domingo, 24 de junio de 2018


OSCAR STEIMBERG





Versos de madre



2 (murió en Buenos Aires)
“Un día, nosotros vamos a ir a Norteamérica”.
Creo que había terminado la Guerra no más de tres o cuatro años antes,
y que éramos muy pobres en todo.
Mi padre había muerto dejando sus ilusiones intactas ante nosotros;
mi madre murió llevándolas, con cuidado y locura, de un lado a otro:
todo lo hacía por sus hijos:
pasó por el socialismo de Juan B. Justo,
el liberalismo del Reader’s Digest,
el peronismo,
otra vez el socialismo,
otra vez el peronismo,
y finalmente el ocultismo y la meditación trascendental.
Fue meritorio:
después de todo, ese periplo
lo hicimos todos nosotros. Y ella, jóvenes, era una mujer.


ANDRÉS TRAPIELLO





Quién tuviera todavía...



Quién tuviera todavía
aquella suave elegancia
de rimar Francia y fragancia
como Lamartine hacía.

Quién tuviera todavía
en el cristal de los ojos
un bergantín viajero
con el amor verdadero
de los crepúsculos rojos.

La vieja melancolía
de cerrados caserones
junto a abandonados huertos
y de los sonidos muertos
que tienen los esquilones
la muerta melancolía.

Quién pudiera todavía
vagar como los vilanos
en deriva silenciosa
hasta la fosa
y si estuviera en mis manos,
quién pudiera todavía
morir de melancolía.


PAUL CELAN





Reja de lenguaje



Redondez del ojo entre los barrotes.

El párpado, animal ciliar,
boga hacia arriba,
deja libre una mirada.

Iris, nadadora, sin sueños, sombría:
el cielo, gris-corazón, ha de estar cerca.

Sesgada, en la férrea arandela,
la tea humeante.
Por el sentido de la luz
adivinas el alma.

(Si yo fuera como tú, si tú fueras como yo.
¿No estuvimos
bajo un alisio?
Somos extraños.)

Las losetas. Encima,
bien juntos, los dos
charcos gris-corazón:
dos
bocanadas de silencio.


De: "Reja de lenguaje"

Versión de José Luis Reina Palazón


 

RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO





VI



Abordo tu piel
como si fuera un barco
un remolino
un viento de espuma luminosa
una nota
o una sílaba saliendo de la boca.


De: “Poemas de mar y viento”


JORGE CADAVID





Mímesis



Las cosas habitadas
por las palabras
Basta nombrarlas
para verlas moverse.



ANGEL CRUCHAGA




  
El amor junto al mar



En mi silencio azul lleno de barcos
sólo tu rostro vive.
En el mar de la tarde el día duerme.
Eres más bella cuando estoy más triste.

Tiembla mi amor como una voz antigua
sobre la calma verde.
El sol cantando como los pastores
te dio su melodía hasta la muerte.

¡Oh tus cabellos en la tarde de ámbar!
Cerca de tu pureza soy más blanco.
Sé que jamás tu corazón sencillo
latirá en la tristeza de mis manos.

Eres más bella cuando estoy más triste.
En mi desgracia largamente vivo.
Soy en el desamor tan desolado
como los continentes sumergidos.

Tu áurea cabeza brilla
en la tarde sutil soledosa.
¡Pobre mi corazón que está llorando
y hasta su Dios se va como una ola!

Más allá de la vida,
triste como una selva abandonada,
miro irse las horas
en las lunas, los pájaros y el agua.

Tu corazón sonríe
sin mirar mi fatiga.
¿Te arrancaron los ojos
en qué calle siniestra de la vida?

Yo me iba al futuro
con los brazos abiertos en la luz,
como se van las almas de los muertos...
¡Voy al futuro caminando aún...l

Como a un infante solo
te llevé de la mano
por mis sendas dormidas
en un claro perfume de alicanto.

En haces de centellas
fulgió mi corazón. ¡No lo miraste!
Más allá de la vida está llorando
como un niño en el seno de su madre.