe seguir su instinto natural
(igual que tú y yo)
(igual que tú y yo)
honor, fe, una tentativa segura
(y no sólo era eso lo que la señora quería decir)
pero un idiota debe seguir su instinto natural
(igual que tú y yo)
Oh,
el trabajo perdido, los tesoros perdidos
y las mejores cosas planeadas
pertenecen a la mujer que no sabía por qué
(ahora sabemos que no sabía nunca por qué)
y no comprendíamos.
y las mejores cosas planeadas
pertenecen a la mujer que no sabía por qué
(ahora sabemos que no sabía nunca por qué)
y no comprendíamos.
El
idiota reducido fue a su pellejo idiota
(igual que tú y yo)
lo que puede ella haber visto que le dejó de lado-
(pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó)
así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto
(igual que tú y yo)
(igual que tú y yo)
lo que puede ella haber visto que le dejó de lado-
(pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó)
así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto
(igual que tú y yo)
Y
no es la vergüenza ni la culpa
que hiere como un tizón al rojo-
se llega a saber que ella nunca supo por qué
(viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)
y nunca pudimos comprender.
que hiere como un tizón al rojo-
se llega a saber que ella nunca supo por qué
(viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)
y nunca pudimos comprender.
LORD BYRON
Acuérdate de mí
Llora
en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.
Es
la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede aniquilar.
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede aniquilar.
¡Acuérdate
de mí!… Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.
Oye
mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.
LUIS DE GÓNGORA
A un sueño
Varia
imaginación que, en mil intentos,
A pesar gastas de tu triste dueño
La dulce munición del blando sueño,
Alimentando vanos pensamientos,
A pesar gastas de tu triste dueño
La dulce munición del blando sueño,
Alimentando vanos pensamientos,
Pues
traes los espíritus atentos
Sólo a representarme el grave ceño
Del rostro dulcemente zahareño
(Gloriosa suspensión de mis tormentos),
Sólo a representarme el grave ceño
Del rostro dulcemente zahareño
(Gloriosa suspensión de mis tormentos),
El
sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Síguele;
mostraráte el rostro amado,
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
PAUL VERLAINE
Las conchas
Cada
concha incrustada
En la gruta donde nos amamos,
Tiene su particularidad.
En la gruta donde nos amamos,
Tiene su particularidad.
Una
tiene la púrpura de nuestras almas,
Hurtada a la sangre de nuestros corazones,
Cuando yo ardo y tú te inflamas;
Hurtada a la sangre de nuestros corazones,
Cuando yo ardo y tú te inflamas;
Esa
otra simula tus languideces
Y tu palidez cuando, cansada,
Me reprochas mis ojos burlones;
Y tu palidez cuando, cansada,
Me reprochas mis ojos burlones;
Esa
de ahí imita la gracia
De tu oreja, y aquella otra
Tu rosada nuca, corta y gruesa;
De tu oreja, y aquella otra
Tu rosada nuca, corta y gruesa;
Pero
una, entre todas, es la que me turba.
SEAMUS HEANEY
Muerte de un naturalista
Durante
todo el año el dique de lino supuraba
en el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada
el lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños.
A diario chorreaba bajo un sol de justicia.
Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardones
tejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor.
Había también libélulas, mariposas con lunares,
pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa
de huevos de rana que, a la sombra de las orillas,
crecía como agua coagulada. Aquí, cada primavera
yo llenaría los tarros de mermelada con gelatinosas
motas para poner en fila en el alféizar de la casa,
y en el colegio, sobre estantes, y esperaría y miraría
hasta que los puntos engordasen estallando en ágiles
renacuajos nadadores. La Señora Walls nos contaría cómo
a la rana padre se le llamaba rana toro
y cómo croaba y cómo la mamá rana
depositaba centenares de pequeños huevos y eso eran
babas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranas
pues eran amarillas al sol y marrones
bajo la lluvia.
Entonces, un caluroso día cuando los campos apestaban
a boñiga de vaca sobre la hierba, las airadas ranas
invadieron el dique de lino; yo atravesaba los marjales
agachado y al son de un áspero croar que no había oído
antes. El aire se espesó con un coro de bajos.
Justo al pie del dique ranas de gordas barrigas sé mantenían alertas
sobre terruños; sus nucas sueltas latían como velas. Algunas saltaban:
el slap y plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentaron
dispuestas como granadas de barro, con sus calvas cabezas pedorreando.
Me sentí enfermo, di la vuelta y corrí. Los grandes reyes babosos
se reunían allí para vengarse y supe
que si metía mi mano las babas la agarrarían.
en el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada
el lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños.
A diario chorreaba bajo un sol de justicia.
Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardones
tejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor.
Había también libélulas, mariposas con lunares,
pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa
de huevos de rana que, a la sombra de las orillas,
crecía como agua coagulada. Aquí, cada primavera
yo llenaría los tarros de mermelada con gelatinosas
motas para poner en fila en el alféizar de la casa,
y en el colegio, sobre estantes, y esperaría y miraría
hasta que los puntos engordasen estallando en ágiles
renacuajos nadadores. La Señora Walls nos contaría cómo
a la rana padre se le llamaba rana toro
y cómo croaba y cómo la mamá rana
depositaba centenares de pequeños huevos y eso eran
babas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranas
pues eran amarillas al sol y marrones
bajo la lluvia.
Entonces, un caluroso día cuando los campos apestaban
a boñiga de vaca sobre la hierba, las airadas ranas
invadieron el dique de lino; yo atravesaba los marjales
agachado y al son de un áspero croar que no había oído
antes. El aire se espesó con un coro de bajos.
Justo al pie del dique ranas de gordas barrigas sé mantenían alertas
sobre terruños; sus nucas sueltas latían como velas. Algunas saltaban:
el slap y plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentaron
dispuestas como granadas de barro, con sus calvas cabezas pedorreando.
Me sentí enfermo, di la vuelta y corrí. Los grandes reyes babosos
se reunían allí para vengarse y supe
que si metía mi mano las babas la agarrarían.
AMOS OZ
Envuelto en sombras la luz
proclama
Viudo
y padre. Paciente y recto Como una rama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.
El
sueño se resiste. Ella está al otro lado
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.
La
luz de la mesilla tiene que encender.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.
Vuelve
a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.
Desde
el jardín oscuro un pájaro le reclama,
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
Se
levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad,
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
Se
olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.
Versión de Raquel
García Lozano
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