viernes, 20 de diciembre de 2024




 

JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

 


 

Río arriba

 

 

Fuera de foco
se aproxima la luz,
parte una sombra.

Sólo segundos
sobre el vitral ahumado
la lluvia dura.

Guarda en los ojos
la noche navegable
sin puerto fijo.

Haces memoria
del odio, del amor
embarcadero.

Tú, con un vaso
medio lleno, te ahogas
en tierra firme.

 

RAÚL GARDUÑO

 

 

 

Gravitación

 

 

Una imagen se desploma para levantarse en una voz,
para morir en un hombre
por la calle que se deshoja

en oídos remotos,
en el zafarrancho lejano
de un oído por la ciudad,
de un charco de ojos por la ciudad que se oye
paralizando el rumor del tiempo.

Lo que somos (aguacero de brazos, tempestad de silencio)
feria al luto de nuestras máscaras
mientras las aguas pasan,
mientras la muerte viene,
mientras la borrasca de nuestro pensamiento nos reconstruye.

Astillas de los espejos graban estas señales,
delinean estas cúspides, estas bocas de la sequía
–nombres del siglo en sus ejercicios
de luminoso cadáver enternecido.

 

CAROLINA ESCOBAR SARTI

 

 

 

Las mujeres no se oyen

 

 

No se oyen
pero escuchan.

Están sentadas
en la parte de atrás.

Cuando por fin alzan la mano,
descubren el rostro
de una palabra
con ojos de liebre asustada
que huye
de las cocinas
de los cuartos
y las salas
para asomarse
-aunque sea por un instante-
a un lugar sin paredes
pero con alma.



ABRIL MEDINA

 

 

 


Hay pájaros que nacen sin poesía
a tal aberración conviene el sacrificio
un nido anegado
un polluelo calvo
con el cuello blando
yerto
la inmediación del árbol
una madre perforada
por el granizo

 

LUIS BENITEZ

 

  

 

Júbilo y caída

 


Armonía primera allí te vi, no era necesario
mirar las partes de tu reino entero pero allí te vi
y no quise detenerme en tu orilla, tu orilla
que está en las simples cosas llenas de tu ondulante sombra.
Qué delicadamente, luz en la luz, centro del día,
te corporizas o elijes una sencilla forma cuando nos prestas tus ojos
y cómo un eterno amor nos lleva de la mano
a tus criaturas, allí donde eres sí,
en lo animado, la infinita danza,
la queja misma de cuanto existe.
Alta serenidad todo es tu vaso y cada uno
declara tuyo un color nuevo. Es abril
de un año que para ti no cuenta y sin embargo
un dulce calor te trajo aquí a mi lado. Era yo apenas
una certeza esta mañana y la espuma del sueño
y los lados del día se apagaban en mí.
Bastó pedir, correr a tu contagio,
para que un soplo sobre las cenizas que empolvaban las cosas
encendiera de nuevo el mundo de carbunclos,
las amatistas del aire... ¿las múltiples facetas
de tus brillantes vidrieras, de dónde vienen,
de qué sima profunda o de qué cima pública y expuesta,
de qué otro tiempo apenas visitado,
apenas entrevisto en el fuego del fuego?


Peor ayuno no hay, que el que hay de ti.

 

LUIS CERNUDA

 

 

 

Los marineros son las alas del amor

 

 

Los marineros son las alas del amor,
son los espejos del amor,
el mar les acompaña,
y sus ojos son rubios lo mismo que el amor
rubio es también, igual que son sus ojos.

La alegría vivaz que vierten en las venas
rubia es también,
idéntica a la piel que asoman;
no les dejéis marchar porque sonríen
como la libertad sonríe,
luz cegadora erguida sobre el mar.

Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.