viernes, 19 de febrero de 2016


JUAN RAMÓN ORTIZ GALEANO




Estos versos en el agua

En la memoria de
Gertrudis Gómez de Avellaneda
                                                                                                                    
                             
Yacía este lobo fumando el veneno de las uvas,
mi llanto inconcluso llevaba lustros de silencio,
lo cual me iba disolviendo junto al humo tinto.


Me cruzó un joven mil veces desgraciado pero entero,
y me dijo:
"Deberías ir en busca de la Maga en el Agua,
no deberás mirarla a los ojos, ni a los senos, ni a la boca;
ella te enseñará el sortilegio que concluirá tu llanto,
tu cariño te irá marcando el derrotero".


Atravesé los ríos de Burdeos
y los valles de La Coruña
(linderos con los granizos de Madrid
y los llantos de Camagüey)
hasta vestir a gritos las tormentas de Sevilla.


El quejido de un águila moribunda
o el siniestro canto de un ave nocturna me otorgó
la morada final de la educadora...


Al verla no la vi pero supe que aguardaba mi llegada,
pues tras un ademán de sus manos intuí estos versos:
"Del huracán espíritu potente..."
"Ni libre soy, ni la prisión me encierra... "
"Es la hora grata del feliz reposo..." *


En silencio caí de rodillas y concluí mi llanto.
Hoy desperté escribiendo estos versos en el agua.


* En cursiva, versos de Gertrudis Gómez de Avellaneda 



De: "Patria Sangrante Aldea Enloquecida"


("Estos versos en el agua" integra la serie poética "Un Murmullo Entonado", que se completa con los poemas "Un Murmullo Entonado" -también publicado en este Blog- y "El llanto mutuo". Esta serie poética resultó Mención de Honor "Concurso Flor de Poesía 2011"(Buenos Aires, Argentina), organizado por Centro Cultural "El Perro" y Bar Notable "Los Laureles", de Barracas. "Un Murmullo Entonado", poema principal de la serie, fue escrito el 5 de octubre de 2009, a horas del fallecimiento de la Sra. Mercedes Sosa.)


CARMEN INÉS PERDOMO




Huellas 



Tu lengua recorre mis instintos.

En tu garganta,
bebo los placeres con culpa.

No pienso,
solo transito por tu noche
hasta llegar a tu boca.

Abrazo mi llanto.

Fulgor que se extingue
y cae de prisa.

Una piel olvidada,
un extraño deseo se cubre de lluvia.

Danzo en tu sombra
sin olvidar que todavía existes.

De: Silencio en Llamas


LUIS ARMENTA MALPICA




El pez inmerso



El pez será una ausencia cuando ya no lo nombren
mientras no puedan verlo las arañas
ni se le dé por muerto
en algún nido.
El pez será el asombro que se finja
cuando al ir al zoológico
en la sección de historia se le mire
disecado
encima de una ficha:
Pez
                         extinto.
Entonces se le echará de menos.
Más de alguno dirá que él sí lo conocía:
era dueño de un par de poderosos alerones
cubierto con escamas de metal
y en la punta del cuerpo
en el timón de mando
una cortina de humo
ensombrecía
su avance.
Y otro dirá que no
que el pez era un antiguo rascacielos
especie de pirámide de vidrio y argamasa
en donde los muchachos escondían las monedas
robadas a sus padres.
Y una anciana gloriosa
(lo que denotará su estirpe y sexo)
abrirá los olanes de su blusa
desarmará su torso
y enseñará en la aréola
el cuerpo inconfundible del pez
en sus costillas.
Y ella no dirá el nombre que una vez fue
la herencia del agua
no dirá que malagua fue un invento de ancianos
y que no existe otro animal que el hombre…
Se quedará
desnuda
tan pez
como hace ya
muchísimo
estuviera
al acecho
de un nuevo golpe
de años
que la conduzca
al agua.
La mujer
en medio de la burbuja de aire
surgida de su aureola
beberá de una vez lo que una vez dio
a su hijo
se enganchará por siempre
en su anzuelo de madre
y morirá tranquila
atravesados los labios por un beso
los ojos de un crepúsculo blanco
y el corazón
partido en tres
por una gota de agua.
Y los desconocidos se dirán entre sí…
«Era la ungida».
Ella
en la agonía del pez
convulsionada
negará con los ojos.
Todo eso fue mentira.
Solo hay algo que de ella va a decirse
sin que el hombre recele:
la mujer era
el pez.
Siempre lo ha sido.
Mas los hombres esperan
porque habrá de llegar de algún sitio
del hombre
la migala.




CESAREO MARTÍNEZ




2 Poema



Por esa luz frutal que germina en tus cabellos
y la magnética fluidez de tus dones no moriré
Agazapado en la claridad, escondido como un francotirador
aguardaré tus apariciones de gacela
ascenderé con el salto del tigre
y entraré en la historia de tu larguísimo cuello
Y no cantaré al Estado ni a las lilas de la soledad
No al cielo endurecido por usura
Sino a este cielo atigrado por tu sexo
Y a las líquidas hojas de cedro que lo cubren.



ADALBERTO GARCÍA LÓPEZ



  
Invitación



Ella lo invita a pasar; él entra.
Ella espera que él escupa flores de la boca
pero él sólo asiente con la cabeza,
tiene la raíz amarrada a su columna.
Reproductor en play, Louis Armstrong,
            I see trees of green, red roses, too,
            I see them bloom, for me and you
Una luz diurna se recuesta en los objetos de la habitación
y ella trenza sus palabras al humo que roe adentro.
Él corta, extiende, llora, grita, muerde,
se le van quedando vacíos los bolsillos,
lentamente avanza de puntitas:
atrás quedaron las precisas muecas,
hoy hay mal tiempo,
                        Baby, it’s cold outside



TOMÁS COHEN




Primavera



La verdísima hoguera del trámite volado
hierve en su olla de follaje el caldo.
Derrama sed el cántaro, el canto echa su hedor:
se pintarrajea más primera vez.

¡A través! ¡A través! Niñita violadora
con paseo de clavel inmenso boca abajo,
con brazos en raíces —la muy semilla—
y a rastras las girantes nucas de esclavos.

Al redoble del ronroneo alza, riente,
las entrañas terrestres con ternura.
Es bomba de savia e inflación de fruta:
la glandular propulsión polinizadora.

Tras el agua en el aire, apenas lluvia,
y antes de la arena, casi nieve,
tras la caspa y la costra de agua lodo,
para el dado. Ficha en la casilla roja.

Iza antorchas contra frescos cavernosos
y pica niveles de arbusto en llamas.
Tras horas y estaciones mordiéndose la cola,
la mañana del año antoja adorar.


De: “Redoble del ronroneo”