sábado, 14 de junio de 2025


 

GABRIEL BOCÁNGEL

 

 

 

Al viento su esperanza y su porfía

 


Al viento su esperanza y su porfía,
siguiendo Apolo a Dafne, encomendaba;
el miedo, con que el paso aceleraba,
su blanco pie de plumas guarnecía.

De su madeja el oro reducía
el viento a rayos con que al Sol flechaba,
mientras amor, injusto, preparaba
la victoria mayor a quien huía;

cuando la ninfa exclama al padre undoso,
y, humanando un laurel, halla venganza
del Sol en el auxilio de Peneo.

«¡Ay! -dijo Apolo al árbol desdeñoso-,
¿por qué, si en ti fallece mi esperanza,
verde imagen te ofreces al deseo?»

 

ARQUÍLOCO

 

 

 

Corazón, corazón de irremediables penas agitado

 


Corazón, corazón de irremediables penas agitado,
¡álzate! Rechaza a los enemigos oponiéndoles
el pecho, y en las emboscadas traidoras sostente
con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,
ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa.
En las alegrías alégrate y en los pesares gime
sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano.

 

 

 

GLADYS GONZÁLEZ

 

 

  

despedida

 


me recuesto en la cama

mirando el techo

 

estas murallas

llenas de papeles adhesivos

escritos

tachados

 

abro

y cierro los ojos

encegueciéndome

con la luz de la ampolleta

 

salgo y entro al pasado

sin deseos de hacerlo

como un efecto

de esta despedida

que no tengo deseos

de perseguir

 

estiro un brazo

y observo mi mano

su aspecto

no es el que recordaba

 

una mano huesuda

venosa

los dedos engarfados

las uñas amarillas

tres nudillos rotos

el temblor intermitente

del alcohol

y la abstinencia

 

no tengo deseos

de jugar en la oscuridad

solo quiero estar aquí

observando

mi mano

 

las citas y fechas perdidas

que alguna vez

me comprometí a cumplir

y que dejé abandonadas

 

quiero dormir

hasta el día siguiente

sin despertar con resaca

con los ojos pegados

por la pintura negra

y los labios quemados

 

ya no quiero

estar en batalla

conmigo misma

tan sólo quiero

no levantarme de la cama

descansar

de estos últimos años.

 

 

 

De: “Hospicio”

 

 

 

ANDRÉS GARCÍA CERDÁN

 

 

  

Surfing La Manga

 

me hablas del dolor tu cabello es rubio

a qué dolor te refieres

J. F. Kosta

 

Entre las ramas de los ficus

y una señal de tráfico,

entre un anuncio de telefonía

y algunos edificios

en construcción, se alcanza a ver

allá a lo lejos

una franja de mar.

 

Me hablas de la sed,

de lo que amas.

 

Para llegar al agua,

has de cruzar isletas de cemento,

líneas amarillas

y algunos callejones

donde hacen hilera los cubos de basura,

los cactus desahuciados

y algunas tiendas de comida rápida.

 

Por la Gran Vía de La Manga, nadie.

Solo el silencio

dinamitado

por las motos de los repartidores.

 

En el vacío se equilibran

los hoteles desiertos,

apenas una luz

en un bloque de veinte alturas.

 

Un cartel nos invita a clases de alemán:

Die Zukunft ist da!

 

Los periódicos dicen que a la playa

llegan miles de peces a morir

heridos de fosfatos.

 

Me hablas de Anne Sexton,

de su locura deliciosa.

 

De fondo, un rumor.

 

El cartel de Surfing La Manga

se resiste a ceder la luz

que le queda del último verano.

 

Se alquilan motos de agua,

tablas de surf, tumbonas,

pero no todavía:

ahora todo está cerrado.

 

Al fin el mar,

tras la alambrada de un desguace,

como un animal gris

que se abraza a su presa justo antes de engullirla.

 

De: “El gran amor”

 

 

 

JUAN DOMINGO AGUILAR

 

 

 

Gravedad cero

 


Mi madre está tumbada en su cama

la operaron hace varios días

duerme y su aliento empaña

la máscara de oxígeno

como si fuera el casco

de una pequeña astronauta.

Despierta y agarra mi mano,

sonrío y le pregunto

qué le apetece hacer:

solo quiero ir a casa, dice

quejarme, regañar a tu padre

por comer demasiado,

regañar al perro del vecino,

limpiar un poco el salón

y sobre todo llegar al cielo

mucho antes

que todos vosotros.

 

  

De: “Un mal de familia”

 

CARLOS IGLESIAS DÍEZ

 

 


Available light

 

 

La distancia entre quien soy
y un día quise ser
no la abarca ningún mapa.

Todo cuanto escribí,
al igual que el tiempo,
también hoy me abandona
y pasa.

Y, sin embargo, en medio
del otoño tu belleza,
al revelarse,
en el aire tintinea
y deja el rastro
de un conjuro de agua
y seda.

 

 

De: “El peso del silencio”