"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 26 de febrero de 2016
MARCELO DANIEL FERRER
Despedida
Y por
ese sendero
Donde nuestro amor juramos
Volveremos a caminar...
Sin tomarnos de la mano,
Mirando hacia abajo,
Casi sin hablar.
Donde nuestro amor juramos
Volveremos a caminar...
Sin tomarnos de la mano,
Mirando hacia abajo,
Casi sin hablar.
Donde
la naturaleza viva
Con su canto
Querrá hacernos soñar.
Con su canto
Querrá hacernos soñar.
Pero
lo que antes dijimos
Ya no se repetirá,
Pues no somos los mismos
Que antes por aquí pasaron,
Sellando con un beso,
Lo que hoy destruimos
Sin ni siquiera hablar.
Ya no se repetirá,
Pues no somos los mismos
Que antes por aquí pasaron,
Sellando con un beso,
Lo que hoy destruimos
Sin ni siquiera hablar.
RAMÓN VALDEZ
Amigos
Si te
sientas conmigo,
Si tú estás a mi lado,
Que seamos amigos,
Ya está casi arreglado.
Si tú estás a mi lado,
Que seamos amigos,
Ya está casi arreglado.
Te diré
dos palabras,
Cualquier cosa que sea,
Buscaré de tus labios
La respuesta cualquiera.
Abriré tu sonrisa
Con palabras graciosas,
Te diré con malicia
Una frase ingeniosa.
Cualquier cosa que sea,
Buscaré de tus labios
La respuesta cualquiera.
Abriré tu sonrisa
Con palabras graciosas,
Te diré con malicia
Una frase ingeniosa.
Buscaré
en tu mirada
Si me has comprendido,
Sólo ofrezco palabras,
Sólo ofrezco mi oído.
Si me has comprendido,
Sólo ofrezco palabras,
Sólo ofrezco mi oído.
El
tener quién escuche
Cuando quieres hablar,
Quién te brinde silencio
Cuando quieras pensar.
Cuando quieres hablar,
Quién te brinde silencio
Cuando quieras pensar.
El
tener quién te hable
Si querés escuchar,
Es tan bueno, ¿y qué cuesta?
Casi nada, al final.
Si querés escuchar,
Es tan bueno, ¿y qué cuesta?
Casi nada, al final.
Si te
sientas conmigo,
Si tú estás a mi lado,
Que seamos amigos,
Ya está casi arreglado.
Si tú estás a mi lado,
Que seamos amigos,
Ya está casi arreglado.
OTILIO VIGIL DIAZ
Visión
lunar
Señora
luna yo te he visto:
sobre
las cumbres altivas;
sobre
las cataratas bravías;
sobre
los ríos musicales y errabundos;
sobre
el mar veleidoso y pérfido;
sobre
las lagunas extáticas;
sobre
las envergaduras de las naves perdidas;
Señora
luna yo te he visto:
sobre
los caminos polvorientos y sabios;
sobre
las ruinas solitarias;
sobre
el plumaje de los cisnes dormidos;
sobre
la pampa inmensa;
sobre
las tristezas de las necrópolis;
sobre
los campamentos bárbaros;
sobre
el marfil de los cadáveres;
sobre
los charcos de sangre;
sobre
las carroñas de las bestias;
sobre
los jardines solitarios;
sobre
el espejo de las fuentes olvidadas;
sobre
el dolor de los hospitales;
sobre
el arabesco de los frailes;
sobre
los pámpanos de las fiestas;
Señora
luna, yo tengo un anhelo exótico y profundo:
quiero
verte dormida, sobre las gemas de sus ojos y sobre las pálidas ojivas de sus
manos góticas.
JULIO FLÓREZ ROA
Huyeron las golondrinas
(VI de Gotas de Ajenjo)
Huyeron
las golondrinas
De tus alegres balcones;
Ya en la selva no hay canciones
Sino lluvias y neblinas.
Me da el pesar sus espinas
Sólo porque a otras regiones
Huyeron las golondrinas
De tus alegres balcones.
Insondables aflicciones
Se posan entre las ruinas
De mis ya muertas pasiones.
¡Ay, que con las golondrinas
Huyeron mis ilusiones!
De tus alegres balcones;
Ya en la selva no hay canciones
Sino lluvias y neblinas.
Me da el pesar sus espinas
Sólo porque a otras regiones
Huyeron las golondrinas
De tus alegres balcones.
Insondables aflicciones
Se posan entre las ruinas
De mis ya muertas pasiones.
¡Ay, que con las golondrinas
Huyeron mis ilusiones!
JORGE DEBRAVO
Prevalecer
Cuando el cielo os absorba las entrañas
y quiera avergonzaros comparándose
con el cielo animal de la mirada,
volved los ojos hacia la infinitud
que lleváis escondida debajo de los párpados.
Volved los ojos hacia los ojos mismos.
Con eso basta.
Y cuando el viento os quiera avergonzar
comparando sus manos infinitas
con vuestras dos sencillas, tiernas manos,
hundid las manos en el amor, echadlas
a madurar en pura sangre humana.
Echad las manos entre las manos mismas.
Con eso basta.
Cuando el cielo os absorba las entrañas
y quiera avergonzaros comparándose
con el cielo animal de la mirada,
volved los ojos hacia la infinitud
que lleváis escondida debajo de los párpados.
Volved los ojos hacia los ojos mismos.
Con eso basta.
Y cuando el viento os quiera avergonzar
comparando sus manos infinitas
con vuestras dos sencillas, tiernas manos,
hundid las manos en el amor, echadlas
a madurar en pura sangre humana.
Echad las manos entre las manos mismas.
Con eso basta.
MANUEL ALTOLAGUIRRE
Hice
bien en herirte,
mujer desconocida.
Al abrazarte luego
de distinta manera,
¡qué verdadero amor,
el único, sentimos,
y qué besos eléctricos
se dieron nuestras nubes!
Como el mueble y la tela, tus denudo
no tenía importancia bajo el aire,
bajo el alma, bajo nuestras almas.
Nosotros ya no entendíamos de aquello.
Era el suelo de un ámbito
celeste, imponderable.
Éramos transparencias
altísimas, calientes.
mujer desconocida.
Al abrazarte luego
de distinta manera,
¡qué verdadero amor,
el único, sentimos,
y qué besos eléctricos
se dieron nuestras nubes!
Como el mueble y la tela, tus denudo
no tenía importancia bajo el aire,
bajo el alma, bajo nuestras almas.
Nosotros ya no entendíamos de aquello.
Era el suelo de un ámbito
celeste, imponderable.
Éramos transparencias
altísimas, calientes.
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