miércoles, 30 de noviembre de 2022


 

JAVIER ESPAÑA

 


Epígrafes velardianos

 

 

I

y conocía la o por lo redondo

El entorno camina en círculos.
Su presentir de esfera ufana
cabe en un diente de pigmeo.

Ceremonial de ombligo sabio
es conocer la o por lo redondo,
lentejuela de abismo encinta.

En vientre de diamante rudo
forja su embrión sin armadura,
obesidad que embosca al canto.

Tosco sopor o fondo blondo,
como frondoso logos, todo
rima en la o dolor o gozo.

 

 

II

Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido

La danza diametral
de los matices lánguidos
respira en su estertor.

Valsa en el arco núbil,
como esguince entre las aristas
que apura su reverso.

En el porte del alfil
de burladero breve,
se degusta el relámpago.

Humo en puntillas sabias
asciende en espiral
su frágil erección.

 

 

III

Entonces era yo un seminario
sin Baudelaire, sin rima y sin olfato

Agotar las premisas irritantes
en el credo de la razón insana,
donde transcribo en el olfato el miedo
que Baudelaire sangró desde los vicios.

Simulo en el seminarista el verbo,
esquivo al mundo que blasfema
flores del mal en la falsaria rima,
podridos ángeles de lo insalvable.

 

 

IV

            pero ya tu garganta sólo es una sufrida
blancura, que se asfixia bajo toses y toses

Como un trago de azufre a medianoche
se consuma la orgía de los ángeles.
Entre vulvas antiguas se contagian
gargantas seminales y violencias.

Sinuoso es el tosido del amante,
doblegación de luz en la caída
que la fiebre reclama en meretrices:
espejismos de faros sin lucera.

De blancura perdida en el desgarre
se excreta el fárrago de coitos,
templos sin avaricia, dones
vulnerados por dioses interdictos.

 

 

V

húmedos y anhelantes monosílabos,
según que la llovizna acosa las vidrieras

Hiel, luz en mí, voz gris del ser,
monosílabos vacuos de ventisca
que enmohecen vagidos taciturnos.

Del acoso en cristales sin ventura
se diseña en el monólogo del agua,
oculto pernoctar en las esquirlas.

¿Qué sol no agrieta la humedad en ascuas?
La ambición del reflejo no proscribe
en la mirada vítrea del vencido.

 

 

VI

un encono de hormigas en mis venas voraces

Enigma a la potencia múltiple
confluye en laberintos sierpes,
despierta la ansiedad del río
en el acoso de placenta turbia.

Presagio en sombra entrecortada
oprime a la ciudad del tedio,
donde las venas paren hoces,
persianas en los poros tímidos.

El símil del breviario escinde
en el arquear de la palabra,
desfiladero en riesgo zigzagueante
que parpadea asombro, esquirlas.

 

 

VII

De súbito me sales al encuentro,
resucitada y con tus guantes negros

Del retorno al poema conjurado,
al furtivo nocturno de los guantes
que velar de farero catequiza.

¿Qué campanario emula las escancias
del temor taciturno y raciniano?
El fraseo de bronce se traduce
en el vuelo de impúberes mantillas.

En faldas del augurio se evaporan
seculares escenas sin parodia,
donde el éxtasis sitia en guante negro
el discurso profano de las pieles.

El punto de partida de la sangre
afana el apetito en el torrente
velardiano, preñez que afila al tiempo:
vestal de azogue en cicatriz abierta.

 

 

JULIO FÉLIX ROYANO

 

  

El otro hombre

 

 

Está el hombre a caballo y es jinete
más que por su postura porque va a alguna parte.
El ingeniero está sobre sus anchos planos desplegados
está, y es ingeniero
porque alguien le ha pedido un edificio
descrito con palabras y ademanes.

Y está el escultor sobre su mármol
y vive y es un hombre
porque se le ha pedido que detenga en los siglos
la forma y el volumen que se lleva la muerte.

Y está el médico abierto
como un ala sobre el paciente
y vive y es un hombre
porque tiene un trabajo impostergable:
porque alguien necesita que otras alas no caigan;
porque alguien le ha pedido más horas de agonía
y él busca en su maleta desesperadamente.

Y el capitán sobre cubierta
danzando en el trapecio del naufragio,
y el ladrón en su sombra
y el guardia en su prisión de cuatro pasos,
la madre en el lunario de su vientre:
la nodriza en su vientre postergado,
y el astronauta en su misantropía
burlada en las amarras del aplauso.

Y viven y son hombres
porque necesitamos que se cumplan sus ciclos.

Y el ex-asalariado está en la fila
hasta que cuatro letras le gritan «no hay vacante»
y está sobre sus pies y aunque está erguido
yo os digo y os repito que está muerto.

Muerto y perdido muertos y olvidado
muerto sin frío ni calor
muerto sin voz no oído
muerto sin rezo
más muerto que los muertos; sin reposo
y sin ese respeto que otros muertos infunden a los vivos.

Muerto y bien muerto y en alguna parte
tiene que estar el asesino.

 

MARÍA BARANDA

 

 

 

Debajo de la tierra mira el cielo y se completa.
Piensa en un color cercado por viejas cicatrices.
Un negro conveniente,
un azul de cuerdas para el cieno,
el gris molido que adultera la pimienta.
Prueba la miel que unge por sus venas.
Lame todo lo lento
y viscoso de sus sueños.
Traza círculos con flores amarillas
para el sudario de su texto.
 
 
De: “Teoría de las niñas”

 

 

ANDREA CRESPO MADRID

 

  

 

Utilidad del luto

Qué útil será el luto cuando se vuelva perenne
La Vida Bohème

 

 

cuando nos ahorremos separar las prendas
la angustia de la úlcera
el permiso para adentrarnos en el silencio
cuando nos decidamos por un renacuajo
que se parezca a nosotros
(pero sin haber perdido nada todavía)
cuando admitamos la morbosidad de vernos huérfanos
cómo se escuchará ese lamento de MADRE
quizás tenga hipos de memoria
o se le olvide hablar
qué fecundos los niños soldados
no pueden decir turpial ni bandera de piojos ni qué de pinga
estas violencias
en las que no sabemos reconocernos
mientras crece el cementerio del este

yo escucho el rumor de los hombres
cuando le tuercen el cuello al cisne
cuando ya es muy tarde y dicen
dame una muerte que pueda izar en el aire

 
 

De: “Tuétano”

 

ELIZABETH SCHÖN

 

  


Nunca detenemos la nube, la fragancia, las hojas
Únicamente el caos dirige ignorando
dónde colgar los múltiples puntos
que lleva consigo
y que no son
fieras, ruanas, hombres
lanzando el hacha
para aumentar el ímpetu de lo voraz
El alma mantiene los lados del rostro
el ángulo del cuerpo
El caos no defiende el albergue
tiene la libertad de seguir, perderse
El alma está en su círculo
aún
mucho más allá de la sed del poderoso preparado
para extirpar la menor larva de la tierra


<>

 

De: “Ráfagas del establo”

 

 

MARGARITO CUÉLLAR

 

  

La Habana (1996)

a Marco Antonio Campos

 

 

Ciudades cuidadosamente dobladas.
Soldados en ajeno territorio.
Cubiertas de volcanes o de nubes
de mujeres y estrellas, de nieve y alquitrán.
Tristes como un panfleto.
Alegres como la falda de una muchacha
abordando un avión.

 

De: “Para formar un río”