Historia
de los espejos
Ten siempre a Itaca
en tu pensamiento.
Tu llegada ahí es
tu destino
mas no apresures
nunca el viaje
Constantin Cavafys
I
Para
doña Martha Sutter de Selva
Esperé
a Ulises cada tarde
alerta,
fiel, con mis aves resueltas.
Me
senté en el viejo umbral
a
deshojar el horizonte.
Los
tejidos ablandados por las lágrimas
se
desanudaban solos
en
una rutina feliz e incierta
No sé
si él supo de abismos,
de
oscuridades o silencios,
pero
el corazón me guió
cada
noche hasta sus pasos.
Me
ahogué con él
y mil
veces me arrastró el viento
en
los desiertos.
Gané
el hambre y las fiebres
el
nudo en la garganta
al
que se ató cada noche
para
no saltar al vacío.
Y
caminé con él
mas
nunca supe que sus pasos
huían
de mi Itaca,
que
quemó sus naves
en el
primer puerto,
que
se escondió en los espejos…
Pero
él no sabrá de las dimensiones,
que
camino con él
que
lo veo irse y volver cada noche
en
este espejo
que
sigo tejiendo.
II
Cayó
despacio el tejido
y sus
hilos mudos y húmedos
se
quebraron.
Hubo
dolor inexplicable
Un
perdón simple
insuficiente
un
espejo retratando al sol que era mi cara
y la
cara de todas aquellas
que
en balde amamantaron los días.
III
El
pie certero
o la
ficha marcada,
la
salida del dédalo
hecho
de noche y llanto.
La
llave sin el listón cambiado,
el
ladrillo falso, la máscara
la
alfombra, el sortilegio,
el
pasadizo de hueso y polvo
el
acertijo, el espejo…
la
sangre fría o las venas de piedra
Dámelos
porque
duele el alma y
muere
un poco en cada intento.
IV
Para llenar un hueco
inserta en él la cosa misma
que lo causó. Pon otra:
se verá más vacío. No se puede
rellenar un abismo
con aire.
Emily Dickinson
Era
de agua,
de
esa agua robada a los lagos profundos.
Era
de mareas su estirpe
y
jugaba siempre a romper con sus palabras de espuma
el
corazón de piedra que era un desconocido
hasta
ese entonces.
Con
espuma de oro
hizo
brillarlo
y
latió al vaivén de sus olas de fuego.
Nada
se sabe de aquel que un día
se
llevó ese corazón de piedra,
sólo
el vacío donde anidan viejas olas
queda
como testigo húmedo
de lo
que ahí cupo.
No
hubo leyenda que contara de ese fuego
no
hubo voz para alimentar un eco
en
las gaviotas errantes.
Los
dioses le negaron algún don
algún
mal presagio, siquiera…
Hoy
se presume vagabundo,
piedra
de fuego errante
en un
mar hecho de aquella agua.
V
“Inútil
repetirme que el recuerdo
de ayer y un sueño
son la misma cosa.”
Jorge Luis Borges
El
mar es el llanto de la Luna,
y su
esencia
duerme
en el ojo de un prístino huracán
que
despliega su brillo.
El
vigía interior aguarda en el centro
con
su furia de piedras antiguas.
Su
ojo vela el alma presa de esta dimensión.
La
vida es una danza con el infinito
en
pasos monótonos.
Una
voz sorda busca los acordes
de un
pasado que en los sentidos se borró.
También
el amor sabe a lágrima,
y
huelo su aroma que me incendia.
He
probado la luz y
la
tierra me llenó de sus colores.
Mis
ojos sólo saben de la claridad,
de la
noche,
pero
he escuchado el llanto
de su
entraña
y me
he bañado con lágrimas de Luna.
Él
esperó mis pasos.
No
tuvo miedo de la mujer que sabía a Luna
y
tenía un mar como reflejo,
se
dejó amar en un silencio de olas.
Ahora
lleva mi señal y sabe a lágrima su esencia.
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