"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 26 de enero de 2016
JUAN RAMÓN ORTIZ GALEANO
La
Cereza Rabiosa
“porque la
salvación celebra
el manar de la nada
vierte esfinge
la paz de tus
cabellos de piedra
en mi sangre
rabiosa”
Alejandra Pizarnik
nacido
en maquinaria de mandamiento divino
ando
en patines de sierra cortando el mundo
ojos mis de cereza que ven, de rabia,
Rabiosa,
el manar del ahora,
aquí tu delirio palabra no existe
ojos mis mirando madera tus dedos y el trazo que vez que haces que hago
a tus ojos tus de cereza oscurecida,
fracaso nacido, la muerte te digo, entiéndelo rabiosa
(no la ausencia, el Ahora y tus yemas madera)
no a mi de hablarme delirio, veo tu trazo
todo posible porque nada la ausencia,
no digas piedra, Preciosa,
porque piedra mis ojos cereza derrumban tu espanto
no ayudo ni ayuno: tus muertos comí
ojos mis de cereza que ven, de rabia,
Rabiosa,
el manar del ahora,
aquí tu delirio palabra no existe
ojos mis mirando madera tus dedos y el trazo que vez que haces que hago
a tus ojos tus de cereza oscurecida,
fracaso nacido, la muerte te digo, entiéndelo rabiosa
(no la ausencia, el Ahora y tus yemas madera)
no a mi de hablarme delirio, veo tu trazo
todo posible porque nada la ausencia,
no digas piedra, Preciosa,
porque piedra mis ojos cereza derrumban tu espanto
no ayudo ni ayuno: tus muertos comí
A Alejandra
Pizarnik
Este poema pertenece al libro “Arrebatos del Epígrafo”
ADALBERTO GARCÍA LÓPEZ
Hotel
El Congreso, habitación 136
La
lluvia cae como el azúcar
en el
café. Muchas gotas,
mucha
gente afuera, sintiendo
todas
esas gotas en su espalda
rompiéndose
igual que el cielo con
sus
relámpagos. Bostezo. Ahora
la
televisión no para de querer
dialogar
conmigo. Me mantengo
ocupado,
o por lo menos, trato de
fingirlo.
Esta habitación que hoy
habito
se sabe sola y ajena: me
escupe
su silencio; me araña. En
un
par de horas el sol va a tejer
sus
rayos de luz sobre el cabello
de
ella y simulará que un fuego
nace
de ella, que el día pende
de un
solo cabello de ella. Una
guerra
se hará. Pero regresando
al
hoy, a lo que acontece frente
a mis
ojos y cuerpo: este terrible
pensamiento
de la vida, mi vida
y lo
demás. No sé si la pluma
seguirá
su desfile por esta hoja
o
terminará de recaer al arduo
hábito
de caminar de puntitas. Los
lobos
de esta ciudad cosmopolita
aúllan
a la luna. La luz parpadea
pero
poco importa porque madre
duerme,
es víctima del sueño, yo
sólo
consuelo al sueño cuando
consigo
la tregua de soñar con ella.
Sigo
pensando. Pienso. Veo el cielo,
ahogo
dudas. Como si una enorme
sábana
líquida que en sus orillas
tuviera
un bordado de espuma cayera
sobre
mí. Sin piedad alguna, sin
remordimiento.
Ya la noche oculta
algunas
de sus estrellas; el periódico
llega
a la calle y hay olas que hacen
eco
en la costa. Una sirena de patrulla
canta
en estos serenos momentos.
AARÓN RUEDA
Instantes
de la demencia
Quinto
Instante
Veo
muérdanos en mis manos,
ojos,
labios
y
alma
crecen
como si fuera la tierra fértil de la angustia
devorando
la dermis,
gotas
de lluvia que viven en mis poros.
CARMEN BOULLOSA
XI-
No eres la pluma...
No
eres la pluma
que al aire se inclina,
ni el cuello tibio del ganso,
ni la piel del tímido durazno:
eres el injerto de toda esa ternura
en la fuerza del monte,
en el salto de un felino acorralado.
que al aire se inclina,
ni el cuello tibio del ganso,
ni la piel del tímido durazno:
eres el injerto de toda esa ternura
en la fuerza del monte,
en el salto de un felino acorralado.
De: Abierta
BALAM RODRIGO
Abrilésima
nostalgia
El
marimbar de la lluvia es abrilésima nostalgia.
Un
olor de mangos resucita los bemoles
que
la tarde hiere al percutir su música de zinc
tras
goterones y aguaceros.
De la
trópica lluvia los tenues hilillos
escurriendo
en paredones y arboladuras
cual
aves en los postes de petrificada luz y canto
que
fluyen hacia el mar
en
una lunación de sextantes muertos.
Quejosa
es su tonada, su piar de ninfas
que
habitan en oscura sal y tesituras.
Ya
canta la batracia tarde su creación madura,
su
bichosa faz que de un salto inunda todo
con
sus anclas de agua.
Lenguación
tras lenguación, los líquidos insectos
muertan
las ciudades:
Efímero
es su lluviar entre los brevísimos nosotros.
SUSANA REYES
Historia
de los espejos
Ten siempre a Itaca
en tu pensamiento.
Tu llegada ahí es
tu destino
mas no apresures
nunca el viaje
Constantin Cavafys
I
Para
doña Martha Sutter de Selva
Esperé
a Ulises cada tarde
alerta,
fiel, con mis aves resueltas.
Me
senté en el viejo umbral
a
deshojar el horizonte.
Los
tejidos ablandados por las lágrimas
se
desanudaban solos
en
una rutina feliz e incierta
No sé
si él supo de abismos,
de
oscuridades o silencios,
pero
el corazón me guió
cada
noche hasta sus pasos.
Me
ahogué con él
y mil
veces me arrastró el viento
en
los desiertos.
Gané
el hambre y las fiebres
el
nudo en la garganta
al
que se ató cada noche
para
no saltar al vacío.
Y
caminé con él
mas
nunca supe que sus pasos
huían
de mi Itaca,
que
quemó sus naves
en el
primer puerto,
que
se escondió en los espejos…
Pero
él no sabrá de las dimensiones,
que
camino con él
que
lo veo irse y volver cada noche
en
este espejo
que
sigo tejiendo.
II
Cayó
despacio el tejido
y sus
hilos mudos y húmedos
se
quebraron.
Hubo
dolor inexplicable
Un
perdón simple
insuficiente
un
espejo retratando al sol que era mi cara
y la
cara de todas aquellas
que
en balde amamantaron los días.
III
El
pie certero
o la
ficha marcada,
la
salida del dédalo
hecho
de noche y llanto.
La
llave sin el listón cambiado,
el
ladrillo falso, la máscara
la
alfombra, el sortilegio,
el
pasadizo de hueso y polvo
el
acertijo, el espejo…
la
sangre fría o las venas de piedra
Dámelos
porque
duele el alma y
muere
un poco en cada intento.
IV
Para llenar un hueco
inserta en él la cosa misma
que lo causó. Pon otra:
se verá más vacío. No se puede
rellenar un abismo
con aire.
Emily Dickinson
Era
de agua,
de
esa agua robada a los lagos profundos.
Era
de mareas su estirpe
y
jugaba siempre a romper con sus palabras de espuma
el
corazón de piedra que era un desconocido
hasta
ese entonces.
Con
espuma de oro
hizo
brillarlo
y
latió al vaivén de sus olas de fuego.
Nada
se sabe de aquel que un día
se
llevó ese corazón de piedra,
sólo
el vacío donde anidan viejas olas
queda
como testigo húmedo
de lo
que ahí cupo.
No
hubo leyenda que contara de ese fuego
no
hubo voz para alimentar un eco
en
las gaviotas errantes.
Los
dioses le negaron algún don
algún
mal presagio, siquiera…
Hoy
se presume vagabundo,
piedra
de fuego errante
en un
mar hecho de aquella agua.
V
“Inútil
repetirme que el recuerdo
de ayer y un sueño
son la misma cosa.”
Jorge Luis Borges
El
mar es el llanto de la Luna,
y su
esencia
duerme
en el ojo de un prístino huracán
que
despliega su brillo.
El
vigía interior aguarda en el centro
con
su furia de piedras antiguas.
Su
ojo vela el alma presa de esta dimensión.
La
vida es una danza con el infinito
en
pasos monótonos.
Una
voz sorda busca los acordes
de un
pasado que en los sentidos se borró.
También
el amor sabe a lágrima,
y
huelo su aroma que me incendia.
He
probado la luz y
la
tierra me llenó de sus colores.
Mis
ojos sólo saben de la claridad,
de la
noche,
pero
he escuchado el llanto
de su
entraña
y me
he bañado con lágrimas de Luna.
Él
esperó mis pasos.
No
tuvo miedo de la mujer que sabía a Luna
y
tenía un mar como reflejo,
se
dejó amar en un silencio de olas.
Ahora
lleva mi señal y sabe a lágrima su esencia.
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