"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 26 de octubre de 2016
VÍCTOR HUGO
Ya
brilla la aurora fantástica, incierta,
velada en su manto de rico tisú.
¿Por qué, niña hermosa, no se abre tu puerta?
¿Por qué cuando el alba las flores despierta
durmiendo estás tú?
velada en su manto de rico tisú.
¿Por qué, niña hermosa, no se abre tu puerta?
¿Por qué cuando el alba las flores despierta
durmiendo estás tú?
Llamando
a tu puerta, diciendo está el día:
"Yo soy la esperanza que ahuyenta el dolor".
El ave te dice: "Yo soy la armonía".
Y yo, suspirando, te digo: "Alma mía,
yo soy el amor".
"Yo soy la esperanza que ahuyenta el dolor".
El ave te dice: "Yo soy la armonía".
Y yo, suspirando, te digo: "Alma mía,
yo soy el amor".
Versión de F. Maristany
ANDRÉS BELLO
A la
nave
¿Qué
nuevas esperanzas
al mar te llevan? Torna,
torna, atrevida nave,
a la nativa costa.
Aún ves de la pasada
tormenta mil memorias,
¿y ya a correr fortuna
segunda vez te arrojas?
Sembrada está de sirtes
aleves tu derrota,
do tarde los peligros
avisará la sonda.
¡Ah! Vuelve, que aún es tiempo,
mientras el mar las conchas
de la ribera halaga
con apacibles olas.
Presto erizando cerros
vendrá a batir las rocas,
y náufragas reliquias
hará a Neptuno alfombra.
De flámulas de seda
la presumida pompa
no arredra los insultos
de tempestad sonora.
¿Qué valen contra el Euro,
tirano de las ondas,
las barras y leones
de tu dorada popa?
¿Qué tu nombre, famoso
en reinos de la aurora,
y donde al sol recibe
su cristalina alcoba?
Ayer por estas aguas,
segura de sí propia,
desafiaba al viento
otra arrogante proa;
Y ya, padrón infausto
que al navegante asombra,
en un desnudo escollo
está cubierta de ovas.
¡Qué! ¿No me oyes? ¿El rumbo
no tuerces? ¿Orgullosa
descoges nuevas velas,
y sin pavor te engolfas?
¿No ves, ¡oh malhadada!
que ya el cielo se entolda,
y las nubes bramando
relámpagos abortan?
¿No ves la espuma cana,
que hinchada se alborota,
ni el vendaval te asusta,
que silba en las maromas?
¡Vuelve, objeto querido
de mi inquietud ansiosa;
vuelve a la amiga playa,
antes que el sol se esconda!
al mar te llevan? Torna,
torna, atrevida nave,
a la nativa costa.
Aún ves de la pasada
tormenta mil memorias,
¿y ya a correr fortuna
segunda vez te arrojas?
Sembrada está de sirtes
aleves tu derrota,
do tarde los peligros
avisará la sonda.
¡Ah! Vuelve, que aún es tiempo,
mientras el mar las conchas
de la ribera halaga
con apacibles olas.
Presto erizando cerros
vendrá a batir las rocas,
y náufragas reliquias
hará a Neptuno alfombra.
De flámulas de seda
la presumida pompa
no arredra los insultos
de tempestad sonora.
¿Qué valen contra el Euro,
tirano de las ondas,
las barras y leones
de tu dorada popa?
¿Qué tu nombre, famoso
en reinos de la aurora,
y donde al sol recibe
su cristalina alcoba?
Ayer por estas aguas,
segura de sí propia,
desafiaba al viento
otra arrogante proa;
Y ya, padrón infausto
que al navegante asombra,
en un desnudo escollo
está cubierta de ovas.
¡Qué! ¿No me oyes? ¿El rumbo
no tuerces? ¿Orgullosa
descoges nuevas velas,
y sin pavor te engolfas?
¿No ves, ¡oh malhadada!
que ya el cielo se entolda,
y las nubes bramando
relámpagos abortan?
¿No ves la espuma cana,
que hinchada se alborota,
ni el vendaval te asusta,
que silba en las maromas?
¡Vuelve, objeto querido
de mi inquietud ansiosa;
vuelve a la amiga playa,
antes que el sol se esconda!
FELIPE BENÍTEZ REYES
Habitaciones prestadas
Era un sonar de llaves indecisas.
Un ruido profundo de ascensores;
inquietados huéspedes de aquellos edificios
de la periferia, dorados por la tarde.
Era buscar a ciegas
interruptores de luz, como quien busca
en esas bibliotecas truculentas
el secreto resorte
que conduce a la cámara privada,
al sitio inconfesable. Era el olor
de sábanas extrañas, y el olor
desconsolado de los cuartos
de huéspedes, con libros y revistas
de desecho. Era
vestirse con el frío. Salir de allí
de nuevo como extraños.
Más unidos, en fin, por una sombra.
El amor tiene ahora en el recuerdo
olor a cuartos húmedos
y el sonido furtivo de una puerta al abrirse.
Era un sonar de llaves indecisas.
Un ruido profundo de ascensores;
inquietados huéspedes de aquellos edificios
de la periferia, dorados por la tarde.
Era buscar a ciegas
interruptores de luz, como quien busca
en esas bibliotecas truculentas
el secreto resorte
que conduce a la cámara privada,
al sitio inconfesable. Era el olor
de sábanas extrañas, y el olor
desconsolado de los cuartos
de huéspedes, con libros y revistas
de desecho. Era
vestirse con el frío. Salir de allí
de nuevo como extraños.
Más unidos, en fin, por una sombra.
El amor tiene ahora en el recuerdo
olor a cuartos húmedos
y el sonido furtivo de una puerta al abrirse.
ANA CRISTINA CESAR
Tengo
celos de ese cigarrillo que fumás
Tan distraídamente.
Tan distraídamente.
De "Guantes de gamuza y otros
poemas"
Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida
MANU CÁNCER
Las
flores de barranco
nacen sin más, cada mañana,
como esa flor,
tan terca y silenciosa,
sé que nace
mi amor
por ti
cada mañana.
nacen sin más, cada mañana,
como esa flor,
tan terca y silenciosa,
sé que nace
mi amor
por ti
cada mañana.
CARLOTA CAULFIELD
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