"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 12 de febrero de 2020
ALFONSO CORTÉS
Afrodita
Cuando,
ante el rojo grita de la aurora,
calló
el silencio de la noche, vino
sobre
el mar la celeste Pecadora.
En
ella había todo don divino,
y
he aquí que al verla, los distantes astros
detuvieron
a un tiempo su camino,
los
dioses, cual lobos, tras sus rastros,
disputaban
a eternas dentelladas
sus
rosas de sagrados alabastros;
y
ella, con el poder de sus miradas,
sin
inquietarla el Bien y el Mal apenas,
hacía
arder olímpicas ilíadas…
—Venus,
tú eres la mar porque en tus venas
eternas
ondas van; tú eres la Vida
y
la Helena inmortal de las helenas.
Tú
eres la mar, y de la mar nacida
yo
sé que tus cabellos aun son algas
y
que, sobre tu vientre, el adanida
es
frágil barco; sé que tú cabalgas
el
planeta, y que son maravillosas
las
dos valvas de nácar de tus nalgas;
que
tus orejas son conchas preciosas,
y
en tu nariz un caracol labrado
abre
sus dos ventanas misteriosas.
Desde
la nívea frente hasta el rosado
pulgar
del pie, se ve un temblor sonoro
como
en un mar de mármol agitado.
Tú
eres la llave de esencial tesoro,
y
tú echaste a rodar al pavimento
de
los abismos la manzana de oro.
Tú
eres la Comunión del pensamiento,
la
verídica Hipótesis del alma,
la
Música de Dios, el Movimiento
de
la Creación, Luz de los astros, Palma
de
la Verdad, Hora perenne, Fruto
del
Árbol sin raíz, Boca que ensalma
a
lo Infinito, Don cuyo atributo
sacia
a la Eternidad, sueño existente…
¡oh,
Venus, Venus… Cosmos! ¡Absoluto!
Yo
te veo venir sobre el potente
tumulto
de las olas primordiales
a
tu misma belleza indiferente.
Saltas
del tiempo sobre los umbrales,
casta
al amor, impúdica al deseo,
y
llena toda de ti misma. Sales
desnuda
y clara como un grito. El feo
mirar
del caos fugitivo y triste,
no
te avergüenza ni te asombra. Veo
cómo
a tu desnudez tu forma viste
y
cómo tu alma crece en cada cosa,
porque
tu traje es todo lo que existe.
Yo
te veo, celeste mariposa
del
corazón en flor, que entre las ramas
del
Árbol de la Vida, victoriosa
vuelas,
como los vientos y las llamas
libre
a la ley de afectos que te norma
porque
siendo de todos a nadie amas.
Y
Dios, cuyo deseo se conforma
con
tus actos, sonándote en palabras,
le
dio a la Vida el alma de tu forma.
Y
dándote sus llaves, para que abras
las
puertas del infinito a la existencia,
te
hizo la sola ruta de sus abras…
Y
te dijo: —El amor es la experiencia
de
lo ignorado; tómalo y camina:
Yo
soy la luz y tú eres mi conciencia.
Si
estás entre los hombres, adivina
mi
secreta intención, pues en mis planes
la
maldad de los hombres es divina.
No
te acuerdes de nada. A tus afanes
no
les ha dado origen lo que ha sido,
y
después de cruzarlo capitanes
y
marinos, el mar cierra atrevido
su
boquerón, pues por instinto sabe
que
está hecho de recuerdos el olvido.
La
flor, la nube, la ilusión y el ave
den
motivo a tus sueños, y comprende
que
es dulce el beso cuando el alma es grave.
Dale
la mano a todo lo que asciende
y
los brazos a todo lo que aspira,
que
en cada ser un corazón se prende
en
ansias de tu amor. El Orbe gira
y
el azar es un místico proceso
en
que, lo mismo el canto de la lira
que
la roca, el dolor, la luz o el beso,
todo
tiene alas, pues para los cielos
las
alas de la piedra son su peso.
¡Oh!,
los vuelos efímeros, los vuelos
de
la necesidad siempre en zozobra
sobre
el mar de mis íntimos anhelos.
IBN ZAYDUN
Nubes fecundas rieguen los alrededores
del Alcázar
Nubes
fecundas rieguen los alrededores del Alcázar;
canten las palomas posadas en las ramas;
en Córdoba sublime, cuna de hombres nobles,
tierra en la que abrí mi capullo de juventud,
en el seno de una familia de alto linaje.
canten las palomas posadas en las ramas;
en Córdoba sublime, cuna de hombres nobles,
tierra en la que abrí mi capullo de juventud,
en el seno de una familia de alto linaje.
GUSTAVO ADOLFO VILLALPANDO
No
fluye el río, permanece en calma,
es
la mirada la que siempre avanza,
vierte
en las aguas del milagro herido,
su
breve reino, la quietud del grito.
Todo
está oscuro. Sobre la ventana,
como
el inmóvil pescador del alba
alza
las olas de un mar peregrino,
imaginamos
la luz del vacío.
No
quema el fuego, nuestras manos arden,
toman
la forma fugaz del instante
donde
calcinan la orilla del viento.
Así
pasamos el hacer del tiempo:
la
hoja mueve el aire en su caída,
sin
rozar la inmensidad dormida
SARA DE IBAÑEZ
Hora ciega
Quisiera abrir mis venas bajos los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.
Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.
Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.
Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
sólo ahora mis ojos desheredados se abren.
Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana.
Ahora estoy despierto. Nacen al fin mis ojos
pisados por el humo, agujereando arañas,
duros estratos de algas con muertos veladores
que sin cesar devoran sus raicillas heladas.
Y te cruzo despierto, fiero túnel de ortigas,
remolino de espadas, vómito de la muerte.
Voy asido a las crines de un caballo espinoso
que vuela con ciudades quemadas en el vientre.
Voy despierto, despierto y obediente a mis manos,
con un río de pólvora cuajado en el aliento,
ahora que estoy solo y enemigo del aire,
seco, desarraigado, desnudo, combatiendo.
Quisiera abrir mis venas bajos los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.
Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.
Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.
Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
sólo ahora mis ojos desheredados se abren.
Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana.
Ahora estoy despierto. Nacen al fin mis ojos
pisados por el humo, agujereando arañas,
duros estratos de algas con muertos veladores
que sin cesar devoran sus raicillas heladas.
Y te cruzo despierto, fiero túnel de ortigas,
remolino de espadas, vómito de la muerte.
Voy asido a las crines de un caballo espinoso
que vuela con ciudades quemadas en el vientre.
Voy despierto, despierto y obediente a mis manos,
con un río de pólvora cuajado en el aliento,
ahora que estoy solo y enemigo del aire,
seco, desarraigado, desnudo, combatiendo.
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO
Suspensión
El
silencio de Dios me deja hablar.
Sin
su mudez, yo no habría aprendido
a
decir nada.
Roberto
Juárroz
El
tiempo-daga.
El
tiempo de la flor o del discurso
florido,
o de la roca.
Todo
es tiempo es nada.
Una
leyenda profana en la Escritura
que
mantiene las ansias
en
remojo.
PAOLA R. SENSEVE T
7
a
veces hago cosas importantes
como
levantarme de la cama,
ir
al baño
y
hacer pis con la puerta abierta
Luego
vuelvo a la cama
y
explosiono en millones de partículas
tan
infinitas como
las
posibilidades
desaparecer
mi cuerpo
cosas
importantes
como
comer maní
con
uvas pasas
de
desayuno
mientras
la nada ingresa
en
la habitación
ocupándolo
todo
botando
las partículas
flotantes
de mi cuerpo
para
asentarse f i n a l e n t e
sobre
mi cama
sin
mí
Así
me imagino que también pasaría con tu cuerpo,
abuela,
tu
cuerpo que por los años
y
todas las palabras que ya usaste,
es
más ligero
F
i n a l m e n t e f i n a l m e n t e
este
cerebro con el que
te
imagino desintegrada
es
solo cuerpo
aunque
me gustaría decir que
en
verdad es con mi piel que
imagino
tus partículas flotando
en
el espacio abierto
con
mi piel lisa que
es
memoria
con
mi piel lisa que
tantas
veces observé al lado
de
tu piel papel sábana
de
tu piel lámina de hielo
y
a pesar de todas las distancias de
los
tiempos de
formatos
de
fe
mis
partículas están
hechas
de las tuyas
este
vademécum ancestral
es
la única ciencia
que
hay
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