el reino tiene mi señal y mi nombre
la
forma de mi horca
el
viento que revolotea en esos cráneos
es
el silbido de mi corazón y mi náusea
ahora
sé que mi madre es el sol de los calcinados
y
mi padre el brasero que rearma a estos muertos
sobre
la piedra más afilada de mi memoria
en
este reino no hay cómo regresar
ni
cómo seguir avanzando
“oh ave
insiste”___alguien
me dijo
y
yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones
cómo
salir del reino hundido
que
hay en cada uno
cómo
escapar a los designios de un abyecto Rey
que
es uno mismo
ser
amo y ciervo a la vez
víctima
y asesino del mundo
por
el que raudamente se destartalan nuestra fe
y
nuestras botas
ciertamente
cuando todo quede sumido
a
un grano de plomo
cada
Rey
ha
de habitar su reino de marfiles
eternamente
condenado a ver los muertos
que
salieron de sus manos
en
una invisible marcha de azogue
yo
los he visto desde que aprendí a pronunciar terror
sin
quemarme la boca
se
iban en manadas como bueyes
halados
por un poder que hoscamente refulgía
y
tronaba la aurora
hasta
el amanecer oía sus plegarias
a
invidentes dioses
luego
quedamos nosotros
artífices
del vértigo y la soledad
si
me acerco a sus restos sabré
que
la vida aún canta con acento de horror
y
crisantemos
si
me toco es su carne la que tiembla
es
su silencio inmolado el que responde
entonces
nada es más injurioso que mi índice
la
hedionda impiedad por uno mismo
la
corona de moho sobre nuestras cabezas
a
dónde va la balada de estos muertos
si
no es a nuestros pasos
su
furia a nuestros ojos
su
oro y sus gualdrapas
a
nuestra desnudez
el
ácido de sus vísceras a la contienda
de
nuestras máscaras?
por
eso la ceniza relumbra
en
cada materia que amamos
la
miseria
donde
las fábulas se yerguen azarosas
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