miércoles, 8 de enero de 2020


EDGAR LEE MASTERS





Tom Merritt



Al principio empecé a sospechar...
estaba tan calmada, casi ausente.
Y un día escuché al fondo de la casa
un portazo
cuando entré por la puerta principal.
Lo vi deslizarse
detrás de la ahumadora
hacia el lote para alcanzar
el campo abierto.
Quería matarlo a primera vista,
pero ese día,
mientras caminaba cerca del puente,
sin siquiera un palo o una piedra a la mano,
lo vi de repente, parado ahí,
y no pude decir más que "No, No, No",
mientras a mi corazón apuntaba
y disparó.


LUCILA NOGUEIRA





Calle de Lima

A la memoria de mi abuela Lucilla



I

Estos días de lluvia traen siempre
Las tardes de lectura en el altillo
Recuerdan viajes en la mecedora
Comiendo un merengue iluminado

Las Habas Mágicas, Gato con Botas,
Piel de Asno, la Cenincienta,
La Bella Durmiente, la Mora Desleal
Y yo era Alicia atravesando espejos

Los ojos muy verdes en el silencio
La abuela duerme, la mucama muda
La escalera el corredor la travesía
Por los mares de la infancia absoluta

Union, Cabugá, Cervasio Pires,
Ruido de las galochas en el agua
La  capa, el paraguas y mas triste
En la escuela el recreo emparedado

Estos días de lluvia traen siempre
La tortuga nadando en inundado
Patio de una niña dividida
Pasando Botafogo y San Amaro

La calle Caimurano, el organillo
Parado en Voluntarios de la Patria
Y yo iba a visitar en Real Grandeza
A mi abuela portuguesa y sus canarios

En el tranvía anuncios coloridos
Phymatosan, Juvenia, Gato Preto
Todo era aroma de lanza-perfume
Y lo oscuro del túnel mi secreto

El caño en la azotea, el chorro de agua
Su perenne canción, la Serpentina
Gigante que arroja cuando llueve
Un sol en mi escenario de chiquilla.


II

Visiones obstinadas me seguían
Desde la puerta del altillo al sueño
Las ropas colgadas en la pared
Me miraban como espíritus en la sombra

Y la humedad corría de las paredes
A los colores helados del piso
Solo no era sombrío e indiferente
El carrusel de vidrio sobre el acuario

Yo tenía un delantal azul y blanco
Y colgaba del brazo la merienda
Dos lazos de organdí entre los cabellos
Y estrellas escondidas en mi cuarto

Un cristal donde veía el arco-iris
Vara de juntar manga-rosa y espada
El imán que atraía los alfileres
Los discos portugueses de saudade

Rosales y bambús en el cantero
Mi abuela como yo tan delicada
Y el día en que alguien dijo en el desván
Que iba a arrojarme al Capibaribe

Letreros luminosos sobre el río
Yo sentada en el ómnibus “Cidade”
Y al volver de la escuela al mediodía
Obreros apostando en la calzada

Numero ciento dos, calle de Lima:
Casa tan pequeñita y tan gigante
En donde fue creciendo aquella niña
Hada de Peter Pan tocando el sueño.


III

Nadie sabía que yo era poeta
Ni aun la noche con su mar de penas
Nadie en lo cotidiano sospechaba
La sensibilidad alucinada

Mundo que yo miraba y no me veía
Humanidad: foto congelada
Que asustaba el pasaje a la alegría
En esa niña abstracta y solitaria

Versos adolescentes, yo los amo
Colegio San José, calle de Lima
Parque Trece de Mayo, ya no juega
La pobre niña rica en la calzada

La vida atravesé como atontada
Mirando atrás, llevándome caídas,
Hada feérica en fulgor de fiebre
Amarrada al nocturno de las farsas

Festín feroz, me hirió la fiera fría
Y el cuerpo que era etéreo se hizo carne
Carne desmesurada, carne viva
Perpleja e indefensa carne alada

Carne desesperada, estremecida
Rebelde de pasión y fragmentada
Carne diosa del sueño y de la magia
La razón se confiesa tu esclava

Polvo de Pirlimpimpím, Tierra del Nunca
Estos días de lluvia me recuerdan
Yo que soy luz volcánica entristezco
Mar de melancolía en plena pena.


GEORG TRAKL



  

Transfiguración



Cuando llega la tarde,
Un rostro azul, apacible, te abandona.
Un pajarillo canta en el tamarindo.

Un gentil monje
Junta unas manos muertas.
Un ángel blanco busca el hogar de María.

Una guirnalda nocturna
De violetas, trigo y uvas moradas
Es el tiempo de lo iluminado.

Junto a tus pies
Las tumbas de los muertos se abren
Cuando pones la frente entre tus manos de plata.

La luna de otoño
Vive silenciosa en tu boca,
Ebria de jugo de amapola, oscuros cantos;

Flor azul,
Que resuenas, apacible, entre el ocre de las piedras.


PEDRO GANDIA





Ni a favor de Platón ni contra ti



Qué más da si quemaste tus días tras ficciones,
si en la arena elevaste tu mundo imaginario,
soñando con tesoros en los golfos de turno.

Qué más da si de noche viste en ellos la vida,
y, a la mañana, no eran lo que ayuda a vivir.

Deja de preguntarte si ha valido la pena
dedicar tantos versos a un tema semejante.
Lo que creías que eran, lo que son, qué más da.

Y qué más da si ahora el sueño no te llega
para reconciliarte con los otros, los míticos,
y rogarles, si tienen sentimientos, que sea
mañana, para ti, qué más te da, un día
distinto,
al fin distinto.


De: "El Perfume de la Pantera”


YANKO GONZÁLEZ





[1999-2011]



Querido Leopold lee esto muy, muy despacio
Y créeme que no tengo otra forma de decirlo.

Si hasta aquí has leído de prisa
Te pido vuelvas a comenzar de nuevo.

No me atrevo a pulsar tu número
Y quemar el poco aliento que nos queda.

No seré quien arriba, no seré quien parte
Para quedar en la mitad y vacía.

No te apresures, no te fíes de mi brevedad
Porque este día pardo terminará en el mismo día pardo
Que persistirá inmutable en otro día pardo.

Querido mío, hoy a las cuatro y treinta de la madrugada
Nuestro hijo nos dejó. Sus ojos ya no muestran ni sienten dolor.

Perdóname. He perdido un cuerpo para llegar
Y he perdido un cuerpo para regresar.



PAOLA R. SENSEVE T






3



¿alguna vez mi madre habrá mirado 
su cuerpo?

¿alguna vez mirándolo habrá pensando
en mi cuerpo?
¿alguna vez mi abuela pensará en
su cuerpo
como un océano abrazado que está a punto de
rebalsarse?

¿algo así como nuestras vidas contenidas
nuestros ríos de saliva
en una sola respiración?

   ¿Ves, mamá?
        estos cuerpos
           son un cuerpo
               un solo poema
                   la concatenación
                      genética
                           de la inercia
                               in apacible