lunes, 14 de agosto de 2017


CARLOS CÚCCARO





Telekinesis
del
caos.

No hay puntos fijos
para
no caer.

Ni canciones nuevas.

Ni relojes.

Comprensión
de la duda.

La belleza
y
el odio
son
una
misma
torre.


De: “Luciflor o la sangre”



LILIANA BELLONE

  


El Cucú



De pronto recordé al cucú, en la cocina de la casa de mi tía Alba, una mansión que para mí representaba algo así como un castillo, pues tenía dos plantas, tres patios, cocheras y despensa donde se almacenaban dulces y fiambres para el invierno a la manera de las viejas costumbres.

El cucú daba las horas con su trino y todos insistían para que lo mirara, pero, cosa extraña, yo nunca pude verlo. Tal vez era muy pequeña o muy distraída. Entonces olvidé al cucú. Legué a pensar, durante esta mañana en que el sueño me mantenía aún amarrada a su mundo, que esa maravillosa máquina doméstica había sido una fantasía de la infancia y que nunca había existido. Recordé algunas líneas de Borges, casi dormida todavía, en donde dice que al paso de los años todo es igual, el que algo haya sucedido o no haya sucedido, y más aún, el que hayamos sido o no hayamos sido, pues nuestras nadas poco difieren.



RAFAEL CANSINOS ASSENS





Alef



     Cuando te veo, ¡oh corazón!, en medio de la gente, entre mujeres desfloradas y amigos maduros, siento una lacrimosa ternura.

     ¡Oh corazón! Tú eres también entre ellos como una mujer desflorada y tú también has perdido la blancura de tus mejillas y la pureza de tu juventud.

     Tú también tienes hoy una cara borrosa y un cuerpo fatigado; y entre los hombres maduros reposas, ávido de paz.

De: "El candelabro de los siete brazos"



VERANO BRISAS




MAR–K – 2



Mientras todos van y vienen
en medio del ruido y de la prisa,
yo, kon gran avidez
voy a tenderme en mi barka de fantasía
sobre los mares del mundo,
bajo el cielo estrellado
en la noche tibia de marzo,
o a la sombra de los naranjos
sobre el césped,
para mirar sin apuro las verdeazules montañas.
Mi vida ociosa es, para los importantes,
una bofetada blasfema en sus robustas chekeras,
y para mí, el delicioso placer de no hacer nada.



ELEONORA FINKELSTEIN





Grandes inventos




Debo aclarar que esto es ficción.
Ficción, como todo lo que tenemos en la memoria
por más que lo llamemos recuerdo.

La madre de mi abuelo trabajaba para un conde
y dicen que imitaba sus modales.
En tanto, mi abuela era hija de comerciantes,
de los que se dejan impresionar.
Una historia clásica.
No es difícil adivinar lo que viene después:
un montón de pequeñas tragedias
coronadas por un final feliz
que no pudo mover la historia
¿Para qué continuar?

Dicen, además, que el tiempo real está lleno
de cuentos sencillos, repetidos,
pero toda civilización
también empieza humildemente.
Cada nuevo mundo está listo
para partir de cero:
padre, hijo, nieto,
antes de contar hasta tres
ya imaginaban un escudo de armas.

Yo digo que hay que irse con cuidado
porque todos aquellos
que están muertos hace un siglo,
tuvieron sus mejores días.

No levanto la vista ahora
porque este no es un poema épico
aunque parezca.
Es un poema pequeño
(como las mencionadas tragedias).
Y desnudo, recto.
Apenas una señal
antes de que sea demasiado tarde.
Porque un invento es una cosa nueva
y sirve para darse ánimo.

Siempre hay que empezar por algo.





ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS





Parusía...



¡Desde lado maravilloso, vino del
misterio —que la fe
con ansia oscura en Dios
vislumbra — ese Ser deslumbrador sensacional…

A ese lado volvió.

De ese lado:

¡Habrá absurdo!

¡Siglo inimaginable! faz grande, entre alas anchas
indescifrables ramos
y hosannas, los del Fin. ¡Puede volver!

No histórico como antes,
a pie ni en asna ingenua el pie desnudo;

mas sí, fuego triunfal!

...Violento viento, luz que juzgará...

— ola de llama, cuevas de robo a deshacer

Pasmosa espada, abierto todo lo alto
en trueno oscuro! llegará recién
hasta la subterránea iniquidad.

Mas inimaginable siglo, en esa
hora final, será también de Él
primaveral la última Piedad...