"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 3 de junio de 2020
CECÍLIA MEIRELES
¿A dónde van mis palabras…
¿A
dónde van mis palabras,
si
ya no me escuchas?
¿A
dónde irían cuando me escuchabas?
¿Y
cuándo me escuchaste?
Nunca.
Perdido, perdido.
¡Ay,
todo está perdido!
Tú
y yo perdimos todo.
Suplicábamos
el infinito.
Nos
dieron solo el mundo.
De
un lado de las aguas, de un lado de la muerte,
brilló
tu sed en las aguas oscuras. Y hoy,
¿qué
barca te socorre? ¿Qué dios te abraza?
¿Con
qué dios luchas? Yo, en las sombras.
Yo,
por las sombras, con las mismas preguntas.
¿Para
qué? ¿Para qué?
Vueltas
tontas en campos de vastas arenas y de abundantes nubes.
ZINAIDA GIPPIUS
Estoy en este mundo en una celda…
Estoy
en este mundo en una celda,
baja
y estrecha, y en cada una
de
las esquinas hay cuatro
laboriosas
arañas.
Son
hábiles, gordas y sucias,
tejen,
tejen y tejen…
No
cesa su trabajo monótono
y
horrible.
Hicieron
de cuatro telarañas
una
sola y enorme.
Miro
como se mueven
en
el polvo hediondo y sombrío.
Mis
ojos yacen debajo de la telaraña,
gris,
suave y pegajosa.
Están
contentas con su bestial alegría,
las
cuatro arañas gordas.
DULCE MARÍA LOYNAZ
Poema CXXII
¿
Qué loco sembrador anda en la noche,
aventando
luceros que no han de germinar nunca en la tierra?
¿
Qué loco labrador rotura día a día la tierra para surco de luceros?
NATÁLIA CORREIA
Espaldas blancas palpitantes…
Espaldas
blancas palpitantes:
alas
en el exilio de un cuerpo.
Los
brazos carriles centellantes
para
el convoy del alma.
Y
los ojos emigrantes
en
el navío del párpado
encallado
en renuncia o cobardía.
A
veces hembra. A veces monja.
Según
la noche. Según el día.
Molusco.
Esponja
embebida
en un filtro de magia.
Araña
de oro
presa
en la tela de sus ardides.
Y
a sus pies un corazón de loza
roto
en juegos infantiles.
KAMALA SURAIYA
Incendio forestal
En
los últimos tiempos he empezado a sentir un hambre
Para
tomar con avidez, como un incendio forestal que
consume
y con cada uno gana matando a un más salvaje,
encanto
brillante, todo lo que venga en mi camino. Niño calvo en
Abrir
el cochecito de niño, usted piensa que sólo miro, y usted
también,
amantes delgados detrás del árbol y que, viejo
hombre
con el papel en la mano y la luz del sol en
su
pelo… Mis ojos lamer te gusta llamas, mis nervios
Consumir;
y, cuando termine con ustedes, en el
cochecito
de niño, cerca del árbol y, en el banco del parque, escupo
hacia
fuera pequeños montones de cenizas, nada más. Pero en mi
Las
imágenes y los olores y sonidos deben prosperar y seguir adelante
Y
así sucesivamente. En mí dormir al bebé
que
estaban sentados en cochecitos y sueño y vigilia y sonreír su
sonrisa
sin dientes. En mi andará la mano los amantes
en
la mano y en mí, ¿dónde más, el viejo se sentará
y
sentir el toque de sol. En mí, las farolas
Shall
luz tenue, las chicas de cabaret retozan, los
tambores
de boda resuenan, los eunucos remolino de colores
faldas
y cantar canciones tristes de amor, el gemido heridos,
y
en mí la madre moribunda con esperanzadores
Ojos
deberá mirar alrededor, buscando su hijo, ahora se cultiva
y
se ha ido a otras ciudades, otras armas.
LOUISE LABÉ
Yo vivo y muero
Yo
vivo y muero; yo me quemo y me ahogo
Calor
extremo siento al padecer el frío.
La
vida me es en demasía dulce, en demasía dura;
Entremezcladas
tengo penas con alegrías.
De
pronto río y lagrimeo de pronto,
Y
en medio del placer sufro muchos dolores
Mi
bien se va y dura para siempre:
A
un tiempo mismo me seco y reverdezco,
Así
el amor sin constancia me lleva
Y
cuando creo que es mayor el dolor.
Sin
que lo piense me encuentro ya sin pena.
Después,
cuando creo mi alegría segura
Y
encontrarme en lo alto de la dicha que ansío,
Una
vez más me arroja en la primera pena.
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