"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 2 de agosto de 2021
ALEJANDRO PALIZADA
Elegimos
una mentira: que todo sea posible.
Elegimos
tirar una piedra al río
y
quedarnos al borde contemplándola.
Hace
frío.
Podemos
contar una historia que nos incluya,
un
mito que nos desnude, una canción triste para cantar.
Voy
a buscar el verdadero rostro de la palabra,
voy
a lavarla de la pesadez de los días y las noches.
Elijo
una línea de mi mano.
La
desplazo, la extiendo, la parto.
También
desplazo y parto el destino que anunciaba.
Elijo
el centro que se disipa.
ALMA VELASCO
La
Mesa
La
mesa
es
donde traviesa
brinca
y brinca una frambuesa.
Cuando
me siento a comer
mientras
tomo chocolate
el
gato corre a leer
en
mi libro un disparate.
La
mesa
siempre
nos tiene
una
sorpresa
HOMERO PUMAROL
Nací
sin suerte, donde quiera que voy
Parezco llevar conmigo el desastre.
Orita
estuvo al revés -me grita mi mujer-
La cerveza está caliente y los chiles fríos.
Pero
tenemos cosas lindas
a las que hay que echarle aceite
Como ese carro. Va a ser un clásico.
Qué
canciones
Qué camisas
Qué flores tenemos.
En
el jardín pusimos fertilizante
Y se nos cae el pelo.
Ustedes
creen que yo estoy loco
O que los locos somos pendejos.
Al
oir que algo se rompe
Es como que me salvé.
AMANDA BERENGUER
Comunicaciones
Urge
el pensamiento conectando
¿se siente? ¿alguien entre líneas?
¿errata? ¿paréntesis? ¿qué signo?
¿escuchan?
(La claridad del lenguaje
tiene apenas
la intensidad ambigua del poniente)
Estamos aquí, lanzados a la noche
terrestre, apretujados,
aquí, en la noche terrestre, aquí
en la noche terrestre.
De nuevo el hilo
el cable roto, el deslumbrante
cortocircuito.
¿No oyen? ¿No se oye?
Palabras mías, insensatas,
hechas de furor y de locura,
cuantiosa tesitura negra
a borbotones desbordándose
hacia dentro, hacia
el fondo
interpolado de rígidas luciérnagas.
Tiembla y destella, hace señales,
todas son huellas de la eternidad,
enumeradas y prolijas,
cuernos de caza, al mundo
aullidos de perros, está el desierto,
toques de peligro, inútilmente,
pasos cambiados, ¿dónde?
campanas para niebla, una piel fosforescente,
pedidos de auxilio, y envenenada,
sirenas de patrulleros, llamando,
gritos de alarma, solo, solo, solo,
bocinas de ambulancias, se hace tarde,
quiero saber si se hace tarde.
Un código de emergencia,
un vaso de agua, un hueso
para la inteligencia,
un alfabeto de clave radioactiva,
o telepática, o nuclear,
o una sustancia de amor
para esta extrema ubicación,
25 de abril de 1963, otoño,
en mi casa, hemisferio austral,
aparentemente a la deriva.
VÍCTOR RIVERA
Bendición de lo leve
Perdido
en el sol de tu trigo
el segador escucha
el jilguero de alas blancas,
en
el sol de tu trigo,
el oleaje del puerto,
brisa marina entre los dedos,
noble espiga de cuello suave.
Desde
la copa de tu sueño
parte el navegante,
con una oración para la furia de los mares,
con una bendición para los barcos
que apenas rozan el agua,
tú
que apenas tocas la sal,
pluma de las tempestades,
en ti que ya se posan las aves,
en ti que ya se pierde el peso de la carne,
carne de tu carne.
Brisa
marina entre los dedos,
noble espiga de cuello suave,
sumerges el mundo
bajo la lentitud de tu párpado,
y
nadie huye de ti,
y tú no huyes de nadie,
por el hecho mismo de ser elemental,
carne de tu carne,
junco primitivo de las estaciones.