"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 18 de septiembre de 2025
SARAI CAVERO PACCO
10. Qué pena
Feliz,
con cuatro cigarrillos salí,
el
frío en las manos, pensándote.
El
clima, maldito, me dio su permiso:
pensarte
de nuevo, sin ningún juicio.
La
plaza sin luz, el templo cerrado,
la
cruz encendida, el paso callado.
A
una cuadra más abajo, el destino:
muerto
y oscuro, igual que el camino.
El
hostal con la puerta entreabierta,
los
cuartos sin vida, la calle desierta.
Otras
parejas entraban riendo,
y
yo, celosa, por dentro ardiendo.
Una
anciana y una joven me vieron,
¿por
el humo o el luto que no entendieron?
No
lo sé, pero sus ojos se clavaron,
y
mis pasos del recuerdo, regresaron.
Se
agotaron los cigarrillos
esa
fachada me hizo temblar.
¿Qué
gratos recuerdos?, ¿qué travesura?,
una
sonrisa venció la amargura.
Qué
pena,
yo
aquí, sin razón,
reviviéndote
a trozos,
con
tímpanos rotos
de
tanto escucharte
adentro
del pecho,
como
si tu eco
fuera
mi techo.
EMMA VAMARÍ
Las fantasmas de Santa Mónica (fragmento)
VIII
Chunches
nacimos, mamá.
Mamá
Mónica.
Chunches
nacimos entre las piernas
y chunches nos habíamos de morir.
Virtud
del arte, tal vez,
o pena de la astucia;
el
arte sabe descollar en los chunches
que
nítidos llegan a las cuerdas enmohecidas
y
las poesías se empujan por papiros vitrificados,
miran
al cielo, te llaman
irradiados
por la ira, tu sangre,
la
arena que quedó en penumbras
al
alzarse la cruz, y allí estuvimos, mamá, ¿te acuerdas?
¿Te
acuerdas de la espalda de María
corriendo
entre nuestros dedos como esa arena?
No
nos consta qué tanto de igual o distinto
tienen
aquellas nubes a las que hoy
durmieron
en tu mirada.
Mamá,
te esperamos
chapeadas
y taquicárdicas bajo el mediodía,
pero
llegaste tarde a este tu santuario.
Si
nos buscas, podríamos encontrarnos
en
esta Puebla metamorfoseada,
o
entre las pisadas fantasmagóricas
de
nosotras: los chunches nuevos.
FABIÁN GUERRERO OBANDO
V
Veo esa caja por dentro. La oscuridad abajo
Veo
esa caja por dentro. La oscuridad abajo
Y lo
que recoge.
El
polvo que gira lento como si tomara aire
O
temiera algo.
Si
fuera posible,
Limpiaría
la caja para neutralizarlo.
Pero
es crudo el tejido epidérmico
Que
se acumula en el fondo.
Esto
gris en lo pardo.
De:
“Tardía calma”
JAIME SÁNCHEZ MARÍN
El
modelo rojo, 1937
flotando
en los últimos vapores del Alzheimer
recorriendo
un sendero intuido en un campo de portafotos
como
lápidas de arcilla heridas por luces que parpadean
mamíferos
lentos cercan desde arriba mi conciencia
erguida
sobre baldosas rojas
descalza
frente a los troncos negros
aún
humeantes
arrancando
la piel borrada de una naranja
De:
“Magritte”
NAIM FRASHËRI
El
tiempo ido
Descansado
y sosegado
me
echo a un lado a sollozar,
con
corazón abrasado,
no
hay consuelo en mi pesar.
Cual
ave que cae y muere
cubre
el terreno la nieve,
bajo
el alar se guarece
y
mísera permanece.
Ves
cómo cae la nevada
y el
infortunio disciernes,
mundo
insulso, sombra vana,
a
afanarte no te atreves.
No
ves ni flores ni hojas,
por
doquier más frío y hielo,
calma
esta la vida toda,
desolado
el universo.
Clara
de huevo la tierra,
ni
hojas ni capullos gasta
tu
corazón, pasión negra,
es
como flor encarnada.
No
ves familia ni amigos,
tampoco
niños ni hogar,
tu
esperanza ha fenecido,
como
el rayo al irradiar.
Gacha
tienes la cabeza,
cierras
los ojos, meditas
y
suspiras mientras piensas
con
añoranza infinita.
No
creas que está dormido
cuando
lo veas calmoso,
cabizbajo
y abatido,
que
está despierto del todo.
Dice
para sus adentros:
¡ah,
se fue, huyó el buen tiempo,
lo
que quiero, vano intento,
no
ha de volver ni queriendo!
¡Ay,
árboles venerables,
os
veo sin flor ni hojas,
pelados
y miserables,
secos
y yermos de fronda!
Como
vosotros truncado,
dije
en mi desierta vida:
¡cuántas
hojas me arrancaron
que,
al caer, pierdo de vista!
Vosotros
campos y montes
que
no esperaba alterados,
poco
a poco, lentamente,
parece
que habéis mudado.
Ah,
sois otras al parecer,
tú,
luna, lindas estrellas,
de
cuando os miraba ayer,
de
un negro velo cubiertas.
Mi
tiempo de la niñez,
a la
carrera pasaste,
al
mismo Dios te rendiste
y de
mí tú te olvidaste.
Tú
todo me lo mostraste,
lo
bueno, fuerte y hermoso
mi
gozo multiplicaste
y me
hiciste deseoso.
¡Y
este infausto corazón
en
este tiempo mezquino
continuamente
asustado,
ya
no parece ni el mismo!
El
tiempo nos arrebata,
lo
querido y que tenemos,
¡Ah,
que farsa más ingrata,
como
fuimos no seremos!
¡Hágase
cuanto tú ordenes,
Señor
nuestro por los siglos!
¿Por
qué a los ojos se viene
el
pobre tiempo que es ido?
Versión
de María Roces González
JAVIER CLAURE COVARRUBIAS
La
vida es la vida como un rayo en caída
La
vida es la vida como un rayo en caída
nadamos
en el vientre materno
y
adivinamos en las noches de mil lunas
el
día de los tiempos
para
jugar a las rondas de Mistral.
La
vida es la vida como un rayo en caída
abrigamos
ilusiones y cuidamos a nuestros hijos
caminamos
a tientas
con
la faena del diario vivir en la nuca
y
muchas veces hacia un espejismo
que
ha brotado de los troncos dolientes del planeta.
La
vida es la vida como un rayo en caída
plantamos
árboles para ver en sus frutos nuestros sueños
guardamos
recuerdos en las fotos
nada
es eterno en la rueda de la existencia
nadie
tiene la verdad absoluta
el
sable que nos protege
es
también el que juzga y nos castiga.
La
vida es la vida como un rayo en caída
pasan
los años, pasan las nubes, pasan los barcos
somos
agua
somos
fuego
somos
aire
y
somos tierra.
De:
“¿De qué espejo está hecha la vida?”
