"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 29 de julio de 2018
ERNESTINA YÉPIZ
El mensajero
La
tarde entera se guarda
entre
las alas grises,
la
cabeza y el pecho rojo carmesí
de un
hermoso pájaro carpintero,
que en
honor a su noble oficio taladra
el
añejo tronco del cedro cobrizo
—trasplantado
al patio de mi casa
desde
los mismísimos bosques
de las
tierras rarámuris—
que en
sus raíces alberga
las
cenizas de mi abuelo.
Ahí,
ahí, el pajarillo bicolor
pretende
asentar su nido.
E
impresionada por su belleza
y su
destreza en el arte
del
tallado de las finas maderas,
me
quedo viéndolo por largo rato.
Al
verse descubierto vuela,
pero al
día siguiente
viene
de regreso.
Han
pasado no sé cuántos días desde entonces
y se le
ha vuelto costumbre
ya no
solo picotear el cedro
y demás
árboles del jardín,
sino
también las puertas
y el
marco de las ventanas,
por lo
que temo deje la casa en ruinas
y peor
aún se le ocurra confundirme
con
alguna de las vigas del techo.
CARMEN GONZÁLEZ HUGUET
10.
Amor,
eres lo único que tengo,
agua que entre mis dedos se diluye,
que cuanto más persigo, más me huye,
por más que mi penar sin fin prevengo.
Tenaz tormento que al latir sostengo,
casa en la arena que el azar destruye.
Lunar marea, medra y disminuye
la herida de vivir que en ella vengo.
Rota de sed, desnuda y calcinada,
mi boca tu veneno dulce bebe
y bebe tu palabra alucinada
mi oído fiel. Cautiva en tu mirada
se me queda la piel enamorada
del borbotar templado de tu nieve.
agua que entre mis dedos se diluye,
que cuanto más persigo, más me huye,
por más que mi penar sin fin prevengo.
Tenaz tormento que al latir sostengo,
casa en la arena que el azar destruye.
Lunar marea, medra y disminuye
la herida de vivir que en ella vengo.
Rota de sed, desnuda y calcinada,
mi boca tu veneno dulce bebe
y bebe tu palabra alucinada
mi oído fiel. Cautiva en tu mirada
se me queda la piel enamorada
del borbotar templado de tu nieve.
De: "Ausencia"
ALBERTO AVENDAÑO
Declaración amorosa
Levanto
mi mandíbula colmada de estrellas
y
brindo por tus besos
¿qué
besos?
Levanto
mi lengua repleta de estiércol
y
brindo por tus caricias
¿qué
caricias?
Levanto
mis manos tomando lirios secos
y aúllo
a tu cuerpo
¿cuerpo,
dónde?
Levanto
mi cráneo lleno de mariposas,
agarro
tus hombros y muero en tus labios
¿qué
labios?
De: “Para cantar bajo la lluvia”
MARIO BOJÓRQUEZ
Casida de la angustia
I
Un
ácido durazno
una escaldada lengua de durazno
un picante y ardiente y amargo y picante durazno
en la escaldada lengua, oh tristes,
eso es la angustia.
una escaldada lengua de durazno
un picante y ardiente y amargo y picante durazno
en la escaldada lengua, oh tristes,
eso es la angustia.
¡Ah!
sonrisa estudiada, aligerada, ensayada en el espejo
de lo que no digo.
¡Ah! estúpida respiración despepitada, oprimida, deletreada
veneno inocuo
ulceración.
de lo que no digo.
¡Ah! estúpida respiración despepitada, oprimida, deletreada
veneno inocuo
ulceración.
Qué
frágil corazón para el que sufre angustia
qué lenta máquina, qué desastrada
y lenta máquina es el corazón.
qué lenta máquina, qué desastrada
y lenta máquina es el corazón.
II
No
conoció la fiebre
mi lengua no conoció la fiebre
no se alzó enardecida para un canto febril
sólo un cantar alegre
oh tristes
sólo un cantar alegre
cantaba mi lengua en su canción.
mi lengua no conoció la fiebre
no se alzó enardecida para un canto febril
sólo un cantar alegre
oh tristes
sólo un cantar alegre
cantaba mi lengua en su canción.
III
Este
veneno ya estaba en mí
en mi sangre
antes de mí, mi sangre ardió,
antes de mí, mi sangre envenenaba a otros,
mi padre y su padre y sus abuelos, todos heridos
hasta el principio primordial.
Todos ardían como yo
todos arden conmigo.
en mi sangre
antes de mí, mi sangre ardió,
antes de mí, mi sangre envenenaba a otros,
mi padre y su padre y sus abuelos, todos heridos
hasta el principio primordial.
Todos ardían como yo
todos arden conmigo.
IV
Pero el
veneno escalda la lengua más feliz
¡oh, tristes!
¡oh, tristes!
Hablo
de mí, sólo de mí.
De: “Diván de Mouraria”
EFRAÍN HUERTA
XVI. Resignación
Buenos
O malos
(Más
malos
Que
buenos)
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