martes, 26 de enero de 2016

SUSANA REYES




Historia de los espejos

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada ahí es tu destino
mas no apresures nunca el viaje
Constantin Cavafys

I
                    Para doña Martha Sutter de Selva


Esperé a Ulises cada tarde
alerta, fiel, con mis aves resueltas.

Me senté en el viejo umbral
a deshojar el horizonte.

Los tejidos ablandados por las lágrimas
se desanudaban solos
en una rutina feliz e incierta

No sé si él supo de abismos,
de oscuridades o silencios,
pero el corazón me guió
cada noche hasta sus pasos.

Me ahogué con él
y mil veces me arrastró el viento
en los desiertos.

Gané el hambre y las fiebres
el nudo en la garganta
al que se ató cada noche
para no saltar al vacío.

Y caminé con él
mas nunca supe que sus pasos
huían de mi Itaca,
que quemó sus naves
en el primer puerto,
que se escondió en los espejos…

Pero él no sabrá de las dimensiones,
que camino con él
que lo veo irse y volver cada noche
en este espejo
que sigo tejiendo.
  


II


Cayó despacio el tejido
y sus hilos mudos y húmedos
se quebraron.

Hubo dolor inexplicable
Un perdón simple               insuficiente
un espejo retratando al sol que era mi cara
y la cara de todas aquellas
que en balde amamantaron los días.


  
III


El pie certero
o la ficha marcada,
la salida del dédalo
hecho de noche y llanto.
La llave sin el listón cambiado,
el ladrillo falso, la máscara
la alfombra, el sortilegio,
el pasadizo de hueso y polvo
el acertijo, el espejo…
la sangre fría o las venas de piedra
Dámelos
porque duele el alma y
muere un poco en cada intento.


IV

                                    Para llenar un hueco
                         inserta en él la cosa misma
                            que lo causó.  Pon otra:
                    se verá más vacío.  No se puede
                         rellenar un abismo
                      con aire.
                                              Emily Dickinson


Era de agua,
de esa agua robada a los lagos profundos.
Era de mareas su estirpe
y jugaba siempre a romper con sus palabras de espuma
el corazón de piedra que era un desconocido
hasta ese entonces.

Con espuma de oro
hizo brillarlo
y latió al vaivén de sus olas de fuego.

Nada se sabe de aquel que un día
se llevó ese corazón de piedra,
sólo el vacío donde anidan viejas olas
queda como testigo húmedo
de lo que ahí cupo.

No hubo leyenda que contara de ese fuego
no hubo voz para alimentar un eco
en las gaviotas errantes.
Los dioses le negaron algún don
algún mal presagio, siquiera…

Hoy se presume vagabundo,
piedra de fuego errante
en un mar hecho de aquella agua.


 V

 “Inútil repetirme que el recuerdo
de ayer y un sueño son la misma cosa.”
Jorge Luis Borges



El mar es el llanto de la Luna,
y su esencia
duerme en el ojo de un prístino huracán
que despliega su brillo.

El vigía interior aguarda en el centro
con su furia de piedras antiguas.
Su ojo vela el alma presa de esta dimensión.

La vida es una danza con el infinito
en pasos monótonos.
Una voz sorda busca los acordes
de un pasado que en los sentidos se borró.

También el amor sabe a lágrima,
y huelo su aroma que me incendia.
He probado la luz y
la tierra me llenó de sus colores.
Mis ojos sólo saben de la claridad,
de la noche,
pero he escuchado el llanto
de su entraña
y me he bañado con lágrimas de Luna.

Él esperó mis pasos.
No tuvo miedo de la mujer que sabía a Luna
y tenía un mar como reflejo,
se dejó amar en un  silencio de olas.
Ahora lleva mi señal y sabe a lágrima su esencia.


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