jueves, 22 de agosto de 2019


ROBINSON QUINTERO





Escrito en el camino



El último tramo del camino siguió por las aceras que alinderan las casas altas. Atrás quedaron los jardines de las casas bajas con sus melenas colgantes y se abrió al paso la bulla de los puentes, la luz de los paraderos de buses. Un corrillo de mujeres, paradas bajo un enjambre de árboles, estalló de pronto en risas. Fue una algarabía que apenas suelta se dispersó hasta los parajes circundantes, la placita umbrosa, los cobertizos de los paraderos y las barandas de los puentes. Las últimas risas me alcanzaron al final de la calle. Y con risas seguí mi camino.


ANTONIO ALIBERTI





Las dos vidas



Si a un cierto punto me miras te miro
          (nada extraño entre dos que comparten
          el pan y la rutina)

                    si de pronto mirándote
recuerdo a la rubia del tren
          (se perdió en la marea y el reloj)
                    (¿la perdí?):

no me descubras, déjame la libertad de los sentidos
          (el que recuerda vive dos vidas).

Después a la noche mis dos vidas son tuyas
después a la noche tus dos vidas son mías

(no hay lugar para ninguna confusión). 


JOSUÉ VEGA LÓPEZ





novena 
a bernard nöel



hay noche entre los dientes del día   cascadas de trozos   la tierra es una palabra arrojada al mar   no es brote de la lluvia   no crece como pulmón   la luz es el aire de las cosas   ramas que azotan la ventana   el humo de un cigarro sube   los ojos son el silencio   la articulación del sueño   el codo flexionado como una mentada de muertos   mentada de aire “chinga tu aliento”

el día mastica sus muertos   aves   árboles   calles

anochece en el ojo


De: “traiciones”


DENISSE VEGA FARFÁN



  

el reino tiene mi señal y mi nombre
la forma de mi horca
el viento que revolotea en esos cráneos
es el silbido de mi corazón y mi náusea

ahora sé que mi madre es el sol de los calcinados
y mi padre el brasero que rearma a estos muertos
sobre la piedra más afilada de mi memoria

en este reino no hay cómo regresar
ni cómo seguir avanzando

“oh ave
insiste”___alguien me dijo
y yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones

cómo salir del reino hundido
que hay en cada uno
cómo escapar a los designios de un abyecto Rey
que es uno mismo
ser amo y ciervo a la vez
víctima y asesino del mundo
por el que raudamente se destartalan nuestra fe
y nuestras botas

ciertamente cuando todo quede sumido
a un grano de plomo
cada Rey      
ha de habitar su reino de marfiles
eternamente condenado a ver los muertos
que salieron de sus manos
en una invisible marcha de azogue

yo los he visto desde que aprendí a pronunciar terror
sin quemarme la boca
se iban en manadas como bueyes
halados por un poder que hoscamente refulgía
y tronaba la aurora

hasta el amanecer oía sus plegarias
a invidentes dioses
luego quedamos nosotros
artífices del vértigo y la soledad

si me acerco a sus restos sabré
que la vida aún canta con acento de horror
y crisantemos
si me toco es su carne la que tiembla
es su silencio inmolado el que responde

entonces nada es más injurioso que mi índice
la hedionda impiedad por uno mismo
la corona de moho sobre nuestras cabezas

a dónde va la balada de estos muertos
si no es a nuestros pasos
su furia a nuestros ojos
su oro y sus gualdrapas
a nuestra desnudez
el ácido de sus vísceras a la contienda
de nuestras máscaras?

por eso la ceniza relumbra
en cada materia que amamos
la miseria
donde las fábulas se yerguen azarosas


RODRIGO PETRONIO





X



Lo que sobra de todo tal vez sea el inicio.
Un destino tal vez. Un rastro. Una ruta.
Huellas que llevan a un precipicio.
Ala y ruina me libertan. Increado, maldito.
  

De: “Dentro de la estrella blanca”

Versión de Eduardo Langagne

ALBERTO DESTEPHEN





La puerta



Entro…                                 
la nostalgia baja de la madera,         
la puerta tiene aroma;                 
polilla de nombres,                     
residuos que tocan mi corazón.         
Letrero de “STOP”,                     
tedio de las calles                     
de los mismos nombres de las cosas.     
Silencio entre ella y yo,               
entre su mirada y mi soledad           
Salgo…                                 
siento el golpe de la cerradura         
apretada a su pecho.                   
Llora mi ausencia                       
descubriendo                           
mi rostro en el espejo.