domingo, 29 de mayo de 2016


ANGELAMARÍA DÁVILA MALAVÉ




Quise sembrarme todas mis venas
en la frente
y ensurcarlas feroces en todos mis latidos
quise ser yo en mi sueno,
quise ser yo en mi viento,
quise volcarme toda en un torrente.
quise fugarme inmensa de fugas escapantes,
quise nacerme nuevos conciertos
y agrandarme,
y me brotaron toscos, violentos,
rudos y amontonándose.
así estoy, espantada en mi siglo y mi vena,
conciertos a montones y amontonadamente,
ciudades como muertas de ruinas inconclusas
y la muerte acechándome.
agitada en lo intacto, convulsa
con mis piedras,
recostada de insomne y ojera en mi sonrisa,
recostada en la risa,
aferrada,
abismada en el borde de tantas carcajadas.
así,
con mi destino fijo, convulso
y arteriado.
arteriado de sangre verde
y a borbotones,
con mis dolores rojos
y mis dolores agrios.
me llama a voz y a eco
la voz de tantos pinos.
me llaman alaridos, gritos
de flamboyanes:
el mar me tira ronco
de mis manos y brazos doloridos.
me llaman con voz vieja
voces de adentro, ancianas
de mis sueños inútiles.
aquí, frente al abismo
de siglos putrefactos,
frente a mis hondonadas.
aquí, frente a los llantos
de manos que se agitan.
frente a mí, con mi risa,
frente a mí con mis riscos
y mis llanos.
abriéndome a empujones senderos y caminos
por todas mis arterias.



De: Homenaje al ombligo

RAINER MARIA RILKE




Canción de amor



¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!



JUAN DE DIOS PEZA



  
A mis hijas



Mi tristeza. es un mar; tiene su bruma
que envuelve densa mis amargos días;
sus olas son de lágrimas; mi pluma
está empapada en ellas, hijas mías.
Vosotras sois las inocentes flores
nacidas de ese mar en la ribera;
la sorda tempestad de mis dolores
sirve de arrullo a vuestra edad primera.
Nací para luchar; sereno y fuerte
cobro vigor en el combate rudo;
cuando pague mi audacia con la muerte,
caeré cual gladiador sobre mi escudo.

Llévenme así a vosotras; de los hombres
ni desdeño el poder ni el odio temo;
pongo todo mi honor en vuestros nombres
y toda el alma en vuestro amor supremo.
Para salir al mundo vais de prisa.
¡Ojalá que esa vez nunca llegara!
Pues hay que ahogar el llanto con la risa,
para mirar al mundo cara a cara.

No me imitéis a mí: yo me consuelo
con abrir más los bordes de mi herida;
imitad en lo noble a vuestro abuelo:
¡Sol de virtud que iluminó mi vida!

Orad y perdonad; siempre es inmensa
después de la oración la interna calma,
y el ser que sabe perdonar la ofensa
sabe llevar a Dios. dentro del alma.

Sea vuestro pecho de bondades nido,
no ambicionéis lo que ninguno alcanza,
coronad el perdón con el olvido
y la austera virtud con la esperanza.

Sin dar culto a los frívolos placeres
que la pureza vuestra frente ciña,
buscad alma de niña en las mujeres
y buscad alma de ángel en la niña.

Nadie nace a la infamia condenado,
nadie hereda la culpa de un delito,
nunca para ser siervas del pecado
os disculpéis clamando: estaba escrito.

¡Existir es luchar! No es infelice
quien luchando, de espinas se corona;
abajo, todo esfuerzo se maldice,
arriba, toda culpa se perdona.

Se apaga la ilusión cual lumbre fatua
y la hermosura es flor que se marchita;
la mujer sin piedad es una estatua
dañosa al mundo y del hogar proscrita.

No fijéis en el mal vuestras pupilas
que víbora es el mal que todo enferma,
y haced el bien para dormir tranquilas
cuando yo triste en el sepulcro duerma.

Nunca me han importado en este suelo
renombre, aplausos, oropeles, gloria:
procurar vuestro bien, tal es mi anhelo;
amaros y sufrir tal es mi historia.

Cuando el sol de mi vida tenga ocaso
recordad mis consejos con ternura,
y en cada pensamiento, en cada paso,
buscad a Dios tras de la inmensa altura.

Yo anhelo que, al morir, por premio santo,
tengan de vuestro amor en los excesos:
las flores de mi tumba vuestro llanto,
las piedras de mi tumba vuestros besos.




ESDRAS PARRA




Por ese rostro mío tuyo…                              
                                                                        a S.


Por ese rostro mío tuyo
que has olvidado
por ese recuerdo me llamas
y ya no es tu boca sino otra boca
y no son tus labios sino el viento
y tocas fondo hasta llegar
al gran problema
aquí bajo este cielo
sin herencia sin alma
aquí sobre esta tierra
sin sueños sin nieve.



FRIEDRICH HÖLDERLIN




Grecia



Tanto vale el hombre y tanto vale el esplendor de la vida,
Los hombres a menudo son amos de la naturaleza,
Para ellos la tierra hermosa no está escondida,
Sino que con dulzura se desnuda mañana y tarde.

Los campos abiertos son como los días de la siega,
Alrededor se extiende espiritual la vieja Leyenda,
Una vida nueva vuelve siempre a nuestra humanidad,
Y el año se inclina aún una vez silenciosamente.


Versión de Vicente Huidobro



JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO



  
Tacto y aire fino...



Toda la noche comenzaba todo,
toda la noche amor.
Toda la noche claridad y vehemencia,
toda la noche amor.
Toda la noche llama contra llama,
toda la noche amor.
Toda la noche fiesta en el espejo,
toda la noche amor.
Toda la noche amándose a sí misma
toda la noche amor.
Toda la noche tacto y aire fino,
toda la noche amor.