"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 17 de marzo de 2022
ENNIO MOLTEDO
Silencio
Sin
llamarte, sin grito claro viniste a mí. Haciendo coincidir los ojos me dejaste
ver el paisaje que buscaba: indudable asombro y plenitud en esa hora, junto al
lago y al boscaje: cambiante iris, pelo rojo.
Sin
llamarte fue este encuentro e igual fue tu huida, sin un grito, una palabra;
era mañana o noche cuando empezó el regreso y alzando un dedo borraste los
dibujos y las decisiones violentas de tu pelo.
CLÍMACO SOTO BORDA
En
la tumba de Silva
A Eduardo Castillo
I
Rasgando
la helada tiniebla
los ámbitos puebla
del reloj el cantar doloroso
que las horas marca;
y a la fría mansión del reposo
do reina la Parca,
llega el triste din-dán misterioso
lento, rítmico, lúgubre, igual…
II
Al
mezclarse los largos gemidos
de las hojas que el ábrego barre
a los alaridos
que allá en su aquelarre
dan duendes, y trasgos, y brujas,
y a los raros dúos
que desde la torre de altivas agujas
entona la amante pareja de búhos
con voz gutural…
¡se oye una canción funeral!
III
En
sus alas los vientos dispersos
y la brisa inquieta,
y el aura que gira,
van trayendo del muerto poeta
las canciones tristes, los alados versos
de su regia lira
de cuerdas de oro…
y en ágil y límpido coro,
prorrumpen rasgando el silencio letal…
¡en una canción inmortal!
RAÚL ZURITA
Los
nuevos pueblos
Y
era tu cara el borde de estos cielos,
el manto mío de las estrellas.
Al mirar hacia arriba no vi nada
sino tu permanencia, las pinturas
de tu rostro, la deriva de tus antepasados
inundando las altas nubes. Esos son los ríos que se abren.
En otro tiempo fuimos encontrados
y ya vivimos en las primeras células,
en los abismos de los mares,
en las primitivas danzas que el asombro
le ofreció al fuego.
Por
eso somos ríos que se abren, brazos, cauces,
torrentes arrojados de un agua única y primigenia
Nada se diferencia de lo que somos y nada de lo que es está fuera de nosotros.
Tú resumes las viejas tribus, las cacerías,
los primeros valles sembrados
y mi sed recoge en ti toda la saga de
este mundo. No son mitos,
el mito es la mentira:
que sólo existimos una vez,
que cada uno es sólo uno.
Todos viven en ti y tú vives.
Las olas del tiempo inmemorial
y las estrellas.
Oh sí manto mío de mis estrellas;
la noche te habla antes de sucumbir
al día, las grandes batallas perdidas,
el pasto de los antiguos clanes y de las tribus
remontando por nuestros cursos el corazón
de los caminos del corazón y tus tocadas praderas.
RICARDO PASEYRO
Ajedrez
Adelanto
el trabajo. La casilla
blanca, vacía, libre de rivales,
fuerza mi voluntad, mientras la mente
adivina el engaño, sin salvarlo:
planteado el desafío, la derrota
representa la ley, si mal se juega.
Y es ilusión la suerte. La partida
acaso estaba ya dicha y resuelta
antes de comenzarla. ¿Pierde o gana
quien ignora por qué vino al tablero?
FRANK BÁEZ
Alguien
me dijo en un bar que escribiera
un poema sobre el terremoto de Haití
¿Para qué? La historia lo ha probado:
la poesía no puede arrebatarle bebés a la muerte.
Ni un hueso. Ni siquiera un zapato.
OLGA ELENA MATTEI
Yo
soy una señora burguesa
Yo
soy una señora burguesa
con la barriga inflada
y escribo poesías
con dolor de garganta.
He sido
niña prodigio
muchachita insoportable
mala estudiante
reina de belleza
modelo
de esas que anuncian
sopas, o telas o artículos diversos…
Me metí en este lío
inevitable
de enamorarme
y sacrificar a un pobre hombre
hasta convertirlo en un marido
(sin mencionar de paso
en qué
me he convertido)
y cometí el abuso social
imperdonable
de tener cinco hijos.
He fracasado como madre
como esposa
como amante
como lectora
como filósofa.
Lo único que puedo hacer
mediocremente bien
es ser
señora burguesa y despreciable
imperdonablemente inútil.
Y eso
es precisamente lo que me infla
la barriga
y me hace escribir poesías
con el dolor de garganta
que me saca la rabia.
Porque todos los días me acuerdo
de la guerra y el hambre
que son tan reales como las señoras
a la misma hora
en que estoy aquí sentada
como una pendeja (1970).
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