miércoles, 23 de octubre de 2013

MARWAN




Carta a un hijo posible


Te quiero preguntar hijo mío,
si quieres que te traiga al mundo.
Me parece de recibo plantearlo
porque aquí afuera corre la pólvora
y el desprecio encabeza las listas municipales
y tu padre es un cobarde del montón
que nunca ha plantado cara a su jefe
y se miente a si mismo algunas veces.

A pesar de eso, también considero necesario
decirte que aquí hay flores y donantes anónimos
y que lo que no hice por mí lo haré seguro por ti,
que aquí hay amor y pan caliente
y también canciones de Serrat
y amigos que te invitan si escasea
y un dibujo animado llamado Messi
que hace sonreír a los pequeños.

No sé hijo mío, piénsatelo,
yo por si acaso te espero por aquí,
a vuelta de hoja de este poema.


SILVIA CARBONELL





Nadie te dio permiso



¿Quién te dio permiso de meterte en mis pensamientos?
¿Y te dio permiso de convertirte en mis silencios?
¿Con qué derecho apagaste mis sonrisas?
¿Y quién te dio derecho de enamorarme con mentiras?
¿Acaso no te diste cuenta, que puse las estrellas en tu cama para que fueran tus luciérnagas?
¿Y no entendiste que por ti ahora comienzo a caminar a tientas?
No, parece que no. Creo que no te diste cuenta.
Y el derecho y el permiso, te valieron una reverenda mierda.
Y no importaron mis defensas, ni mis súplicas de que no me lastimaras, que yo no buscaba nada, que yo no esperaba nada, más que una simple sonrisa honesta por la mañana.
De nada sirvió que yo caminara despacio, que yo no forzara los pasos que a tus brazos me llevaban.
Nadie te dio permiso, ni a ti te importó pedirlo.
Nadie previó ese daño, que me dejó entre el abismo y una muerte que no acaba.
Pero aprendí a recoger mis pedazos, estoy aprendiendo a reconstruirme en el camino, pues te llevaste el instructivo de mí.
Pero algo aprendí de este camino llamado tú.
Descubrí que se puede entregar todo sin dejar de ser uno mismo, que se puede perdonar desde el pecho sin olvidar lo ocurrido, y que ahora, aunque mucho te amo todavía, me la pienso dos veces antes de tomar de nuevo tu mano para recorrer el mismo destino.
Descubrí que por mucho dolor que se queme en mis ojos, en las lágrimas mismas, se encontrarán tus escombros.
No se irán, aunque tú ya lo haz lo hecho, aunque todo este cielo quede tan lejos y roto. Ya que tú te haz plantado como raíz encendida de un árbol eterno que permanece incendiando.
Un árbol eterno, que no se muere y se olvida.


ALFONSINA STORNI





Queja



Señor, mi queja es ésta,
tú me comprenderás:
De amor me estoy muriendo,
pero no puedo amar.

Persigo lo perfecto
en mí y en los demás,
persigo lo perfecto
para poder amar.

Me consumo en mi fuego,
¡señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡pero no puedo amar!


SUSANA QUIROGA




Ausencia…


ausencia
de tu voz

temblor de un tiempo
que se fue
robándose
mi piel

y la noche
densa


GLORIA OSCARES




Otoño


Olor a tierra mojada
y en la penumbra del cuarto

susurros
palabras
conversaciones

Los pájaros cantan
en ese milímetro de árbol
que los une

Secreto de calendario
que se despliega
en nuestros oídos
como un puente

Vacilaciones de la luz
en cada ademán salvaje de ternura
Y después
la madrugada de un paso
sobre el rojo del otoño



MARIZEL STONLLO





WU-WEI



Algo se abre como un cuerpo que desaloja sus penumbras
y sus brazos son fibras de sal enhebrando la prolongación de una fuerza.

Cae una gota y el lago recibe con entusiasmo al nuevo ser.

Una mujer abraza el viento y su cuerpo es un nido de silencios.

Inhala y retiene todo en sí.
Exhala y devuelve una bandada de pájaros azules.

Deslizamos los pies y el arroyo refleja los fantasmas del sol.
¿Será posible arribar al vuelo de los pájaros cuando anochezca?

La noche cierra su párpado en el fondo del mar.
El núcleo late siempre allí en lo profundo
donde los templos del día inauguran al porvenir.

En el valle a la hora del sol rojo el color de las hojas se
funde en lo esencial.
En la piel de las piedras resguardo tus ojos
mientras acontece el principio de la noche
y el ruego de los grillos dilata el verano
cuando el árbol estalla trascendiendo en flor.

Tal vez de lejos, de muy lejos
llega esa forma que tomo entre mis manos

Se mueve con mi corazón
y suspende en el aire los distintos mundos.

Mientras ella ya es, otra forma.

¿Es el vaivén de una hoja una coreografía del viento?

Algo se estremece y cede sus hojas sin alma
comienza una danza en remolinos
trazos de luz en el espacio.

Y un cuerpo envuelve el misterio anidándolo.

Cedo la mirada al agua del río
y veo mis ojos que retornan en las pequeñas olas
en la corriente eterna.

La forma siempre muda el horizonte de mis ojos
y el fondo lo permanece en la serenidad.

Un mural de gestos despliega un grito

El sonido es vertido en luz.


Un salto es la celebración
Y el corazón abre su mano a la sombra.