lunes, 26 de mayo de 2014

ANA ILCE GÓMEZ



 

Ecuación perfecta

 
 

La latitud del corazón
la plenitud de una manzana
las flores insolentes del jarrón,
perfectas ecuaciones que desgrana
el azar
tropel de imágenes que llenan
la estancia de una mujer
que hilvana realidad o eternidad
con los retazos que la vida
le ofrece.

 

De: Poemas de lo humano cotidiano

 

 

HELENA RAMOS


 

94

  

Hervor de robles
carne claro bordea
cada camino.
 

De: Polychromos (haikus)

 

 

 

 

FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ


 

Que no le pase nada a mi pasado

 
Al Poeta Julio Valle Castillo

 
 

Como un niño le arranca las alas a la mariposa

se le van quitando los brillos a los años.

Los viajes al mar no tienen regreso

y no puedo volver a vivir lo que no me di cuenta que viví.

Pero en la noche oigo el trastorno del pasado,

se me viene desde cuando el mar confinaba al hombre en la tierra

y el hombre saboreaba la sangre del jabalí en la boca del puma.

Eran los salvajes excesos de mis veinte.

Rudo, ruidoso, reservado y milagrosamente espiritual

me apropiaba de momentos sensuales de vidas propias y ajenas.

Cubierto del polvo de grandes batallas trashumantes

en el terror de la noche de una vida rustica

vivida en tabucos y guaridas de músicos ambulantes,

damas prestidigitadoras, celestinas y rameras,

me sitiaba la depresión que derrumbaba todas mis defensas,

y al alba pedía convertirme en un pájaro para huir

y me transformaba en una criatura con alas para huir.

Que no le pase nada a mi pasado

porque es un tesoro que tengo.

El pasado que es como el mar que no se traga lo que no le gusta

y lo saca para afuera.

El pasado que hace volar caballos indómitos en el interior de un ropero.

El pasado donde están las primeras mujeres oliendo a patio de granja,

aquellas a quienes por primera vez pude leer su corazón y su rostro quejumbroso,

esas primeras mujeres que le enseñan a los hombres

el alfabeto de cómo hacerlas felices,

que fueron madrinas y nodrizas de mis dedos frenéticos;

mujeres que adoran a los hombres vulnerables

que tienen una luna femenina cuando lloran;

mujeres con belleza vital alimentada por demonios;

mujeres que ponían la mano en la roca

para ir a lo profundo de la corteza terrenal;

mujeres solo comparables con Emperatrices, Reinas,

domadoras de fieras que fueron quemadas en la hoguera,

que no conocieron el arte de la sumisión

para orquestar su fin,

y tenían en los ojos, como un ventarrón,

la herencia humana de ideas, ideales, y experiencias.

 

Granada, 07 de Julio 2002.

 

 

FERNANDO ANTONIO SILVA


  

El canto

 

                         De tu mirada surge El Canto
                         dejándose caer revoloteando
                         en tu cuerpo
                         llega a la punta de tus pies
                         y vuelve a subir
                         en vueltas y vueltas
                         se abren sus alas
                         el pico para delante
                         y se queda ahí encimita del aire
                         a la sorpresa de mis ojos
                         y mis manos siguiéndolo
                         queriendo apresarlo
                         escribirlo
                         en el papel sin alma.

 

 

 

 

ÁLVARO URTECHO


 

Ámbito

 

Palacios abandonados:
una ráfaga escabrosa de tiempo
pasa por ellos: un hálito de ausencia,
una explosión de pétrea melancolía.
Y sin embargo están allí:
con sus muros altísimos
y sus vastos recintos dispuestos
para la escena sublime
del ritual desplegándose frente
a la pregunta permanente
de los ojos humanos, ¡ceremonias,
rituales de la grandeza y el asombro!
Entrada y fuga precipitada
de aves agoreras,
cenizas y fantasmas de príncipes,
emperadores y reyes
con sus voces borradas como ríos secados
copas de vino denso y arpas
de sonido recatado en la sombra.
Flautas de aurífero gorjeo.
Pergamino de bordes carcomidos.
Palimpsestos de inscripciones cifradas.
Cofres de sellados fulgores.
Sarcófagos impenitentes.
Palacios abandonados
por siervos y señores, vencidos y vencedores.
Historia cerrada y abierta,
descubierta y redescubierta,
encontrada y reencontrada
hasta la sordamente imprevista
consumación de los siglos.

 

LEONEL RUGAMA


 
 

Sandino

  

“Había un nica de Niquinohomo
que no era ni político
ni soldado”
luchó en Las Segovias
y una vez que le escribió a Froylán Turcios
le decía que si los yanquis
por ironía del destino
le mataban a todos su guerrilleros
en el corazón de ellos
encontraría el tesoro más grande de patriotismo
y que eso humillaría a la gallina
que en forma de águila
ostenta el escudo de los norteamericanos
y más adelante le decía
que por su parte al verse solo (cosa que no creía)
se pondría en el centro de cien quintales de dinamita
que tenía en su botín de guerra
y que con su propia mano daría fuego
y que dijeran a cuatrocientos kilómetros a la redonda:

 
SANDINO HA MUERTO.