domingo, 8 de enero de 2023


 

COROMOTO RENAUD


 

 

Llévame a ver el mar
dicen que el movimiento de las olas
es una música que dura para siempre

la voz sonora más antigua
antiquísima cuna
también he escuchado

que las huellas sobre la arena son transitorias
el oleaje disuelve la materia más sólida
es cuestión de tiempo

que se puede navegar hacia el infinito
aunque nunca llegues
quiero pasar la prueba del salitre

saber de quién es esta voz que me despierta
 
 

JESÚS MONTOYA

 

 

El arquero

 

No hay flecha envenenada,
asidua en este talón, solo el resplandor
de lo pequeño y su materia
conexa con el mundo, todo lagrimal
al Señor del Arco, en reunión,
como nos sentábamos en el ala,
en la cura.

 
 

GUSTAVO VALLE

 

 

Una ráfaga acuática

 

 

Lenta como cetáceo pasa

Hunde sus branquias
Imprime sus espinas

Soy el húmedo fósil

Empuja
Con sus remos sordos
Figuras que fermentan en voces
Que apenas flotan

 

JESÚS ALBERTO LEÓN

 


Respiración del tiempo

 

 

Uno respira tiempo, ese murmullo
que transcurre insistente por la tráquea,
distiende los pulmones, los activa
y los convierte en alma desplegada.
Así que el alma es una caja móvil
de anhelante tejido primordial,
que recibe y expulsa tiempo: lo respira
y se inspira.
Y así como celebra
esa aurora boreal, también se queja,
pues el aciago soplo de la pérdida,
la asfixia oscura del inoportuno
destiempo y la obstinada
flema del menoscabo,
recorren esos mismos conductos desvalidos,
entorpeciendo su ventilación.
Pero el tiempo no ceja: reconstruye
su premura de flujo encabritado,
desaloja los escombros lentos,
los marchitos residuos del quebranto,
y rehace su cauce
y restablece
su indetenible afán respiratorio.

 

De: “La duda y la deriva”

 
 

VERÓNICA ARANDA

  


Certezas

 

 

Nuestro lenguaje
no arrastraba erizos.
El té quedó oxidado
en una taza de Macao.
Irremediablemente, se hizo ofrenda.

Me dijiste esa noche:
el vendedor de pájaros
se ha clavado una pluma
en la laringe.

PEDRO LASTRA

 


Lección de historia natural

 

 

Entre las plantas y las aves,
las criaturas sigilosas
y las ardillas indecisas,
urde la vida de allá afuera
sus movimientos circulares.
Por las ventanas entreabiertas
yo divisaba a contraluz
sombras errantes que pasaban
como en un nuevo cine mudo.
Hoy me veo en este escenario
en el que entré sin saber cuándo
y del que ya no sé salir:
en un instante que he olvidado
perdí mi puesto en la ventana
y ensayé los primeros pasos
entre esta flora y esta fauna.

  

De: “Canción del pasajero”