miércoles, 30 de noviembre de 2022

JULIO FÉLIX ROYANO

 

  

El otro hombre

 

 

Está el hombre a caballo y es jinete
más que por su postura porque va a alguna parte.
El ingeniero está sobre sus anchos planos desplegados
está, y es ingeniero
porque alguien le ha pedido un edificio
descrito con palabras y ademanes.

Y está el escultor sobre su mármol
y vive y es un hombre
porque se le ha pedido que detenga en los siglos
la forma y el volumen que se lleva la muerte.

Y está el médico abierto
como un ala sobre el paciente
y vive y es un hombre
porque tiene un trabajo impostergable:
porque alguien necesita que otras alas no caigan;
porque alguien le ha pedido más horas de agonía
y él busca en su maleta desesperadamente.

Y el capitán sobre cubierta
danzando en el trapecio del naufragio,
y el ladrón en su sombra
y el guardia en su prisión de cuatro pasos,
la madre en el lunario de su vientre:
la nodriza en su vientre postergado,
y el astronauta en su misantropía
burlada en las amarras del aplauso.

Y viven y son hombres
porque necesitamos que se cumplan sus ciclos.

Y el ex-asalariado está en la fila
hasta que cuatro letras le gritan «no hay vacante»
y está sobre sus pies y aunque está erguido
yo os digo y os repito que está muerto.

Muerto y perdido muertos y olvidado
muerto sin frío ni calor
muerto sin voz no oído
muerto sin rezo
más muerto que los muertos; sin reposo
y sin ese respeto que otros muertos infunden a los vivos.

Muerto y bien muerto y en alguna parte
tiene que estar el asesino.

 

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